Capítulo 7: Las promesas de los celestiales son más serias de lo que crees.

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Para ser quien es y ocupar la posición que ocupa sin contar la cantidad de cosas que ha visto a lo largo de los siglos, Wei Ying se siente que sueña.

Él solo tuvo que comentarle a Lan Zhan sobre cuanta curiosidad le causaba el poder volar como las aves para que este se transformara y le hiciera subirse sobre su lomo para mostrarle qué se sentía volar.

Wei Ying no puede sentirse más satisfecho con la situación.

Dejando de lado el hecho de que el cuerpo helado de Hanguang-Jun ya le ha adormecido toda la parte de los muslos y las piernas, el panorama que se le presenta es más de lo que alguna vez imagino.

El cielo es tan extraordinario como terrorífico.

La extensión de este es algo que no se había planteado hasta el momento y es que con sus dedos tocando las nubes que le dejan los dedos húmedos, no es capaz de pensar en un punto en que este terminara sin sentir que su cabeza se podría partir de solo analizarlo.

Siempre escucho hablar sobre que el cielo no parecía tener fin, no era algo a lo que le tomara mayor importancia pues se supone que todo tiene un comienzo y un final ¿verdad?, pero ahora que se le da la oportunidad de contemplarlo de primera mano no encuentra donde comienza y termina este, pareciendo casi que la nada misma es la que rodea una masa de tierra y agua.

Cuando se aventura para bajar su mirada se encuentra con que todo es más pequeño debajo de ellos, el bosque siendo un punto verde del que no se distingue algo más allá que el color y el río más cercano; el pueblo es el que menos se logra ver notándose únicamente una agrupación de vegetación, tierra y montañas a su alrededor.

El mundo terrestre parece insignificante ante lo magnífico del cielo.

Volar se siente como un sueño, uno que es aterrador y maravilloso al mismo tiempo.

Con el viento golpeando suavemente su rostro supone que ya se puede dar una idea de qué sensación experimentan las aves al deslazarse por algo aterradoramente infinito cómo lo es el cielo, su conclusión es que se siente como la libertad se debe sentir.

Sus manos vuelven a aferrarse lo mejor que pueden sobre la piel de Lan Zhan, sus piernas ajustándose a pesar del frío.

—No puedo creer que esto es lo que ves cada que vuelas —sus manos recorren la piel escamosa, se deja llevar por la sensación agradable que le produce el acto—. Ya entiendo por qué rara vez muestran su forma humana, nadie querría caminar cuando puede volar.

No dice nada más durante un rato, dejándose maravillar más por el paisaje que se le presenta.

Cuando los primeros tonos de naranja se asoman, Wei Ying le avisa a Lan Zhan que es hora de descender, ya que los esperan los animales y el recorrido aparentemente resulto más largo de lo que en un inicio se pudo haber planeado.

Al volver al bosque se encuentra con YanYan durmiendo en el mismo lugar que la dejaron antes de partir.

—Esto es el colmo —hay cierta incredulidad y gracia en su voz al hablar al ver a la regordeta perra dormida bajo la sombra del árbol—. Duramos al menos un par de horas allá arriba y ella no parece ni siquiera haber cambiado de posición en lo más mínimo.

A pesar del ruido que causo el aterrizaje o lo fuerte de su voz, YanYan seguía imperturbable.

—Eres una pésima guardiana de reemplazo, YanYan —si bien sabe que la perra no lo escuchara, continua con su alegato—. Bien podría una turba venir a robar conejos y tú ni en cuenta.

YanYan no parece dar señales de despertar pronto, Wei Ying simplemente se rinde.

Al tratar de poner una pierna sobre tierra esta no le responde al estar entumecida, por lo que Wei Ying termina tirado en el suelo, cara recostada contra el pasto y el cuerpo cerca al del dragón.

Guardianes; mdzsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora