CAPÍTULO 11

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JENNIFER

Estoy en el comedor con Michel, Nessan, Adrián y Mark. Jacob aún no había aparecido.

- ¿Vas a venir al entreno? – pregunta Mark comiendo.

- No puedo – respondo rezando para que no me pregunte por qué ni nada por el estilo.

-¿Por?

- He quedado – digo sin dar detalles.

- ¿Con quién?

- ¿Qué eres? ¿Mi padre? – pregunto girándome para mirarlo.

- Relax, relax. Solo era curiosidad, me extraña que hayas quedado con alguien y que te saltes el entreno.

- Parecéis novios y todo – dice Michel riéndose.

Ambos nos giramos y le sacamos el dedo, a lo que el responde alzando los brazos en signo de derrota.

- Entonces, ¿no vas a venir? – vuelve a preguntar Mark.

- No.

- Jenny tiene un novio secreto – señala Nessan con una voz demasiado aguda. Sabe de sobras que odio que me llamen así, pero él lo hacía para fastidiarme.

- ¡No tengo ningún novio secreto! – reclamo.

-Ya, ya.

- ¿Cuándo me lo vas a presentar? – pregunta Mark.

- ¡No tengo a nadie que presentarte!

- Cuando empecéis a salir, quiero ser el primero en enterarme, eh.

Si las miradas matasen, Mark ya estaría enterrado.

- Vale, vale. Mensaje pillado: no tienes una cita ni ningún novio secreto.

- Exactamente.

Durante el resto de la comida, siguen haciendo bromas sobre mi supuesta cita, hasta que me canso y me voy a mi última clase.

La clase pasa lenta y aburrida, hasta que por fin suena el timbre.

Estoy un pelín nerviosa, no se porque, pero lo estoy. No me acaba de convencer mucho el outtfit que he escogido: unos pantalones anchos de color negro, y una sudadera gris. Y algunos accesorios: anillos y algún que otro collar. Y por la mañana, mi cabeza había visto como buena idea llevar un bolso en vez de la mochila, elección por la que ahora estaba tremendamente arrepentida. Llevar bolso nunca a sido lo mío. Suelo llevar mi móvil y las llaves de casa en el bolsillo del anorak.

Si, siempre suelo ir igual vestida. Mi armario esta lleno de pantalones anchos y de sudaderas. Es con lo que voy todo el año vestida.

Cuando llego a la puerta en la que he quedado con Jan, veo su coche aparcado, así que voy hacia allí, cuando el sale del vehículo.

- Coja – dice a modo de saludo.

- Idiota.

Coge mis muletas, y las guarda en el maletero mientras yo me siento de copiloto.

Una vez guardadas, entra y se abrocha el cinturón.

- ¿A dónde vamos? – pregunto cuando arranca.

- Sorpresa.

- ¿No me lo vas a decir?

- Nop.

- ¿Y cómo sé que no me llevas a un sitio para matarme? – expongo graciosa.

- Habrás de confiar en mí.

- De acuerdo...

¿Confiar en él? Ni siquiera me fio de mi propia sombra, ja.

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