10

43 3 1
                                    

Estoy en el bosque, hace frío y tengo hambre, mucha hambre. Está lloviendo y estoy empapada. Lo veo todo borroso debido a la lluvia que se me mete en los ojos. Me levanto, como puedo, del suelo embarrado. Noto como el agua me llena los zapatos, calándolos. Cada vez que doy un paso el agua chapotea bajo mis pies. Me concentro en dar primero un paso y después otro, intentando olvidar el frío y el hambre que tengo. Cada vez me resulta más difícil concentrarme en caminar, no veo nada y los pies no quieren despegarse del suelo, como si tuviera un imán bajo ellos. Veo sombras que aparecen y desaparecen, aterrándome y haciendo que pierda los sentidos. Me paro en seco, no tengo fuerzas para seguir caminado, me llevo las manos a la cabeza y cierro los ojos para que las sombras desaparezcan. Me froto las manos con la cara para que me ayude a que las sombras se marchen de mi mente. Abro los ojos despacio, empiezo a ver mejor aunque aún algo borroso, las sombras han desaparecido. Vuelvo a reanudar el paso, me concentro en mover los pies, primero uno después el otro. No me acuerdo porque estoy aquí, ni siquiera me acuerdo de nada de lo ocurrido en una semana. ¿Qué día es hoy? ¿En qué bosque estoy? Son preguntas que no puedo responder, ¿voy a morir? Sacudo la cabeza para olvidar la pregunta que me he formulado. Vuelvo a concentrarme en caminar, no quiero pensar en nada más, me concentro en mi respiración que esta entrecortada debido al esfuerzo que estoy haciendo. Inspirar, expirar, inspirar, expirar; no quiero pensar en nada más solo: inspirar, expirar.

Tengo la sensación de que alguien me sigue, noto su respiración alterada en mi nuca que me provoca escalofríos y hace que se me pongan los pelos de punta. Me paro, me giro... ahí están otra vez las sombras que me agarran del brazo, aterrada empiezo a correr. Corro, corro como si no hubiera mañana. Me tropiezo y caigo al suelo. Me duele todo el cuerpo debido al impacto. Veo las sombras alrededor de mí, me acurruco junto al árbol juntando lo máximo posible las rodillas a mi pecho y escodo la cabeza debajo de mis brazos. Cierro los ojos, noto las sombras junto a mí. Tengo que hacer algo, no puedo pasar toda mi vida en ente árbol. Despacio voy abriendo los ojos y quitando mis brazos de mi cabeza. Levanto la mirada a la amenaza que tengo delante, las sombras se acercan mucho a mí, levantan un cuchillo...

Me despierto sobresaltada y sudorosa. Estoy en mi cama, el corazón me late a mil por hora. Giro la cabeza para ver la hora, las tres de la mañana. No tengo sueño, no después de esta pesadilla. Me levanto de la cama, me asomo a la ventana, es completamente de noche. Doy un suspiro, me paso las manos por los ojos para quitarme las legañas. Me visto lentamente sin prisa, me siento en la cama una vez ya vestida y me pongo mis botas. Salgo de mi habitación sin hacer ruido, me dirijo hacia la calle, dar un paseo me vendrá bien. Salgo de casa sin ningún rumbo en concreto, hacia donde mis pies me lleven. Entonces me pongo en pensar todo lo ocurrido en estos días; parece mentira que en tan poco tiempo hayan pasado tantas cosas...

Solo pensar en que hoy empiezo a trabajar se me ponen los pelos de punta. En qué estaba pensando para ser guardiana de los límites, es un trabajo muy peligroso que pondrá mi vida en peligro. Pero en parte podré averiguar más a cerca del amuleto y sobre mi padre, ¡pero que estúpida soy! Es solo una leyenda, todo esto de los amuletos es muy extraño y algo casi imposible, digo tratando de convencerme. Aunque se que no voy a poder parar de investigar hasta encontrar algo. También podrás ver a Harry, dice la voz de mi conciencia. Me ruborizo solo de pensarlo; pero que ingenua soy, es imposible que se haya fijado en mí. Tengo que olvidarlo, pero tiene unos ojos y es tan mono... ¡Calla tonta! Dice mi conciencia. Joder tiene razón, no me quiero pillar por nadie, luego vienen las decepciones y se pasa muy mal, y no quiero eso...

Me alejo de mis desordenados pensamientos y levanto la mirada del suelo. Ahí está, el agujero de la valla. Mis pies me han guiado hasta aquí, una vez más. Sin darme cuenta lo estoy atravesando; noto como los mis pies cansados se van enfriando por el contacto de la nieve bajo mis suelas y como mi nariz se va volviendo roja por el contraste de temperaturas. Es una sensación maravillosa y liberadora, que conozco muy bien. Me voy adentrando en el frio bosque que ahora esta a oscuras. Inquieta no dejo de mirar de un lado para otro; el bosque de día es muy bonito, pero de noche da miedo. Cualquier ruido que oigo me sobresalta, y hace que un escalofrío me recorra el cuerpo entero.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 16, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

TRAS LAS ESTACIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora