Capítulo 4: Lo etéreo se encoge ante lo desconocido.

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Al final tuvo que ayudarle al desconocido a vestirse.

No fue una tarea fácil, concentrado entre tratar de tragarse la vergüenza por la incómoda situación y sus ojos fijos en cualquier parte menos la figura del hombre, la tarea fue más difícil de lo que debería. Cuando finalmente estuvo vestido, sintió que podía respirar de nuevo.

Rápidamente se aparta del otro, entre menos se toquen mejor ¿no?, si la situación fue incómoda para él, no imagina cuanto lo fue para el pobre que fue, sin quererlo, manoseado.

Pobre tipo, parado como un tronco dejando que un completo desconocido toque su cuerpo desnudo porque no sabe qué hacer con la ropa que le han prestado.

Puede que posiblemente este ni supiera que la ropa era prestada.

Es más, puede que ni siquiera sepa lo que es la ropa.

Bueno, ha estado en situaciones más bochornosas que esa, pero aun así...

Dándose el valor suficiente, levanta la mirada para examinar al sujeto a detalle.

Lo que encuentra no le sorprende, al menos, no le sorprende lo que debería.

Efectivamente, si el hecho de que aquel hombre tuviera el mismo qi que el dragón no sirve como suficiente prueba de que es la forma humana del mismo, sin duda el par de largos y hermosos cuernos adornando su cabeza o la larga cola que se distingue detrás de este lo son.

Es el dragón, bien, eso es de esperarse.

Lo verdaderamente anonadante es la belleza del mismo como un ser humano.

Si bien como la gran bestia celestial que cayo en el bosque este no se bajaba de majestuoso con su imponente figura y singular belleza, pero el sujeto frente a él podría ser perfectamente un emperador celestial y nadie dudaría de ello.

Incluso usando una deshilada túnica negra que la cual le queda un poco corta más la obvia confusión en su rostro, el hombre frente a él es hermoso. Un espeso cabello azabache cayendo más abajo de su espalda, piel tan pulcra y lisa como si fuera una pieza de jade, ojos dorados y unos rojos labios delgados terminando de adornar su esbelto rostro.

Etéreo, no hay otra palabra para describirlo.

Fuera de la belleza que aquel magnifico ser carga consigo, es su aura fría y ojos permanentemente aburridos lo que le da ese toque de encanto e irrealidad.

Es simplemente tan bonito que Wei Ying cree que puede llorar por solo verlo.

Ninguno dice nada, los animales se han empezado a agrupar cerca de ellos atraídos por el aura que emanaban ambas energías que se oponían, la de Wei Ying haciéndose notar, lista para ser usada y la de la joven desequilibrada. Los más grandes estaban detrás de él, resguardando la espalda de su guardián por si en algún momento deben saltar al ataque.

Por otro lado, los conejos se habían acercado a ver al hombre que no dejaba de mirar todo a su alrededor con suma confusión.

Pequeños traidores, tan rápido lo cambiaron porque encontraron un nuevo amor.

Triste.

Bueno, en realidad nunca tuvo del todo la lealtad de los conejos, ellos eran lindos, jugaban con él si se los encontraba en un momento de propio aburrimiento, pero estos nunca le seguían como los demás, prefiriendo esconderse dentro de sus madrigueras.

Eso es aún más triste.

Sea como sea, cuando una pequeña motita de color marrón se acerca a olfatear el pie del hombre, este se sobresalta al verla moverse, un gruñido bajo saliendo de su garganta. Rápidamente Wei Ying se pone en guardia, atento a cualquier acción que el otro guardián pueda hacer contra cualquier animal.

Guardianes; mdzsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora