La carta

1.1K 94 50
                                    

Albus se encontraba sentado en un banco, observando cómo alumnos de diferentes Casas iban y venían, charlando alegremente.

Era un tranquilo y soleado día de domingo. Una agradable brisa hacía bailar las hojas caídas y mecía suavemente las ramas de los árboles.

Algunos alumnos, al pasar por su lado, le saludaban, y él les daba consejos para mejorar y les animaba a seguir esforzándose y practicando.

Desde hacía relativamente poco se había convertido en el profesor de Transformaciones, pues la antigua profesora, Adelaida Garrick, se había jubilado.

Llevaba años deseando ese puesto, y por fin lo había conseguido. Antes, era el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, que también le gustaba, pero Transformaciones era el campo en el que más destacaba como mago y siempre había sido una asignatura que le fascinaba.

Muchos se preguntaban porqué, si le gustaba tanto dicha asignatura, nunca se había planteado volverse animago, y él confesaba que la idea le había parecido interesante y tentadora, y no sabría afirmar, a decir verdad, porqué nunca lo había hecho, quizás era porque se le hacía un proceso demasiado largo y tedioso.

Se levantó del banco y comenzó a pasear por los pasillos.

Los pasillos se encontraban abarrotados de alumnos de todas las edades y Casas, que iban de acá para allá, cargados de libros.

Entonces vio una cabellera rubia que lo dejó petrificado.

No puede ser...

Empezó a correr hasta llegar a donde el joven, y cuando este se giró, vio que no era más que un alumno de séptimo año de Ravenclaw.

—Disculpe, profesor Dumbledore, ¿Quería algo?

—¿Qué? ¡Ah! No, perdona, te confundí con otra persona...

El joven lo miró extrañado y siguió su camino.

El cobrizo se dirigió con paso ligero hacia su despacho, y al entrar, cerró la puerta tras de sí, soltando un hondo suspiro.

Claro, ¿Cómo iba a ser él? Han pasado muchos años...

Se sentó en su silla y miró el periódico que se encontraba apoyado a su derecha.

Entonces le vino a la cabeza aquél día, un par de semanas atrás.

Flash back

Cogió el periódico y leyó el titular, escrito en mayúsculas y en negrita, que rezaba la frase:

TERROR EN PARÍS, GELLERT GRINDELWALD VUELVE A ATACAR

Albus suspiró. Últimamente las únicas noticias que se leían en el periódico tenían relación con Grindelwald.

Posó el periódico y sacó de un cajón un trozo de pergamino, tinta y una pluma negra.

Mojó la pluma y comenzó a escribir.

Gellert:
Creo que el punto clave es tu opinión de que los magos deben ejercer su dominio POR EL PROPIO BIEN DE LOS MUGGLES. Sí, nos han dado poder y, en efecto, semejante poder nos da derecho a gobernar, pero también nos asigna responsabilidades sobre los gobernados. Debemos subrayar este concepto, porque será la piedra angular sobre la que empezaremos a construir. Cuando encontremos oposición —y sin duda la encontraremos—, ésa será la base de todos nuestros argumentos. Nosotros asumimos el control POR EL BIEN DE TODOS, lo que implica que cuando hallemos resistencia, debemos emplear sólo la fuerza imprescindible. (¡Ése fue tu error en Durmstrang! Aunque no me quejo, porque si no te hubieran expulsado no nos habríamos conocido.)

MEMORIAS | One-Shots GrindeldoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora