Página O2

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Una de las razones por las que jamás abandoné mi sueño —además de lo terco y perseverante que a veces suelo ser—, fue ella

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Una de las razones por las que jamás abandoné mi sueño —además de lo terco y perseverante que a veces suelo ser—, fue ella.

De solo pensarlo, siento que mi estómago sufre un revoloteo de miles de mariposas como dice Uraraka-san. Recuerdo bien que, a pesar de saber que no tenía una singularidad, ella seguía motivándome, nadie podría entenderme mejor, después de todo, ella tampoco tenía una singularidad y aunque hasta donde sé, jamás fue excluida de la misma forma en que me trataron a mí, comprendía mi sentir.

Muchas personas podrían decir que simplemente era un acto de misericordia y empatía, ¿dos rechazados siendo amigos? No es algo nuevo ni en este ni en otro mundo u otra época. La sociedad se crea así, supongo, las personas no se van a unir a un grupo donde sean completamente diferentes a ellos, sino que intentarán hacerse parte de un grupo donde se sientan cómodos, me gusta pensar que yo fui eso para ella, que de entre tantas personas, me eligió a mí.

No es que sea una competencia ni mucho menos, pero es lindo pensarlo, porque aunque sea por un momento efímero, saber que esa persona especial se siente cómoda a tu lado es bastante reconfortante. Honestamente no me importan mucho sus motivos, pero sé que ha hablado de sus propias razones por las cuales ha estado conmigo todo este tiempo, de solo recordarlo me siento nervioso y no necesito ningún espejo para saber que mi rostro está enrojecido por completo, pero ella solo se ríe y dice que así soy aún más tierno.

No la contradigo, porque no puedo y porque me gusta su risa escandalosa y la sonrisa que parece perpetua cuando está conmigo. Y yo sonrió, porque no sé cómo ocultar mis emociones que solamente ella me provoca con un simple y sencillo gesto.

Recuerdo que antes de ingresar a la U.A. era un simple chico debilucho que estaba obsesionado con los héroes —bueno, lo sigo siendo—, que soñaba con poder estudiar en la misma escuela que el Símbolo de la Paz, pero para todos los que me conocían decían que jamás lo cumpliría, porque solamente era eso: un sueño.

No los culpo por creer eso, si lo veo todo desde su perspectiva, yo tampoco me tragaría el cuento de un adolescente quirkless jurando convertirse en el mejor héroe de todos, sin embargo, creo que sería más empático y no un golpeador que goza de humillar a las personas, pero está bien, supongo, éramos solo unos niños y a esa edad uno no piensa bien las cosas que dice y sobre el daño que pueden ocasionar, por ese entonces, a pesar de los insultos, críticas y los daños a mi autoestima, ella era lo único que me sostenía.

Era un rayo de luz chiquito que extendía su mano para ayudarme a levantar en cada caída, a veces sentía que siempre tropezaba con la misma piedra una y otra vez, como si no fuese capaz de poder encontrar un camino diferente y poder ser independiente, y a pesar de lo torpe que era... Ella solo se reía y se quedaba a ayudarme, no importaba qué, era capaz de limpiar mis lágrimas y sonreírme de forma tan radiante que a veces parecía el mismo sol de las mañanas que entraba por mi ventana.

Mamá decía que era afortunado, que tener a alguien así de incondicional pocas veces se lograba en esta vida, yo le creía, porque sabía que como ella jamás habría dos, era única para mí, incluso si ella se compara con los demás, por el color de ojos, la forma de su cabello o su complexión física... Yo jamás la idealice igual que las demás, para mí era como encontrar una flor en pleno desierto, un tesoro oculto que solamente alguien demasiado aventurero o con mucha suerte es capaz de encontrar.

A veces me siento egoísta por desear que no esté con alguien más, no me refiero a prohibirle amistades o algo por el estilo, jamás me atrevería a hacer algo parecido, me refiero a que, si ella se da cuenta que puede estar con alguien mejor que yo, vaya a irse. De solo pensarlo, siento que el estómago se me revuelve de mil y un formas.

Pero sé que es algo inevitable, porque yo jamás podría estar con ella.

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Un libro sobre ti | [Izuku Midoriya × Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora