Epílogo: Llego al alba sin presión y en calma

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A Blayne le encanta usar su propia llave, entrar al loft y que lo primero que la reciba, además de los cálidos brazos de Kurt, sea el embriagante olor del limonero de interior que Rachel decidió comprar y por el cual estaba muy emocionada. Claro, hasta que se dio cuenta que en realidad los limones que daba eran meyer.

Por supuesto que no puedo beber eso, absolutamente no.

¿Qué estaba pensando su hermana cuando lo consiguió, pensando que era otro tipo de limón? Nadie tiene idea. Para aún mas desgracia de Rachel y deleite de Cooper, él le restregó en la cara durante semanas que obviamente eso nunca le pasaría porque tiene a un agente para que se ocupe de ello.

Deja su pequeña maleta al lado del sofá, se quita el ligero suéter blanco para colocarlo cuidadosamente sobre una de las sillas y camina hacia la ventana en donde sabe que el limonero está para su dosis diaria de sol. Cada que está aquí desde hace poco más de un año, le gusta cantarle o simplemente hablarle cuando está a su lado, cree que es algo lindo. Aunque han sido contadas las veces, Kurt siempre la mira desde lejos y, cuando termina, le dice con un beso en la frente que definitivamente lo ha de apreciar.

Lo silencioso del loft la desconcierta un poco cuando finalmente se aleja de la bulliciosa ventana con una suave adiós a las hojas y a la bonita maceta azul con puntos anaranjados, la cual había acompañado a su mamá para comprarla como un regalo que solo sirvió para recordarle, de nuevo, su mala suerte a Rachel. Se sienta con un brinco en el cómodo sofá y mira a su alrededor, como si apenas lo estuviera notando.

Sabe que Kurt aún está en la escuela trabajando en uno de sus proyectos de fin de año y que Rachel tiene sus ensayos para su gran oportunidad en Broadway, pero, no escuchar algo más allá de los sonidos de la ciudad, la pone un poco nerviosa.

Suelta un gran suspiro y comienza a amarrarse los rizos con la liga que descansa en su mano, porque aunque definitivamente ama que después de dos infinitos años finalmente le lleguen hasta los hombros, aún no se acostumbra a que todo el cabello vaya hacia el frente. Se acomoda para sentarse sobre sus piernas y saca su carta de aceptación a Julliard del bolsillo lateral de su vestido con una inmensa sonrisa.

Cuando la carta llegó hace pocas semanas, ella regresaba de una intensa práctica de baile desde la casa de Marley y de haber lleva a Unique a su casa, todo su cuerpo dolía y solo quería llegar a ducharse. No imaginaba que, tan inocentemente, estaría ahí cuando abriera y checara el correo. Después de calmar un poco sus nervios, que fácil duraron más de media hora, la abrió con manos temblorosas y con la atenta mitrada de sus padres. Cuando la termino de leer ni siquiera les dijo que decía, solo los abrazo con su sonrisa brillante y ojos llorosos para después salir corriendo con pequeños brincos a su habitación con la intención de llamar a Kurt y contarle la gran noticia.

Solo le gusta llevarla a todos lados para asegurarse que no desaparecerá si la deja sin su supervisión y, después de que Tina le confesó que hace lo mismo con la suya de Brown, no se siente tan mal. Además, Kurt dijo que la quería ver él mismo y sostenerla en sus manos.

El sonido de unas llaves tintineando con la puerta abriéndose la emociona y automáticamente guarda el sobre para prestar toda su atención a su lindo novio que va entrando con una expresión sorprendida al verla plácidamente sobre el sofá. Ella le da un pequeño saludo con una sonrisa torcida.

―Creí que llegarías a las 5, le prometí a Pam que te recogería. ― Blayne no puede evitar bufar un poco con eso mientras Kurt se quita la bufanda que cubre su cuello y camina hacia ella para sentarse a su lado.

El trato de sus padres, totalmente injusto en su opinión, era que Blayne podía viajar sola si en todo momento, exceptuando el vuelo, claro, iba acompañada.

I Wish I Was PrettyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora