CAPÍTULO 7: La cita II

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Los amores cobardes no llegan a amores, ni a historias, se quedan allí.
-Silvio Rodríguez


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Nos sentamos en la mesa quedando frente a frente. En eso una mesera viene y nos ofrece la carta con el menú. Comienzo a mirar todas las opciones que existen, sin saber cuál ordenar.

—¿Cuál se te antoja? —Kylian me pregunta bajando su carta para mirarme.

—La verdad que no me decido por uno. —hago una mueca dudando. — ¿Y tú?

—Podemos pedir este de aquí —se acerca un poco a mí para señalar en la carta. —o éste, ya lo he probado y sabe muy bueno.

—Está bien, pidamos esos dos.

Viene la misma joven a tomarnos la orden, nos decidimos por un clásico California y un nishiki empanizado. Se retira y nos quedamos en silencio.

—Bueno... ¿eres de aquí? —pregunto iniciando la conversación.

—Sí, nací aquí, igual que mi padre, pero mi madre es de Londres. — ¿y tú?

—Igual, nací aquí. Pero contrario a ti, mi mamá si es de aquí y mi papá de Australia. —trato de explicarle lo más breve posible.

— ¡Vaya, interesante!, ¿Y tienes hermanos? —pregunta cuando nos traen las bebidas.

—Solo tengo una hermana menor que yo —le respondo después de darle un sorbo al té frío. — ¿Tú tienes hermanos?

—Sí, soy el menor. El mayor tiene 28, mi hermana 24 y yo 20. —me cuenta de su familia.

—¿Y qué se siente ser el menor? —sonrío mientras le pregunto, poniendo atención a su respuesta.

—No es tan malo como dicen, nos apoyamos cuando es necesario. Aunque en ocasiones si nos peleamos y nos celamos, no deberíamos porque nuestros padres nos han dado todo.

Nos interrumpen al traer nuestra orden. Todo se ve delicioso.

—¿Quieres probar el que yo pedí? —pregunta ofreciéndome de su sushi. Lo agarro con los palillos y lo pruebo.

—¡Oye, sabe muy bueno!, ahora prueba el mío. —le dio uno y también lo prueba.

—No está mal, pero prefiero el empanizado.

Comenzamos a comer tranquilamente y una que otra vez conversamos. Estoy acostumbrada a que mis amigos me miren mientras como, pero con él es distinto. Traro de estar lo más tranquila posible.

Aun me queda menos de la mitad de mi rollo de sushi, cuando me atrevo a preguntarle.

— ¿Puedo hacerte una pregunta? –murmuro mientras muevo la comida sin mirarlo aún.

—Sí, claro.

­—Es sobre tu amiga, la pelirroja. —me mira fijamente como esperando a que continué. —La primera vez que te vi con tus amigos, ella se me quedó mirando raro. ¿Siempre es así? —entonces el suelta una pequeña risa.

—Con que era eso. Nayla es así, no le hagas caso. Ella es diferente a las otras chicas, prefiere llevarse con nosotros que somos solo hombres. –me explica mientras yo lo pongo atención.

—Pensé que tenía algo contra mí o que era tu novia. —suelto una risa nerviosa y me termino mi bebida.

—No, no tengo novia, Elianna. ¿Quieres pedir algo de postre? —pregunta porque ya hemos terminando nuestra comida.

­—Sinceramente ya estoy satisfecha. —él asiente y pide la cuenta.

Nos la entregan y comienzo a sacar mi cartera del bolso cuando inmediatamente él se ofrece a pagar.

—Yo pago lo mío, en serio.

—Yo te invité, así que yo pago –y se levanta para ir a pagar a la caja.

Cuando termina ya lo estoy esperando a un lado de la puerta de salida.

—¿Vas a llevarme a casa? –le cuestiono cuando se detiene frente a mí.

—Sí, vamos.

Subimos a su auto y el comienza a conducir cuando le digo mi dirección.

Estamos casi por llegar, faltando unas calles más. Cuando se voltea, mirándome.

— ¿Cómo te la pasaste?

—Superó mis expectativas –le sonrió. Hemos llegado a mi casa y apaga el auto. Se gira hacía mi con una mano en el volante, de igual manera lo miro.

—Bueno, hemos llegado. –me dice señalando con su cabeza mi casa.

—Sí, gracias por traerme y por la comida —respondo agarrando mis manos nerviosa. Él mira mis manos y luego a mis ojos.

—No tienes que agradecer Elianna. ¿Podemos salir de nuevo otro día? –me cuestiona y yo asiento.

—Estaría genial, solo me avisas.

— ¿Me das tú número?- me ofrece su celular, le guardo mi contacto y se lo regreso.

—Aquí tienes. Tengo que irme, gracias por traerme. —me le acerco para darle un beso en la mejilla, él me responde y me quito el cinturón de seguridad.

—Espera. —baja rápido del coche, me abre la puerta y me ofrece su mano la cual acepto.

—No era necesario. —aun no suelta mi mano, pero ve que miro hacia ella y se da cuenta.

—Sí lo era –cierra la puerta de donde me bajé. Vuelve a tomar mi mano. —Nos vemos mañana. —se despide de mí.

—Claro, hasta mañana Kylian. —suelto su mano y camino hacía la puerta de mi casa. Me giro y lo miro subiéndose a su auto. Se despide con la mano y le respondo igual.

Entro a casa con una gran sonrisa en mi rostro. Esta cita fue mejor de lo que esperaba.


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¡Ey, holaa! Ya pueden respirar jajaja.

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Nos vemos pronto 



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Cuando todo deje de dolerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora