La extrañaba

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- ¿Enserio? ¿Ni habéis empezado y ya te has caído?

Sky se burló, mientras Atenea y él se reían del chico.

Le prestó más atención por un momento a ella, y se dio cuenta de que había extrañado su risa. Había echado de menos los pequeños hoyuelos que se formaban en sus mejillas y que le daban un aspecto muy tierno, con el que te entraban ganas de achucharla. Había extrañado la manera en que la chica intentaba detenerla, porque decía que parecía una foca, cuando para él era el sonido más perfecta que existía.

Apretó su estómago, sintiendo como le dolía de tanto reírse, mientras observaba como su amigo se levantaba del suelo refunfuñando y quejándose sobre cosas ininteligibles.

- Callaos.- replicó, algo molesto.

La chica le puso una mano en el hombro, sonriendo todavía.

- Pobrecito mi niño, vamos a darle las quejas a Silva.- volvió a burlarse.

Momentos antes de empezar a combatir con las espadas de madera, había pisado un poco mal, y se había caído ya que la plataforma estaba mojada debido a que el día anterior había llovido.

Los dos volvieron a explotar en carcajadas, a la vez que Riven apuntaba con la espada en dirección a la chica, dando entender que quería comenzar el combate. Los dos se pusieron en posición de defensa inicial, frente a frente, esperando el ataque de su contrincante.

- Vais a tener que dejar el combate para otro momento.- la voz de Silva apareció en lugar.- Tengo que llevarme a Atenea para que Dowling hable con ella.

Los tres se giraron a mirarlo, a la vez que la chica y el moreno dejaban a un lado las espadas. La chica soltó la espada de madera y caminó despacio hacia Saúl. Le mandó un pequeño beso a Riven, sonriendo burlona mientras el hombre y ella se dirigían al despacho de Dowling, en Alfea. Silva se giró un momento.

- Por cierto, Riven, todos sabemos que ella te daría una paliza.

Atenea soltó una carcajada socarrona, de espaldas a los muchachos.

Momentos después, el antes nombrado se giró hacia su amigo, observando como se había quedado paralizado en la plataforma viendo como la chica se marchaba, absorto en sus pensamientos.

- ¿Estás bien?

Sky sacudió levemente la cabeza, saliendo de la especie de trance en el que se encontraba.

- Si.- se aclaró la garganta.- Es sólo que estoy un poco cansado, anoche no dormí muy bien.

Riven le dedicó una mirada, dando a entender que eso no era lo que quería.

- Sabes que no me refiero a eso, Sky.- el otro lo miró, sabiendo lo que su amigo quería decir.- La echabas de menos, ¿verdad?

Volvió a mirar por donde la chica había desaparecido y suspiró.

- ¿Quieres que te diga la verdad? - le dedicó una mirada dolida y Riven frunció un poco el ceño.

- Sky...

Tenía presente lo que hizo antes de que Atenea se fuera, y que posiblemente el único culpable era él. Pero ahora que había regresado no podía evitar extrañarla, no podía evitar mirarla y volver a revivir los recuerdos que ambos compartían.

Añoraba las veces que compartían bromas que sólo ellos entendían. Extrañaba las llamadas nocturnas que duraban horas cuando uno de los dos no podía dormir. Echaba de menos dormir junto a ella en su cama, y contemplarla mientras le acariciaba el cabello. Su manera de despertarlo con dulce besos por las mañanas. Las prácticas por las tardes, estudiar junto a ella.

La manera en que sonrojaba y quería estrecharla entre sus brazos, y no soltarla nunca. Ver cómo leía uno de sus libros, y como le contaba con mucho entusiasmo lo que más le había gustado, o lo que quería cambiar.

La forma en que lo miraba, haciéndole sentir como si fuera lo más especial y preciado que tenía. Sorprenderla cuando salía de clases. Perderse con ella en la naturaleza, y sentir que el tiempo volaba. Verla escribir uno de sus poemas, y volver a darse cuenta de la inteligencia que poseía.

Echaba de menos tocar su cabello, la sonrisa tan bonita que le dedicaba cada vez que estaba presente, los ojitos tan brillantes que poseía. Añoraba las guerras de besos y caricias que ambos compartían en las noches, a solas.

En resumen, la extrañaba a ella al completo.

- Todavía la extraño, pero sé que la cagué, y que eso se acabó.- apartó la mirada.

- Sabes...

- No hace falta que me vuelvas a echar la bronca. Ya me torturan las noches a solas sin su compañía, que me toca vivir desde que se fue.

Antes de que Riven pudiese decirle algo, el rubio se marchó de forma rápida del lugar, dando la conversación por acabada.

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Sé que es un poco corto, y lo siento, pero no sé me ocurrían muchas cosas.

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