SERENDIPIA ━ billy hargrove

IV

[CAPÍTULO CUATRO: “ZORRA”]

Camila pedaleó lo más rápido que pudo hacia su casa, era tarde, demasiado tarde, las 8:14 para ser exactos.

Al llegar a su casa, vio a su papá en la puerta, tocó el código y pasó.

Carajo, pensó Camila. Caminó junto a su bicicleta hacia la entrada, iba a tocar el código, pero oyó la conversación entre Once y su papá.

— ¿Qué habíamos dicho? —oyó decir a su papá.

— No hubo aviso.

— ¿Qué? —preguntó Hopper.

— No hubo aviso —volvió a repetir la menor—. Son 8-1-5. Llegas tarde.

Camila se rio por lo bajo, adoraba a Once con todo su ser.

— Sí, se me pasó el tiempo. La próxima vez, les avisaré —dijo Hopper—. Y son las 8:15. No 8-1-5.

— Las 8:15 —dijo Once.

— ¿Qué habíamos dicho? —volvió a preguntar Hopper—. Primero la cena, luego el postre. Siempre. Es una regla. ¿Sí?

— Sí.

Camila sonrió involuntariamente y apoyó su cabeza en la puerta.

— Por cierto, ¿Y Camila? —preguntó Hopper.

Camila dejó su bicicleta a un lado, y tocó el código en la puerta, esta se abrió al finalizar.

— Llegas tarde —dijo Once.

Ambos estaban sentados en la mesa, estaban cenando.

— Perdón, fui a ver algunas cosas y… —Camila recordó lo que le dijo Billy en la tienda—… se me fue el tiempo.

— Que no vuelva a ocurrir —dijo Hopper mientras la señalaba con un tenedor—. Ahora, siéntate, que la cena se enfría.

Camila obedeció y se sentó junto a Once. Los tres hablaban sobre cualquier cosa, se entendían bien, parecían una familia.

El despertador de Camila sonó, indicando que eran las 6:30 de la mañana.
Se cubrió la cara con la almohada, al quitársela se llevó un susto.

— Cielos —dijo cuando vio a Once, vestida con una manta blanca, a su costado.

— Fantasma.

Camila le destapó la cara y le sonrió.

— Eso no depende de mí, y lo sabes —dijo, sabía lo que la pequeña quería—. Pero con preguntarle no perdemos nada.

Camila se duchó, al salir del baño escuchó la conversación entre su papá y Once.

— ¿De qué hablas? —preguntó Hopper.