Un lugar que reúne a personas de muchas nacionalidades. Para los visitantes, este lugar es como la primera barrera que enfrentan al llegar de tierras lejanas, o el punto de regreso de aquellos que han cumplido misiones fuera del reino. Para otros, puede ser la última barrera antes de partir lejos de casa. Por ello, este lugar está lleno de sonrisas y lágrimas. Escenas de parejas que se abrazan con alegría después de esperar a alguien que sale de las puertas de embarque, o despedidas con lágrimas son imágenes habituales aquí.
—No te vayas, por favor—el pequeño se lanzó a abrazar a su hermano mayor, como si al dejarlo ir, pudiera perderlo para siempre.
—¿Qué dijimos? Ya te lo dije, solo me voy por un ratito, ni siquiera una semana —dijo Ice, tratando de consolar al pequeño mono que no lo dejaba entrar a la puerta de embarque.
—No quiero, no quiero que te vayas —el pequeño insistía, abrazando y escondiéndose en los brazos de su hermano mayor, mientras los amigos y profesores que esperaban en la puerta de entrada observaban con ternura.
—Si no voy, no tendrás tus regalos, ¿o ya no te gusta el té de burbujas de Taiwán? —El pequeño se apartó ligeramente, frunciendo el ceño mientras pensaba seriamente antes de contestar.
—Tienes que traerme muchos dulces, o si no, ¡me enojaré de verdad!
—Sí, te lo prometo, no me olvidaré. Bueno, ya debo entrar, el vuelo está por partir —Ice acarició la cabeza de su hermano antes de prepararse para despedirse.
—Dragon, cuida a mi hermano, ¿sí?
—No te preocupes. Ya entra —respondió Dragon. Ice se unió a sus amigos y pasó por el control de pasaportes, mientras Dragon y el pequeño, que no podían acompañarlo, lo veían desde fuera.
Sugar observó a su hermano mayor hasta que desapareció de su vista.
—¿Nos vamos ya? —Sugar preguntó a su joven compañero, quien seguía cabizbajo tras la partida de su hermano.
—Sí —respondió Sugar brevemente, y ambos caminaron hacia el coche de Dragon en el estacionamiento.
Como era temprano y mucha gente viajaba a esa hora, el aeropuerto de Suvarnabhumi estaba lleno de pasajeros y quienes los esperaban. El coche de Dragon estaba estacionado un poco lejos, así que tuvieron que caminar.
—Vamos a desayunar primero, ¿te parece? Aún falta para que comiencen las clases.
—¿Dónde? —preguntó el pequeño, todavía con una expresión triste.
—¿Qué tal una sopa de arroz?
—Está bien, a Sugar le gusta la sopa de arroz —respondió el pequeño.
Dragon pensó para sí que, en este mundo, Sugar podría comer lo que le pongan delante. Ya en el coche, el pequeño permaneció en silencio, muy diferente al jovencito animado que él conocía. Hoy era el primer día que su amigo cercano debía viajar a Taiwán para recoger información, y Dragon se había comprometido a cuidar al hermano menor de su amigo mientras él estaba fuera.
El coche avanzaba lentamente debido al tráfico. Les tomó varias horas llegar a la universidad, así que Dragon decidió buscar un lugar para desayunar cerca del campus. Pensaba que, con suerte, encontrarían sopa de arroz.
Después de estacionar, ambos caminaron hacia un restaurante de estilo mixto en un centro comercial cercano a la universidad.
—Por favor, aquí está el menú. En un momento vendrá alguien a tomar su orden —dijo una camarera. Dragon dio las gracias y pasó un menú a su joven compañero.
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No me llames pequeño [อย่าเรียกหนูว่าตัวเล็ก]
DiversosToda la historia comenzó cuando "Sugar" Un chico pequeño, lindo, hermoso, fresco y querido por las personas mayores en la facultad. Hasta que " Dragón", la luna caliente de la facultad de tercer año lo llamó 'pequeño' desde el primer encuentro.