Capítulo 3: Profundo malestar

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Advertencia: Hay mención de Blayne cortándose con un abrecartas, no es nada explícito pero si alguien es sensible a esto o le incomoda, es casi al final del capítulo. También al final, una alusión a pensamientos suicidas.

El ligero cantar de los pájaros llegaba hasta la habitación de Blayne, provocando que la niña se revolviera incómoda en su cama hasta finalmente estar despierta. Paso las manos por sus ojos hinchados, quitando las lagañas que se habian formado por las lágrimas del día anterior.

Le había dicho a su papá.

Lo último que recuerda es cuando se acercó para abrazarla, susurrándole que todo estaría bien. Ni siquiera se dio cuenta cuando la vino a dejar en su cama.

Sintió el ya conocido dolor en la boca del estómago, quitándole todas las ganas de enfrentar el día. Lo único que quería era estar acostada en su cama sin ninguna preocupación ni dolor, estaba demasiado cansada y como algunas mañanas desde hace tiempo, no tenía interés en hacer algo en especial.

La mirada de confusión de su padre y el sonido de la risa de su madre regresó a su mente, atormentándola un poco ya que ninguna de esas reacciones esperaba. Bueno, tal vez si esperaba la confusión, ella misma la sentía aún cada día, pero esperaba al menos ser escuchada y comprendida. Quería que su familia la entendiera, quería que sus amigos la entendiera...quería que el mundo entero la viera como tanto anhelaba.

Que equivocada estaba.

Días después de su confesión, sus papás la sentaron junto con sus hermanos. Al parecer, todos habían hablado sobre lo que Blayne había dicho y llegaron a una conclusión.

― Blaine hemos platicado entre todos y no tienes que ocultarlo más, lo entendemos. ― Profirió su mamá, mientras Rachel y Cooper asentían dándole la razón. Su papá solo miraba a su esposa con una expresión preocupada, pero cuando sintió a Blayne observándolo le dio una sonrisa en un intento de reconfortarla. No lo hizo.

Estaba tan confundida y esto le aterraba horrores.

― Sí Squirt, todos te seguimos amando igual, nada cambia. Si alguna vez en mi carrera actoral tengo que interpretar algún personaje gay, no dudare en pedirte consejos. Tú entiendes. ― Dijo Cooper mientras le guiñaba un ojo.

¿Qué?

―Cállate Cooper, no como si actuaran de forma diferente a un heterosexual. Somos iguales.― Rachel espeto mandando una mirada de enojo a su hermano, luego volvió a poner su mirada en ella. ― Pero tiene razón Blaine, todos te seguimos amando igual. Aparte ¡es genial! Mi mejor amigo y mi hermano son gay, ahora entre los 3 podremos hablar sobre chicos y muchas cosas más. ― Rachel terminó y se acercó a ella para envolverla en un fuerte abrazo. No tenía ningún sentido todo lo que decía, pero se lo devolvió. Se alejó y una sonrisa adorno su rostro, sentándose al lado de ella tomando su mano.

― Yo...Blaine...también te sigo amando. Todos. ― Se limitó a decir su padre. Sintió una punzada de dolor por aquello.

Se quedó mirándolos a todos, ¿tal vez tenían razón? ¿Y si en realidad era gay?

Rápidamente tiró la idea muy lejos, ella no es gay. La orientación sexual y la identidad de género eran cosas distintas. Claro que le gustan los niños pero se identifica como niña, ella es una chica heterosexual. Tenía 13 años, casi 14 y sabia mas sobre todo eso que al parecer, toda su familia.

No hablo, acepto todo lo que le dijeron y no contradijo nada. Tal vez solo tenía que vivir así e ignorar lo demás, aceptando lo que querían escuchar, que era un chico homosexual y no una chica trans.

Desconoció sus sentimientos, los guardo y trato de convencerse a sí misma de que esa era la realidad. Incluso Kurt se acerco a ella y le conto como había sido para él cuando aun no se aceptaba como un chico gay, sintiéndose mucho mejor una vez que salió con su padre porque no se debía de seguir ocultando y que estaba orgulloso de quien era. Le dijo que era muy valiente por hacerlo y que eso le ahorraría dudas en el futuro sobre quién era.

Pero Kurt estaba tan equivocado, su familia estaba tan equivocada porque ella ya no sabía quién era.

Se sentía tan abrumada por todo que no había día que la sensación de incomodidad no se presentara como una mala hierba, siempre estaba ahí.

Sin darse cuenta, comenzó con pequeños cortes en el interior de su brazo, luego se dirigió a sus muslos porque una vez Cooper casi vio sus cortes. El abrecartas que había tomado de la oficina de su papá era un poco afilado y a Blayne le dio miedo en un principio pero después de que hizo el primero no pudo parar, sintió una gran liberación y por un momento nada le dolió.

Ella no sabía cómo había llegado a eso, sabía que estaba mal pero era lo único que la hacía sentir bien.

―Chicos, ¿alguno de ustedes tomo mi abrecartas? Desde hace semanas no lo encuentro. ― Preguntó su papá en la cena.

Rachel y Cooper dijeron instantáneamente que no. Blayne se quedó quieta, sus manos se enterraron en los cortes de esa tarde provocándole un pequeño gemido de dolor.

― ¿Blaine?― Inquirió su padre, volteándola a ver. Blayne le devolvió la mirada.

―No, no lo he visto. Lo siento. ― Ella nunca mentía, pero desde aquella vez que se negó a decirle la verdad a su familia parecía que se había vuelto un sucio hábito.

Después de cenar, fue corriendo al baño y se encerró. Sentimientos de autodesprecio con culpa la inundaron y ella solo podía golpearse en la cabeza, pensando en lo mala hija que era. Las lágrimas caían como cascadas, pero no por el dolor de los golpes que ella misma se había dado, sino por el profundo disgusto que estaba creciendo dentro de sí.

A la mañana siguiente, sin que nadie la viera, puso el abrecartas en uno de los cajones del escritorio de su padre y salió corriendo, al llegar a la escalera Cooper estaba observándola desde arriba. No había forma de que no la hubiera visto.

― ¿Squirt? ¿Qué haces despierto?― Dijo mientras se tallaba los ojos y un bostezo se formaba en su boca.

― Yo...solo vine a tomar agua Coop.― Reprimió el impulso de presionar de nuevo los cortes. Su hermano la miró fijamente y Blayne tembló. Sentía que Cooper podía ver a través de ella, sus cortes desde hace un mes y los aún frescos de ayer escurrir sangre y solo quería llorar. Parecía que diría algo más hasta que otro bostezo apareció.

― Creo volveré a dormir, ayer llegue muy tarde.― Se giro, pero antes de caminar a su habitación volvió la cabeza y observó a Blayne. ― Será mejor que no vuelvas a entrar a la oficina de papá, si te hubiera visto ahí probablemente habría pensado que tu tomaste su abrecartas. ― Y se fue, dejando a Blayne confundida, ¿qué tal si Cooper sabía?

Blayne solo pudo correr a su cama y enterrarse en las sabanas esperando a que su mamá no la llamara para bajar a desayunar.

Al paso de los días, dejó de cortarse, pero cada que sentía ansiedad y desprecio solía pellizcar los cortes provocando que estos volvieran a sangrar, tratando de ignorar el deseo de volver a pasar por su piel la fría navaja buscando liberar todo su dolor.

Muchas veces se preguntó en la soledad de su habitación si dejar de sentir sería mejor.


ᓚᘏᗢ                                                                                  ᓚᘏᗢ                                                                                  ᓚᘏᗢ


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