Capítulo 11: Con la bendición del emperador.

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Wei Ying adora nadar.

En este punto de su existencia no tiene más que unos cuantos ya borrosos recuerdos de su vida humana los cuales una buena parte no son tan agradables como le gustaría. Dentro de esta pequeña recopilación que tiene dentro de su cabeza existe una memoria que destaca sin que él lo pueda evitar.

No existe una imagen en realidad, solo sensaciones y sentimientos como la de una corriente de agua pasando por su cuerpo haciendo juego tanto con la incertidumbre como con la diversión que le generaba nadar.

En ocasiones cuando cierra los ojos y se hunde lo que su cuerpo más le permite dentro de la masa de agua puede volver a escuchar en el fondo de su cabeza la amable voz de un hombre pidiéndole tener cuidado, seguida de la cantarina risa de una mujer. No se atreve a darles nombres ni títulos buscando no perjudicarse a sí mismo de alguna manera, pero muy en el fondo sabe que aquellas voces son las de sus padres las cuales a pesar de los centenares de lunas no ha podido olvidar.

Hace un tiempo nadar le era tan reconfortante como nostálgico. Su amor al moverse dentro del agua se debe a que esta acción era la única que le permitía sentir algo de quien fue y no quien se ha convertido, masoquista, sí, ¿pero no todos los seres existentes somos un poco masoquistas?

La cosa es que desde hace unos meses nadar ha pasado de ser un acto de masoquismo contra sí mismo para ser aquella cosa que puede compartir con la persona que se ha vuelto la alegría de su corazón.

El nado ahora tiene otro significado, uno que no está plagado de crisis internas, afectos hacia personas de quien no recuerda prácticamente nada y un daño a él mismo para pasar a ser chapoteos, risas, enseñanzas sobre como no ahogarse —por favor Ah-Zhan toma aire cuando entres al agua— y juegos donde se permiten ser un par de tontos el uno con el otro.

Ahora puede construir nuevos recuerdos con la persona que ama. Eso es más de lo que alguna vez llego a pedir, sobre todo porque jamás llego a creer tener a alguien como Lan Zhan a su lado.

Lan Zhan, oh, Lan Zhan que solo viste un simple pantalón de lino que le ha regalado Wen Qing hecho especialmente para su medida. Lan Zhan quien está sumergido en el río de Yiling a su lado y mira con asombro a los peces que pasan por su lado ignorando totalmente su presencia.

Tan lindo.

No me importa que en realidad sea una bestia imponente porque Dianxia ¿desde cuándo un guardián celestial de alto estatus puede verse tan adorable con sus mejillas llenas de aire?

Lan Zhan es una imagen divina que se le presenta con todo su espeso cabello negro extendido al estar dentro del agua, el azul intenso llenando de color tanto sus cuernos como las escamas de su cola sin contar la ternura que le da el verle las mejillas llenas por retener el aire.

Sabe que Lan Zhan es hermoso, un ser maravilloso tanto en personalidad como en apariencia, pero presenciar algún rastro de mundanidad de la etérea figura de los cielos llena su pecho de júbilo haciéndole sentir que puede volar con solo observarle un breve momento.

Está muy enamorado de su A-Zhan al punto en que el sentimiento le quema el pecho haciéndole querer gritar.

Nunca había sentido algo como esto ni hubo un sentimiento remotamente cercano para que siquiera pudiera hacer una comparación. La realidad es que la experiencia es tan abrumadora gracias a la intensidad de sus afectos que con solo ver al guardián de cabellos azabache y ojos dorados le dan ganas de llorar.

Lan Zhan sigue a los peces que pasan a su lado, posiblemente llevado por la curiosidad de saber a dónde es que estos se dirigen. Tratando de no reírse para evitar tragar agua, Wei Ying los sigue a su propio ritmo.

Guardianes; mdzsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora