VII

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El joven príncipe se encontraba en el balcón de su habitación mirando el atardecer, jamas pudo apreciar uno ya que casi siempre se encontraba en el abismo.

─Es muy lindo el paisaje. ¿Verdad? ─le pregunto aquel pequeño leonin que ya se encontraba más animado ─Pronto comenzarán a verse las estrellas.

─Si... Me gusta─ cuando estaba a punto de agregar más tocaron la puerta, ambos solo la miraron con curiosidad.

─Príncipe, ¿Puedo pasar?─era aquel cazademonios, lo pudo deducir desde que escucho su voz.

─Adelante─le permitió el acceso, al adentrarse miro con sorpresa al pequeño, pues no esperaba verlo ahí ya que era algo tímido.

─Alu. Ya tengo un nuevo amigo─dijo con inocencia el pequeño leonin mientras jalaba los ropajes del príncipe como señal.

─¿Ves que si puedes hacer amigos?, tendrás muchos. Realmente mereces algo mejor que trabajar para el imperio.─le revolvió su cabello poniendose a su estatura sujetándolo con suavidad por los hombros ─Me gustaría tener una conversación privada con el príncipe. ¿Puedo?

El pequeño solo colocó una mano en la mejilla ajena mientras asentía y finalmente marcharse dando saltitos, tal como lo hacía antes de aquel incidente.

Una vez que se encontraron a solas se acerco al balcón estando frente a el rubio, el cual parecía solo estar esperando a que el mayor iniciará la conversación, pero eso jamás sucedió.

Dyrroth sintió aquel frio metar en su cuello, asi es, Alucard coloco su arma amenazando con matarlo.

─Yo no creo en tu sucio juego. ¿Que haces aqui, demonio?

Habia decidido actuar al ver como quería engañar al inocente y bondadoso corazón de Harith, no tenía sentimientos amorosos hacia el, pero lo veía como su hermano pequeño, su familia.

Por su parte el príncipe no se movió hasta que después de unos segundos bajo su mirada.

─Yo solo quiero arreglar el imperio. Es tan corrupto que me avergüenza vivir aquí y estoy seguro de que tu sientes lo mismo ─

Había dado en el blanco nuevamente, Alucard se sentía así,  solo permanecía en el imperio para proteger a el leonin y a la princesa, la cual no tenia ni idea de todos los actos atroces que hacía su padre.

El silencio gobernaba en el lugar volviéndose incómodo para el cazademonios, bajo su espada mientras miraba al menor bajar sus ropajes para dejar su pecho descubierto mostrando que aún tenía el cristal, pero ya no brillaba , en cuanto trato de acercarse más volvio a arreglar sus prendas.

─Por alguna razón mi cuerpo ya no puede ser puro como antes, al igual que tu mano, lo entiendes... ¿Sabias que la guerra del imperio contra el abismo la inicio el imperio? ─Cuestionó el joven príncipe, por su parte el contrario no sabia que decir. ─No me juzgues por tener algo aun del abismo, mejor dame la oportunidad para cambiar el lugar donde nací.

Alucard estaba confundido, le estaban ofreciendo la oportunidad para purificar el imperio, para finaliza con esas guerras sin sentido. Aquellas que llevaron a su padre a la muerte.

Estaba harto de vivir en una farza.

Aurelius para demostrarle sus cambios de habilidades hizo explotar la huelga imperial haciendo que la vegetación que comenzaba a marchitarse volviera a brotar con intensidad.

─¿Que quieres que haga? ─Le pregunto el mayor observando como se detenía para mirarlo.

─Por ahora pido tu silencio. Si vez que no cumplo con mi palabra puedes asesinarme cuando desees. ─

─Entonces es un trato. Espero ver resultados pronto─

─Los tendrá. Caballero Alucard─

¿𝓠𝓾𝓲𝓮𝓷 𝓼𝓸𝔂 𝔂𝓸?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora