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Mi madre ya llevaba 7 meses de embarazo y mejoraba.

La bebita estaba bien, pero pronto algo empezó a preocupar a los doctores, Ana se movía cada vez menos, sus latidos disminuían poco a poco.

En el hospital había una chica, tenía VIH, era 2 años menor que yo, Emma. Visitaba muy frecuentemente el hospital y yo estaba con ella, se había convertido en una gran amiga para mí. Tenía un gran sentido del humor pese a su enfermedad. Solía pasar a veces las noches en su habitación, cuando sus padres no podían.

Una noche estaba con ella, jugando monopoly en su habitación, cuando mi padre vino, con lágrimas en los ojos

- Hija - dijo pesadamente - Ana murió.

- La bebé? - dije atónita.

La bebé había muerto, su pequeño cuerpecito ya no soportaba los fuertes medicamentos para mi madre. Y de pensar que solo le faltaba 1 mes! DOCTORES INCOMPETENTES! La pudieron haber salvado! Le hacían una cesárea y listo! PERO NO! Ya era muy tarde, ya no sería hermana, mi madre ya no tendría el bebé que tanto añoró y Niall no vería al bebé que tanto quiso ver.

Mi corazón en ese momento estalló en 2, Emma como pudo me dio un abrazo, yo simplemente no paraba el llanto. Alcé la mirada y note que mi padre también estaba como yo.

- Le están haciendo el curetaje a tu madre - explicó él.

- Pero papá - dije horrorizada - Cómo pudo haber pasado?

- Tranquila, saldremos de esto.

Esa noche me quedé con Emma, verla me daba fuerzas y ella también me consolaba. A la mañana siguiente visité a mi madre, estaba más que destrozada, y es que debía, Ana era la única que le daba fuerzas para seguir viviendo.

Pero me decidí a que eso cambiara.

Como ya no tenía la bebé, su sistema no era tan delicado, así que le dieron el alta, pudo ir a casa (Bueno, la casa de EEUU) Pero tenía que ir una vez por semana al hospital, al igual que yo visitaba a Emma con bastante frecuencia.

Pasaba grandes momentos con mi madre, los momentos que nunca pasamos esta vez sí lo hicimos. Visitábamos orfanatos para jugar con los niños y así hacer felices a unos cuantos. También visitábamos los hospitales, en las zonas de niños.

Mi madre y yo nos convertimos en las mejores amigas. El tiempo pasaba, el año, se agotaba. Ya tenía 17 años, cursaba el último de la secundaria, ya tenía decidido que estudiar, pediatría. Estaba segura de salvar vidas, vida que una vez me quitaron de las manos.

Gracias al destino (niall y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora