Capítulo 21: Pequeño golpe de realidad

35 5 0
                                    

El domingo por la mañana, Blayne se levanta particularmente temprano y con un leve dolor de cabeza. Al llegar de su tarde de compras la noche anterior, ambos optaron por dejar para otro día su "sesión de modelaje". A pesar de las ganas de Kurt por ver a su novia con la ropa nueva y el anhelo de Blayne por verlo con la bonita falda, el entusiasmo estaba notablemente decaído. Entonces, Kurt la dejo en el cuarto de lavado y se despidió con un pequeño beso en la frente deseándole dulces sueños. Ella se quedó ahí, más del tiempo necesario, lavando la ropa con la esperanza de que el suéter se secara y el saber qué hacer con todo lo que cruzaba por su cabeza.

Cuando finalmente estuvo en su habitación, con olor a jabón y debajo de las sabanas, no pudo dormir. Durante las primeras horas se debatió sobre mandarle algún mensaje a Kurt, preguntarle si estaba igual de nervioso que ella, pero se contuvo. Blayne solo asumió que ese malestar se debía a la cena dentro de algunas horas aunque en el fondo sabía muy bien que, en su mayoría, eso no era cierto.

Piensa en lo que dijo Cooper y solo quiere volver al momento en donde no le aterraba hablar.

Una sábana envuelve su pequeño cuerpo mientras se dirige hacia el baño e ignora que la arrastra durante todo el camino. Al llegar, se queda de pie frente al lavabo y su mirada se dirige al espejo. Sus ojos se ven ligeramente rojos y ni siquiera recuerda haber llorado, ¿será por no dormir lo suficiente? ¿Quizás lloró entre sueños?

Lágrimas comienzan a recorrer su dulce rostro, algunas se deslizan hasta su boca, dejando el sabor salado, y otras simplemente caen hacia el frío azulejo. Instintivamente toca sus ojos y los talla con fuerza, sin preocuparse de si eso los pondrá aún más rojos o hinchados. Solo quiere parar de verse a sí misma haciendo un mar todo el tiempo.

― Basta, basta, basta...―

―No tiene nada de malo llorar Blaine, llorar está bien.

Las palabras llegan a ella y, aunque sabe que no hay nadie, voltea a sus lados esperando encontrar alguna respuesta.

A veces en sus sesiones con la psicóloga no puede evitar llorar. Hay cosas que la deshacen cada que habla sobre ellas y siempre que sucede se siente un poco estúpida. Eso obviamente no pasó desapercibido para la doctora Smith porque, en su última sesión, le dijo esas simples palabras mientras ella desesperadamente trataba de controlar sus lágrimas con un pañuelo.

―Adelante, toma los que quieras, para eso están.

Sabe que llorar y sentirse triste de vez en cuando está bien, no tiene nada de malo. Solo ella quisiera que no tuviera la necesidad de hacerlo por las cosas que se lo provocan. Quiere derramar lágrimas al sentir el ardor de cortarse el dedo con una hoja de papel, cuando lee algo encantador y su corazón se hincha de amor o cada que Kurt le hace cosquillas sin descanso mientras le dice cuánto le gusta escucharla reír. No quiere hacerlo por sentirse mal consigo misma y mucho menos por miedo de no ser entendida. De nuevo.

Si su familia la malinterpretó, ¿significa que todos los demás lo harán? ¿Tan siquiera vale la pena intentarlo otra vez? ¿Correr el riesgo?

Sus manos tocan el espejo y se permite observar con atención por algunos segundos antes de apartar la mirada. A veces le gusta verse, a veces se siente la persona más linda del mundo. Por eso anhela el momento en el que cada vez que vea su reflejo, pueda sostener la mirada y sonreír.

Lo único que la consuela antes de darse por vencido, es que dentro de un par de horas sus ojos perderán el color rojo y volverán a verse tan brillantes como siempre.

Se mete a bañar y el resto del día simplemente espera el mensaje de Kurt mientras devora todas sus barras de cereal en la cama. Sabe que debería comer algo más, ir al comedor quizás, pero se mantiene ahí por miedo a que la sensación de nudos en su estómago empeore.

I Wish I Was PrettyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora