XIII

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¡Detente! ¡No quiero hacerte dano! ─ Dyrroth gritaba tratando de safarse de aquellas cadenas que lo mantenían cautivo.

Se que jamás me harías daño, esto lo estoy haciendo por los dos... solo... ¡solo asi seremos felices! ─ Dyrroth permanecio en silencio recordando esas palabras que le habia dicho días atras.

No quiero... por favor, no... ─ tampoco ella quería hacer, pero si no lo hacía problemente asesinarian a su querido hermano.

Lo siento

Un dolor punzante inundo su pecho al ver a su hermano derramar unas cuantas lagrimas, aun asi no tenia que dar marcha atrás. Sujeto con firmeza su lanza santificada apuntando a aquel cristal  para finalmente atravesarlo haciendo que los cuernos desaparecieran al igual que la cola y los colmillos, pero al instante la corrupción del abismo inundo el cuerpo de su hermano.

En un acto desesperado golpeo el cristal innumerables veces hasta que comenzaron a caer los trozos del cristal dejando un hueco en su lugar.

El pobre muchacho se encontraba desmayado, ya que mientras su hermana trataba de quitarle el cristal el gritaba a mas no poder por el dolor en su cuerpo hasta que no lo soporto mas.

Silvana sabía que aun no se habia desecho de Dyrroth, ya que faltaba eliminar el gen maligno que corria por las venas del menor.

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Aurelius abrió los ojos sintiendo un dolor en su pecho por lo que llevo sus manos a la zona del dolor sintiendo aquel hueco que probablemente jamas sanaria.

Dejo salir un pesado suspiro, estaba tan comcentrado en su dolor que no noto a las dos personas que estaban en el lugar hasta que hablaron.

¿Como se siente? ─ Esa voz tan inconfundible lo hizo alzar su mirada encontrándose con el pequeño leonin que movía su colita de un lado a otro.

A su lado se encontraba Alucard que lo sujetaba de una manera sobreprotectora, no era de extranarse ya que Harith era como su hijo.

No lo se ─ al ver la mirada de confusión del pequeño volvío a formular una respuesta ─ me duele mucho el pecho. ¿Donde esta mi hermana?

La princesa Silvana fue a una biblioteca, volvera en unas horas ─ esta vez fue Alucard quien respondió

Aurelius al no responder formo un silencio incomodo que fue minimizado por el ronroneo del menor y su curiosidad ante una polilla que volaba de aquí a allá.

Al no poder alcanzarla su lado de felino salio haciendo que maullara un poco alto, al darse cuenta cubrio su boca y sus mejillas se tiñeron de un color carmesi.

Gracias a el se volvió mas cómodo el silencio que se vio interrumpido por las risas de los mayores.

Asi se la pasaron casi todo el tiempo observando al más pequeño tratando de alcanzar la polilla, pero cuando menos lo esperaban el sueño los venció.

Cuando la princesa volvió los emcontro a todos dormidos, el pequeño albino abrazaba a ambos rubios ya que abarcaba la gtan parte de la cama, una sonrisa llena de ternura se poso en sus labios mientras se recostaba a lado de su hermano, al parecer habia reservado un lugar para ella.

Ya solo falta una semana para proponer el acuerdo de paz entre todas las razas ─ le dijo a su hermano dormido mientras acariciaba su cabello ─ Quiero que salga bien, no quiero que más sangre se derrame sin sentido alguno

¿𝓠𝓾𝓲𝓮𝓷 𝓼𝓸𝔂 𝔂𝓸?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora