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Los días pasaban y me encantaba estar con mi madre, paseábamos (Claro, teniendo en cuenta su estado) veíamos películas, hablábamos y todo, sin duda era mi mejor amiga.

- Hija, porque te viniste?

- Mami, tenía que darte tu mejor año - le expliqué.

- Pero si me has dado los mejores 17 años de mi vida.

- Lo dejé todo atrás por ti, mami, porque te amo.

- Qué pasó con Niall?

- Está muy bien - o eso suponía, dije.

- Aún llevas tu dije, no?

- Sí, me hace sentirlo - dije mientras derramaba una lágrima y mi mamá la borraba de mi rostro - Me hace sentirlo de alguna manera, cercano.

- Te amaba.

- Y yo también lo amé, mami.

- No has sabido nada de él?

- No, para nada - admití avergonzada - Todo el tiempo he estado contigo.

- Hija, quiero que cuando todo esto acabe, busques tu propia felicidad.

- A qué te refieres?

- A que dejes de actuar en pro de la felicidad de los demás - me dijo - Ya te mereces tu felicidad propia, no crees?

- Eso intentaré.

- Eres muy fuerte, hija.

- No más que tu.

- Sí, mucho más - me dijo - Ya Anita me esta llamando.

- Qué?

- Que Anita me llama, hija.

- Te refieres a qué? - dije tanteando el terreno - No! No digas eso mamá! Eres loca?!

- No, mi amor. Todos sabemos cuándo se acerca la hora.

- No, mami. No digas eso.

Nos dormimos y dejamos que llegara el día siguiente.

Pero el día tenía que llegar, una mañana desperté y fui a llevarle el desayuno a la cama a mi mamá y no la encontré. Vi una nota en mi cuarto, habían ido al hospital. Me dirigí allí.

Cuando llegué a su habitación no me dejaron entrar. Cuando vi salir a unos médicos con el equipo de resucitación. Salió mi padre.

- Hija - dijo pesadamente - Falleció.

No lo pude creer, era casi imposible. Me deprimí al instante, de verdad Anita la había llamado.

Al día siguiente fue el velorio, Emma asistió y toda la comunidad latina del vecindario. De verdad que estaba inundada del dolor. Mi padre cuando notó mi profundo dolor me habló.

- Hija - comenzó - tranquila, tu mamá ya necesitaba descansar. Ahora está en un lugar mucho mejor, con Ana, ella deseaba tenerla en sus brazos, ahora seguro que la tiene, mientras nos ve. Tú tienes que continuar tu camino y no bajar el rostro, súbelo, enorgullécete de haber tenido a tan buena madre. Cada vez que estés en una ventana, y veas un rayo de luz entrar, será tu madre, apoyándote en todo lo que hagas. Y ella hubiese querido que siguieras feliz, como lo eras antes, ir a nuestra ciudad y continuar con nuestra vida, pero ahora con un ángel a nuestro lado, cuidándonos siempre. Vamos hija, fuerza.

Esas palabras me hicieron recapacitar, desde ese momento sentí la presencia de mi madre junto a mí, un ángel que me cuidaba.

Luego del velorio partimos para enterrarla en nuestra ciudad, ya estábamos de vuelta allí. Ya yo tenía mis 17 años cumplidotes y a punto de entrar en la universidad, tal como antes había dicho, estudiaría pediatría.

Con mucho dolor dejé a Emma, se había convertido en una gran amiga, me prometió que vendría de vacas algún día, yo le prometí lo mismo.

Gracias al destino (niall y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora