CAPÍTULO 15

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JAN

- No te voy a decir nada – niega Mark mientras me mira incrédulo.

- ¿Por? Somos hermanos, se supone que no han de haber secretos entre nosotros.

- ¿Eso desde cuándo? – pregunta mirándome con las cejas alzadas.

- Venga va, hermanito, cuéntamelo, quiero ayudarla de verdad – intento convencerlo.

- No, Jan, no te voy a decir ni mu, así que, si solo has venido para eso, ya puedes irte.

- Pero ¿Por qué?

- Es mi mejor amiga, me conto eso confiando en mi para que no se lo contara a nadie – dice remarcando la palabra nadie.

- No. ¿Cómo te sentaría a ti que le contaras un secreto a tu mejor amigo y se lo dijera a otra persona?

- Primero de todo, yo, no tengo amigos y mucho menos, mejores amigos – digo haciendo cara de asco. – Y segundo, lógicamente, me sentaría mal.

- Pues ya está, a ella también.

- ¿Eso quiere decir que no me lo contaras?

- ¡NO! Por Dios, Jan, ¿tú me escuchas cuando te hablo?

- ¡Claro!

- ¡Claro que no!

- Bueno, bueno, mensaje pillado: no me vas a decir nada, me piro – digo levantándome de la silla y saliendo de la habitación.

Me dirijo hacia la mía, y cuando entro, me tumbo en la cama. No me preguntes porque, pero estoy agotado a pesar de no haber hecho nada, solía ir al gimnasio, pero desde hace un par de meses, ni siquiera lo piso, pues con todo lo que tomo ni siquiera me apetece salir de mi habitación, y aun así lo hago.

Empiezo a imaginarme todas las posibilidades de lo que le pueda haber pasado a Jenna con sus padres.

Se me ocurre la idea de que básicamente fueran dos desgraciados que no tuvieran tiempo para cuidar de su hija.

También, pienso en la posibilidad de que murieran en un accidente, o algo por el estilo, pero no sé porque, tengo la ligera sospecha, de que eso no es.

Me tiro horas así, hasta que Naiara, me envía un mensaje, preguntando si podía pasar por casa, me falta tiempo para contestarle que por supuesto que puede venir.

Nuestra amistad – por llamarlo de alguna manera -, es básicamente follarnos vivos hasta que ambos estamos cansados y ella se va de mi casa, nunca pasa la noche conmigo, ella sabe de sobras, que en cuanto acabamos de follar, se ha de ir.

Mi pequeño grupo de amigos es básicamente un grupo de cinco tíos que son unos hijos de puta que venden, Naiara, y yo. Ni si quiera los considero mis amigos, la verdad, solo los considero la gente con la que paso el tiempo a veces cuando me aburro.

Después de una hora, Naiara se va, y me dice que el viernes, ósea mañana, por la noche, hemos quedado en casa de Mike por la noche. Le respondo que no se si podre ir, y sin más, se va.

Mi hermano me despierta chillando que llegamos tarde, así que me pongo las pilas para poder llegar a tiempo. Cuando acabo de ducharme, vestirme y lavarme los dientes, salgo junto a el hasta que llegamos a mi coche.

Como cada mañana, lo dejo en frente del bloque de apartamentos de Jen, y yo voy a la universidad, sinceramente nunca he llegado a entender su amistad. Al principio, cuando Mark tenía catorce años y yo quince – sí, son amigos desde hace mucho -, parecía que fueran novios o algo. Por aquel entonces, Jennifer se pasaba las tardes en nuestra casa, y su madre y la mía solían irse de compras, hasta que un día la madre de Jenna, Ana, dejo de venir, la mejor amiga de mi hermano no pasaba tanto tiempo en nuestra casa y siempre que estaba allí, se la veía muy apagada y no había día en el que no tuviera unas ojeras tremendas. Paso el tiempo, y Jennifer nunca estaba en nuestra casa, paso de prácticamente vivir allí, a ni siquiera venir los fines de semana.

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