3 Vuelta

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Después que mi padre desapareciera, nunca volví a cruzar tras el agujero.

Sí que pasa, todavía no he superado la desaparición de mi padre. Pero no es solo eso, si no que nunca se despidió de mí, y eso me enfado y me entristece mucho.

Ahora que mi padre no está, mi madre casi no aparece por casa. Porque todo le recuerda a él, y también tiene que trabajar el doble para mantenernos.

Pero viene lo bueno, me toca a mi, y no a mi hermano, hacer la comida y limpiar la casa.

Casi se me olvida (bueno puede que lo hiciera adrede); Jack, es mi hermano mayor,y no nos llevamos que se diga especialmente bien. Él siempre está molestándome, porque le divierte. Y ahora encima tiene un grupo de amigos que también me fastidia. Él casi nunca está en casa, prefiere salir con sus amigos. Entonces yo me ocupo de la casa.

Hoy me he despertado con mala gana, no me apetece limpiar la casa. Y además mi hermano no ha salido y se reirá de mí.

¡Sí decidido! Hoy no voy a limpiar la casa ni hacer la comida. Me merezco un día libre ¿no?

Por fin decido levantarme de la cama y darme una duchita rápida; me visto con un mono vaquero, debajo una camisa blanca y una chaqueta negra. Cuando llego a la cocina, ahí está él.

-Buenos días Katherine, o debería decir granjera Katherine- me dice soltando una enorme carcajada. Me enfurezco tanto que me lanzo cabreada a sus brazos y le empiezo a pegar. Hasta que él me aparta con un gran empujón, y me dice:

-¿Te has levantado con la pierna izquierda esta mañana?- sacando esa sonrisa pícara.

-Déjame no estoy de humor, Jack.

-¿Qué te pasa te ha dejado el novio?- me dice, y se empieza a reír escandalosamente. "En estos momentos he aprendido que es mejor seguirle la corriente", me digo a mi misma.

-Pues mira, sí- le digo dándole un golpecito en el hombro.

Cojo un trozo de pan y salgo corriendo, para alejarme de él y sus chorradas, y así aprovecho para dar un paseo.

-¿A dónde vas?- me dice de fondo. Pero no le contesto, me dedico a seguir corriendo, hasta que pierdo de vista la casa y a él.

Después de 20 minutos caminando sin rumbo. Me doy cuenta de que estoy en el agujero de la valla. Me acerco procurando que nadie me vea, y miro tras él. "Está todo igual de antes" me digo a mi misma. Cuanto tiempo ha pasado desde la última vez que entré, exactamente dos años.

Me armo de valor y decido que voy a entrar. Primero paso la mano a través del pequeño agujero.

-Está frío- me susurro, para mis adentros.

Cuando justo decido que voy a entrar, unas me lo impiden...

TRAS LAS ESTACIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora