CAPÍTULO 2

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JENNIFER

- Me da igual, Mark, es solo ropa. – En vista de que su hermano no quería llevarnos porque estaba muy 'cansado', Mark me estaba enseñando ropa suya para que me la pusiera de pijama.

- Pues ten – dice tendiéndome una camiseta de color negro. Como el media metro ochenta y cinco y yo no llegaba al metro setenta, toda su ropa me iba gigante. – ¿No tendrás frío? Te conozco, eres friolera y te vas a congelar, a mi hermano no le gusta tener la calefacción encendida por la noche y hoy llegaremos a los 2 grados.

- No pasa nada, me pondré mi sudadera – respondo.

- Ten – me lanzo una sudadera blanca.

- Gracias.

También me había dado unos pantalones de chándal grises. Me empecé a quitar mi ropa. Si, delante suyo, éramos amigos desde hace un montón de tiempo, me había cambiado delante del millones de veces, y el igual.

Una vez cambiada, salimos al pasillo y Mark, me dirige a la habitación de invitados. Esta entre la habitación de su hermano y la suya. La de su madre esta al final de todo.

- Puedes ducharte si quieres – dice una vez dentro.

- Podrías habérmelo dicho antes de vestirme – le espeto.

Pone los ojos en blanco. – Perdóneme su señoría – dice haciéndome una reverencia.

- Que idiota – le digo riéndome. – Pues creo que me duchare, ¿te importa?

- Claro que no, te lo he ofrecido yo – responde él. -  Te esperare abajo, cuando acabes pediré la cena.

- Gracias.

Sale de la habitación y yo me dirijo al baño. Como no, en esta casa, todas las habitaciones – que ya de por si son más grandes que mi apartamento -, tienen baño propio. Me tome un momento para observar la habitación. Hay una cama en el centro de esta, y a cada lado una mesita de noche. Delante de esta, hay una televisión. En un costado de la habitación, hay un escritorio y al lado de este, la puerta del baño. Al otro lado, hay un armario demasiado grande.

Entro en el baño, y lógicamente, es gigante. Tiene una bañera en forma de jacuzzi y una ducha, un retrete, una estantería con toallas, rollos de papel y cosas típicas de un baño, y un lavamanos encima de unos cajones.

Me desnudo, y me meto en la ducha. Ducharme, siempre me había encantado, era mi momento de relax del día. Solía ponerme música y tirarme media hora bajo el agua caliente. Me enjabono la cabeza con un champú que hay en una estantería, no puedo evitar que me den arcadas cuando lo huelo. Es de coco, y desde siempre lo he odiado, su olor, su sabor, su textura, su todo. No puedo hacer otra cosa que aguantarme. Justo cuando me estoy acabando de enjabonar la cabeza, me entra champú en los ojos.

Mierda. Me empiezan a escocer los ojos, y corro a ponerme agua en ellos.

Cuando ya no me pican tanto, acabo de ducharme, y salgo de la ducha envuelta en una toalla. Me pongo otra en la cabeza, y me seco el cuerpo para vestirme. Me visto y busco en los cajones un secador, es imposible que no haya ninguno. Una vez lo encuentro, me seco el pelo, y salgo del baño.

Miro la hora en mi móvil, y ya son las ocho y media. Teniendo en cuenta que he llegado a casa sobre las siete y media, no me sorprende mucho. Bajo al salón, y veo a Mark y Jan sentados en el sofá. Eso sí que me había sorprendido. Como ya había dicho, el mayor de los Miller nunca salía de su habitación cuando había alguien en casa.

- Jen, ¿qué quieres de cenar? – pregunta Mark.

- Me da igual – respondo encogiéndome de hombros.

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