XI

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Camila llegó a su casa, encontró a su padre en la puerta, a punto de salir.

—¿A dónde…?

—Iré con Joyce a investigar algo, regreso tarde, cuida a Once —dijo mientras se subía a su camioneta.

La rubia lo siguió hasta ella.

—¿Con Joyce? Últimamente pasan mucho tiempo juntos… no digo que Bob me caiga mal, pero… ella y tú harían…

Su padre fingió una sonrisa y negó con la cabeza.

—Solo… cuida a Once —dijo mientras arrancaba el auto y retrocedía.

—Oh, vamos, solo decía —dijo riendo.

Entró a su casa y encontró a Once con los ojos vendados, la vio por unos segundos, pero pasó de largo.

Se quitó los zapatos y se tumbó en su cama.
Respiró hondo y recordó lo que estuvo a punto de hacer con Billy.
Jamás se había comportado así con un chico, ¿Qué le ocurría? No podría arruinar su futuro con un chico como él, no, no debía.

Cerró los ojos, y poco a poco se fue durmiendo.

Luego de algunas horas, despertó, se incorporó en su cama, vio la hora en su mesita de noche, diez de la noche. Se giró a ver la cama que estaba a su costado, estaba vacía.

Se levantó y caminó en busca de Once. Revisó por toda la cabaña, peor no halló rasto alguno de la castaña, excepto por una nota en la nevera.

“Fui a buscar a alguien, regreso en unos días. —Once”

La rubia sonrió al notar que Once no había cometido ni un error ortográfico y que había mejorado su caligrafía, pero esos pensamientos se esfumaron en cuanto se dio cuenta que la pequeña se había escapado para buscar a alguien.

Salió de la casa en busca de la niña, pero se dio cuenta que ya era tarde, se había ido. Suspiró frustrada, y se adentró a la casa.

Once era fuerte, tenía poderes, podía sobrevivir sola unos cuantos días. Pero la rubia no sabía si ella sobreviviría luego de que su padre se enterara de que perdió a la castaña por quedarse dormida.

Volvió a tumbarse en la cama y soltó un grito ahogado.
Últimamente nada salía como quería, salía todo al revés.

Luego de unos minutos, se resignó al hecho de que su padre se enojaría con ella, por lo que decidió cenar algo e irse de nuevo a dormir, ya que mañana sería Sábado.

Imágenes iban y venían por la mente de Camila, su madre dejándola con su padre, ella iniciando una nueva vida con otro hombre y su nuevo bebé, su hermana y sus últimos minutos de vida.
Poco a poco fue abriendo los ojos, despertando por el sonido de su despertador.

Una hora después se encontraba ya vestida y desayunando. Su padre aún no regresaba, y mucho menos Once.

Intentó contactarse con alguno de los chicos, pero ni uno contestaba.

Por su cabeza pasó Billy, el vulgar chico que la había tocado, y que le había gustado, diablos, no podía mentir, le había gustado, y mucho, en ese momento ella había deseado que él lq besara, pero era muy cobarde para aceptarlo.

Suspiró frustrada, tomó sus llaves y se dirigió hacia la puerta.
Se giró para echar un vistazo a la cabaña, sonrió al recordar cómo su padre, ella y Once se la pasaban viendo películas.
Negó con la cabeza y salió de la casa.

Tomó su bicicleta y manejó por los suburbios, no sabía por qué iba hacia ahí, pero quería ir.

Al llegar frente a esa casa, se dio cuenta que no era la única que estaba ahí.

—¿Qué haces aquí? —susurraron ambos a la vez en cuanto se vieron.

—Iba a mostrarle las pruebas a Max, para que vea que todo es cierto —dijo Lucas, mirándola.

—¿Le vas a decir todo? ¿Estás loco?

—En realidad… ya se lo dije, pero ahora le voy a mostrar las pruebas —admitió. La rubia lo vio con el ceño fruncido—. Un momento, ¿Tú no viniste a ver a Max, no?

La rubia entró en pánico.

—Eh… no, vine a ver a su hermanastro —susurró

Adentro de la casa, Billy se encontraba entrenando, mientras que Max se encontraba en su habitación.
El timbre sonó, y la pelirroja fue a abrir, encontrándose con Camila.

—¿Camila? ¿Qué haces aquí?

—Eh… vine a ver a tu hermano.

La pelirroja la dejó entrar, extrañada, la rubia pasó, mientras se giraba a ver cómo Lucas se ponía a conversar con Max.

Camila llegó hasta Billy, quien estaba haciendo pesas, mientras escuchaba música a todo volumen.

—Creí que estarías con alguna chica —dijo, divertida.

El chico se giró a verla, con una sonrisa coqueta. Se acercó a ella, y la miró de arriba a abajo. Estaba sudoroso por todo el ejercicio que había hecho, pero poco le importaba a Camila.

—¿Qué haces aquí? Creí que no te volvería a ver luego de…

—Eso ni importa ahora, yo solo… quería estar contigo, no lo sé —ríe nerviosa, mirando para el suelo, mientras juega con los dedos de sus manos.

—¿La chica “todo correcto” quiere pasar tiempo conmigo? No puedo creerlo —sonrió.

La rubia rodó los ojos y se acercó más a él. Los dos se miraron a los ojos fijamente, poco les importó que la hermana menor de éste hubiera pasado por su lado.

—¿Y si nos quedamos aquí? No quiero interrumpir tu rutina de entrenamiento —sonrió.

El chico negó con la cabeza para luego sonreír.

La distancia en ese momento se había roto a causa de la chica, ya no había vuelta atrás, lo había besado, y con ello todo comenzó a desmoronarse para ambos.

彡 Bueeeno, hace mucho no actualizo esto, y la razón es porque no tenía imaginación, so- gracias por las 20k lecturas, no creí que llegara a esa cifra, ahre

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SERENDIPIA ━ billy hargroveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora