17: Amor y las gotas de lluvia

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La atmósfera en la habitación de Dragon estaba cubierta por un calor intenso. A pesar de que el aire acondicionado estaba encendido y de que el clima afuera era frío debido a la lluvia, nada podía reducir el calor que llenaba la habitación.

El cuerpo de la persona más pequeña se retorcía de incomodidad, y su respiración se aceleraba como si acabara de hacer un esfuerzo físico intenso. Sugar nunca había sentido algo así en su vida. ¿Qué le estaba pasando? Quizás era demasiado pronto para entender que lo que sentía comenzaba a tomar forma en su mente, un deseo de liberarse.

—¿Q-qué vas a hacer, P'Dragon?

—Déjame ayudarte. De lo contrario, sufrirás.

Aunque Sugar intentó resistir mientras el otro trataba de quitarle su última prenda, su ropa interior, la diferencia de fuerza física y su agotamiento hicieron imposible que pudiera oponerse.

—¿Ah? ¡Ah! P'Dragon, ¿p-por qué estás sujetando mi...? —Sugar se estremeció cuando su parte sensible fue atrapada por la gran mano de su superior. Sin embargo, le sorprendió sentirse bien al recibir ese contacto.

Dragon no respondió la pregunta de su compañero menor. Involuntariamente, tragó saliva de forma audible al darse cuenta de lo que tenía en la mano: la parte delicada del pequeño, que palpitaba ligeramente en su palma. Le sorprendió un poco que esa área no tuviera el tamaño que correspondería a su edad, además de que la limpieza total en un lugar donde debería haber algo de vello le hizo preguntarse por qué...

—Ah... oh... —El gemido del chico pequeño hizo que Dragon volviera en sí. El joven universitario intentó desechar los pensamientos en su mente cuando escuchó las protestas del otro, y entonces recordó lo que estaba haciendo.

—Lo siento —dijo simplemente, antes de empezar a mover la mano de manera rítmica, como a él le gustaba.

—¿Qué hace P'Dragon con mi...? —La persona pequeña intentó apartar la mano de la otra, mientras una extraña sensación comenzaba a formarse en su abdomen. Sugar se sintió muy raro.

—Shh, no pasa nada. Pee solo quiero ayudarte a que dejes de sufrir.

Las palabras entrecortadas de Dragon rondaban en la mente de Sugar. Aunque no escuchó todo, podía entender lo que la otra persona intentaba comunicar. Si iba a ayudarla, ¿por qué tenía que tocar su...?

Fiu fiu.

La mano fuerte de la otra persona seguía cumpliendo su función perfectamente. Ahora, la persona pequeña ya no estaba resistiéndose. Sugar se quedó quieto, respirando con dificultad debido a la sensación que recorría su cuerpo. Cuando sintió que algo iba a estallar, intentó alcanzar y hacer que la otra persona dejara de jugar con él.

—Ugh, Sugar tiene ganas de hacer pis.

—No pasa nada, haz pis cuando lo necesites, y así te sentirás mejor.

Poco después de eso...

Dragon movió su mano más rápido. Su palma envolvía con facilidad toda la longitud de la delicada esencia. Su pulgar presionaba con firmeza la punta de color rosado suave, acelerando el ritmo para alcanzar el clímax más rápido.

Hasta que...

—Ahh, ¡Sugar va a hacer pipí, Huhh!

La primera vez de Sugar...

Las gotas de agua claras brotaron y salieron con fuerza desde el centro del cuerpo adorable varias veces, como si fueran gotas de lluvia cayendo desde el cielo antes de que esas gotas cayeran y se derramaran por la fuerza de la gravedad. El cuerpo pequeño de la persona se contrajo y se tensó en ritmo con lo que se había liberado hasta que Dragon dejó de mover su muñeca para que su pequeño pudiera descansar un poco.

No me llames pequeño [อย่าเรียกหนูว่าตัวเล็ก]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora