Parte 19 Siempre acabaría llegando hasta a ti, es lo que hacen las almas gemelas

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Un puto mes, un jodido mes entero saliendo con Lexa, con el amor de su vida pasada, presente y futura, su yo adolescente estaría flipándola muy fuerte si la pudiera ver en aquellos momentos y ella podría decirle "Lo conseguimos colega" Y añadiría que no volviera a ser tan puto cobarde otra vez, porque lo que tenía con Lexa merecía mucho la pena. Que no perdiera el tiempo, ni un solo segundo, que fuera feliz desde el principio, que hiciera sentir a Lexa desde el minuto uno lo que era, lo más importante que tendría nunca y el amor de su vida, que se lo dejara claro y lo repitiera las veces que hiciera falta. Qué empezara a construir su vida perfecta desde mucho antes. Que todo iba ser alucinante y a esas sensaciones no podía hacerlas esperar.

¿Había cambiado algo? Poco, en realidad sus vidas habían cambiado muy poco, pero a la vez ambas coincidían en que lo había cambiado todo, el trasfondo de todo aquello era jodídamente diferente y cómo las hacía sentir mil veces más increíble. No había cambiado nada y a la vez todo era distinto. La seguía abrazando por detrás cuando la encontraba en la cocina, Lexa le seguía sonriendo de aquella forma, ella decía una tontería y Lexa se reía y la llamaba "Imbécil" antes aquel ritual se quedaba ahí, pero ahora Lexa también la tomaba por el cuello con sus jodidas manos perfectas y le sonreía desde más cerca haciendo que su corazón se desbocaba mientras la tomaba por la cintura y sentía sus manos arder con el contacto, a veces la besaba ella porque no aguantaba más y a veces era Lexa la que acababa con el espacio que separaba sus labios, pero siempre lo sentía igual de potente en su interior y se preguntaba cómo había podido pasar tanto tiempo sin aquello, como coño había estado tan ciega para no ver lo que le esperaba detrás de esa sonrisa perfecta y de los ojos más espectaculares que había visto en su vida y que la habían mirado siempre a ella. Todo era real, todo lo que hacían era increíblemente real y a veces le costaba creerse que ella, una simple mortal, pudiera tener tanta suerte, porque sin duda, su novia era la puta suerte de su jodida vida.

Durante aquel mes habían podido hablar de todo, ella intentó no dejarse nada, quería que Lexa tuviera toda la información, hasta la que no era relevante y era completamente recíproco, a veces su novia le contaba cosas que le estrujaban el pecho y otras que la hacían reír, un recorrido por su adolescencia y años universitarios, esos que en los que no estaban juntas pero se amaban en silencio igualmente. Solo les faltaba aquello para conocerse del todo, la parte de ellas que habían mantenido oculta por miedo, ya no hacía falta esconderla más.

Estaba acostumbrada a dormir en su cama muchas noches, eso tampoco había cambiado, salvo porque ahora no dejaba pasar ni una sola sin sentirla a su lado cuando se despertaba cada mañana. Antes se despertaban con ropa y ahora lo hacía desnuda a su lado y se podía permitir el lujo de comérsela a besos justó allí, despertarla y escucharla sonreír o ronronear a consecuencia de sus atenciones, a que la buscara para besarla una y otra vez bajo las sábanas. Sonreír antes de abrir los ojos al sentir sus dedos delineando su perfil o acariciando sus labios, sabiendo que cuando los abriera, tendría aquel verde justo enfrente, mirándola muy de cerca y seguramente con una sonrisa tonta en los labios, y a ella no le podía caber más amor dentro. Imposible, implosionaría, pero con Lexa nunca podías estar segura de nada, porque quererla cada vez más, resultaba insultantemente fácil. Es que todo era perfecto joder y su novia le estaba haciendo sentir cosas que ni en sus sueños más prometedores pensaba que podría experimentar nunca, porque no daba credibilidad a su existencia, pero ahora lo notaba muy a dentro, extendiéndose por cada poro de su piel y se había hecho creyente, la más fiel de todas. Todo era igual y a la vez, todo era mucho mejor. Lexa seguía siendo la misma, seguía siendo su mejor amiga, pero ahora también era mucho más, la combinación más perfecta del universo, así era su relación.

Cada momento de su día a día estaba cargado de algo más, algo intangible pero muy revelador, algo que solo ellas dos podían notar creciendo en su interior, invisible a los ojos pero que se sentía por todas partes. Algo más grande que cualquier otra cosa conocida por nadie nunca, al menos no por ella.

SoulmatesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora