Capítulo 2: La artimaña de Raúl

24 4 5
                                    

La semana después de la fiesta de Raúl transcurrió lentamente. Las clases en la secundaria me parecían interminables y los intensos estudios para los exámenes finales se volvían cada vez más absorbentes. Era posible concentrarme, pero no quería del todo, ya que prefería entretenerme pensando en la imponente presencia de Aurora, quien había acaparado mis miradas nostálgicas a través de las ventanas del salón.

Mis padres decidieron con amargura levantar el castigo por haberme fugado durante el cumpleaños de Raúl. Les preocupaba mi bajo rendimiento en los exámenes finales, que serían decisivos para un futuro exitoso en la universidad, pero su generosidad no me pareció un gran acontecimiento. ¿De qué me servía tener una libertad que no sabía aprovechar? Lo único a lo que estaba acostumbrado era pasar el tiempo por las tardes en casa de Raúl.

—Todo esto tiene que estar ordenado para cuando mis padres regresen — aclaró Raúl un martes por la tarde en el comedor de su casa.

—Estoy aburrido de hacer siempre lo mismo. ¡Debemos entretenernos! De verdad esta vez... — me quejé, recostado en su sillón, dejando el trabajo duro en sus manos.

—¿A qué te refieres? — me miró desconcertado.

—No lo sé, Raúl... viajar, buscar un pasatiempo, algo más que estar todo el día en tu casa.

—Eres un malagradecido, Miguel. Puedes quedarte en la tuya si quieres — se burló.

—Que va, no soporto ese infierno.

—¿Tu padre otra vez?

—Tenemos dieciocho años y nuestra vida es aburridísima — dije frustrado esquivando el tema.

—La tuya, querrás decir — siguió riendo.

—Tu vida no es una maravilla, Raúl. No has salido con nadie en todo el año.

—En tu caso es aún peor, Miguel, ya que eres uno de "los populares" y todas tus salidas acaban en nada — replicó, riendo todavía.

—Bueno, no he estado en mis mejores momentos — me sinceré. — Estoy centrado en estudiar para salir pronto de casa — me defendí.

—Excusas — me dijo burlándose mientras terminaba de ordenar.

—¿Y Aurora? ¿Qué ha sido de ella, la chica de la fiesta...? — interrumpí intentando parecer natural.

—¿Aurora? – se volteó haciendo una mueca extraña, descubriendo mi intento fallido en segundos. – No lo sé, no la he vuelto a ver desde entonces. ¿Aún te interesa? ¿A pesar del rechazo? – se rindió, cansado. – Podría decirte dónde se encuentra su instituto, no está muy lejos de aquí – propuso.

– Claro que me interesa, me sorprende que solo lo menciones ahora. Por cierto, ¿qué ha pasado con tu miedo a Ramiro? – cuestioné, curioso.

– Otro caído en batalla, Ramiro no tuvo oportunidad con Aurora, lo descartó en segundos, lo mismo que te podría pasar a ti – me miró serio y decepcionado. – Te acompañaré a la secundaria de Aurora. Quiero devolverle unas cosas a mi tutora – ofreció golpeando sus manos para quitar el polvo de unos libros que ordenaba.

– ¿Tutora? ¿No será que te gusta? – dije riendo.

– Fantasías tuyas, Miguel. Ella es la mejor amiga de Aurora, la conozco desde hace tiempo, fuimos al mismo jardín infantil – reclamó molesto.

– Y te gusta – insistí.

– El único que babea por las mujeres eres tú, Miguel, además, Daniel está obsesionado con mi tutora, no sería un mal hermano – explicó.

El porqué de saltarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora