- Capítulo Cuatro.

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Una perfecta S se estaba entrelazando con una perfecta U sobre la piel del Namikaze, lo intuía aunque no pudiese verla.

Llevaría por siempre su marca. 

Entonces comprendió cómo era posible que ese hombre lo odiara tan intensamente. Aquella era la marca de su enemigo, y le recordaría durante todos los días de su vida que había sido vencido y también humillado. La luciría con vergüenza sobre su piel, aunque afortunadamente en una parte de su cuerpo que, estaba seguro, pocos podrían ver. En cambio, Sasuke, el gran jefe del clan Uchiha, la llevaría para siempre expuesta en su pecho. Cada vez que combatiera, cada vez que se bañara, cada vez que llegara tanto la primavera como el verano, cada vez que yaciera con una mujer o doncel... siempre recordaría a quien lo había humillado de la peor manera posible: un Namikaze.

—Ahora lo entiendo —susurró mientras amargas lágrimas caían sobre la mesa una tras otra, sin poder detenerlas. Se lamentó en silencio por su estupidez y orgullo.

Se incorporó con las manos y fijó la mirada en la pared de piedra. No se había resistido demasiado y, ahora que estaba hecho, sus nalgas seguían expuestas sin que él hiciera nada por cubrirse.

Sasuke retrocedió un paso para contemplar su obra.

Se dio cuenta demasiado tarde de que se arrepentiría de haberlo marcado. Apretó las mandíbulas, él no quería... pero el doncel bien que merecía un castigo, ¿no? Paseó la vista por el salón.

Los hombres lo miraban con desconcierto e incredulidad, pero ninguno se atrevió a abrir la boca.

—Bien —dijo fingiendo satisfacción—. Es perfecto.

Miró la S y U entrelazadas en la nalga izquierda.

Luego limpió la sangre con la manga del kimono que había desgarrado y que yacía en el suelo y volvió a bajarle la prenda. Luego se prendió la daga ya limpia en la cintura.

Cuando al cabo de unos minutos le dio la vuelta, esperaba ver a un doncel lloroso, incluso loco de ira, pero no fue así. Ya no había lágrimas en sus ojos, ya no, solo una profunda tristeza que lo conmovió.

—Bien, ¿estamos en paz? —preguntó Naruto mirándolo a los ojos con serenidad.

Sasuke había pretendido humillarlo, hacerle daño, y sin embargo nada parecía afectar a ese doncel.

Furioso, lo cogió del brazo y sin pensárselo lo arrastró hacia las escaleras del fondo del salón.

—No, aún no. Te quedarás aquí hasta que decida qué hacer contigo.

Shizune, que había contemplado incrédula todo lo que ocurría en el salón, le salió al paso para impedirle cometer otra estupidez, pero Sasuke pasó por su lado sin siquiera mirarla. Sólo pudo suspirar decepcionada. No los siguió y Naruto quedó de nuevo a merced de su enemigo.

Lo arrastró escaleras abajo; estaba claro que no iban a su dormitorio. Eso debería haberlo tranquilizado, pero no fue así cuando vio las oscuras mazmorras. Clavó una mirada asesina en su captor y sintió que las lágrimas contenidas le abrasaban los ojos.

El Uchiha lo maldijo entre dientes. ¿Quién se creía aquel doncel para mirarlo así? ¿Pretendía erigirse en su conciencia? Naruto se retorció. Estaba harto de ser tratado de esa manera. —¡Estamos en paz! —gritó furioso—. Ya me has marcado. ¿Qué más quieres?

—Sí, te he marcado con mis iniciales. —Naruto lo fulminó con la mirada. Le daba igual si con aquello aumentaba el placer de su castigo—. No me mires así. Llevas la marca de Sasuke Uchiha en tu cuerpo. ¿Qué tal te sienta?

La marca del Samurái - SasuNaru {ADAPTACIÓN.}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora