- Capítulo Once.

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11

Naruto sentía la noche más fría que nunca. El cuerpo de Sasuke no estaba junto al suyo para darle calor, y de eso hacía varias lunas.

Echaba de menos su manera de abrazarlo, dándole calor cuando tenía frío, deslizando sus manos por la espalda con ternura o simplemente estrechándolo con más fuerza cuando no podía dormir. Se dio la vuelta por enésima vez y aporreó la almohada. Quizá si no se hubiera acostumbrado a dormir con el oído sobre el corazón de Sasuke todo sería más sencillo.

Le encantaba despertarse a media noche, tendido sobre su cuerpo, para luego volverse a dormir con la nariz hundida en su cuello. Y ahora, por su propia estupidez, había perdido lo poco de bueno que le ofrecía ese matrimonio. «Así aprenderás a no dejarte dominar por la lujuria», le recordó una voz interior. Giró varias veces sobre sí mismo en la enorme cama.

A regañadientes, debía admitir que echaba de menos su contacto. «Quién habría dicho que echarías en falta las caricias del enemigo», pensó con la mirada clavada en el techo.

Se oyeron pasos subiendo la escalera. Se puso en tensión, pero desilusionado se incorporó en la cama nada más ver la pelinegra cabeza de Shizune asomar por la puerta.

—Debes bajar. —La expresión de la mujer lo alarmó—. Se trata de tu marido.

Naruto se levantó de un brinco.

—¿Qué ha ocurrido? —exclamó con súbita ansia.

Un tropel de imágenes se agolpó en su cabeza, y todas estaban teñidas de rojo. Sin siquiera cubrirse bien, salió corriendo descalzo, pero al llegar al salón la situación no era tan grave como se temía.

Sasuke estaba sentado en la silla principal, destinada al jefe del clan, ante la larga mesa, ocupada por los mejores guerreros Uchiha. Naruto miró con un interrogante en el rostro a Shizune, quien parecía muy satisfecha: «Le importa.»

Los cuatro hombres, incluido Sai, lo miraron de arriba abajo. Shizune se apresuró a cubrirlo con un haori del clan. Tan preocupado estaba por Sasuke, que no reparó en ello.

Vio curiosidad en el rostro de su marido, pero enseguida su semblante se volvió inescrutable.

—Reúnete con nosotros.

Naruto se acercó mirando disimuladamente si Sasuke había sufrido herida alguna. No lo parecía.

Se sentó en el sitio vacío al lado del moreno. Sai lo miró con cierta compasión y eso lo puso alerta.

—Ha habido una incursión —anunció Sasuke sin preámbulos. Naruto lo supo antes de escucharle. Miró a Sai como si esperara una explicación. Tras el discreto asentimiento de Sasuke, el samurái empezó a narrar los sucesos de esa misma noche.

—Hicieron una incursión como de costumbre.

Naruto apretó los dientes y Sasuke le puso disimuladamente una mano en la rodilla para que no hablara y escuchara lo que su hombre tenía que contarle. El doncel lo miró a los ojos por primera vez en semanas y se sonrojó inevitablemente al notar que Sasuke no apartaba la mano mientras Sai hablaba.

—Se llevaron tres vacas y unas siete ovejas. Los perseguimos y perdieron cuatro de ellas. Lo sorprendente es que, al alcanzarlos, los vimos caer ante nosotros.

Naruto dio un respingo.

—¿Cómo? —preguntó confuso—. ¿Qué quieres decir?

—Muertos, señor.

Sasuke lanzó una mirada fría a Sai. No hacía falta mostrar tan poco tacto en aquel asunto.

La marca del Samurái - SasuNaru {ADAPTACIÓN.}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora