JENNIFER
Estoy en el comedor con Michel, Nessan, Adrián y Mark. Jacob aún no había aparecido.
- ¿Vas a venir al entreno? – pregunta Mark comiendo.
- No puedo – respondo rezando para que no me pregunte por qué ni nada por el estilo.
-¿Por?
- He quedado – digo sin dar detalles.
- ¿Con quién?
- ¿Qué eres? ¿Mi padre? – pregunto girándome para mirarlo.
- Relax, relax. Solo era curiosidad, me extraña que hayas quedado con alguien y que te saltes el entreno.
- Parecéis novios y todo – dice Michel riéndose.
Ambos nos giramos y le sacamos el dedo, a lo que el responde alzando los brazos en signo de derrota.
- Entonces, ¿no vas a venir? – vuelve a preguntar Mark.
- No.
- Jenny tiene un novio secreto – señala Nessan con una voz demasiado aguda. Sabe de sobras que odio que me llamen así, pero él lo hacía para fastidiarme.
- ¡No tengo ningún novio secreto! – reclamo.
-Ya, ya.
- ¿Cuándo me lo vas a presentar? – pregunta Mark.
- ¡No tengo a nadie que presentarte!
- Cuando empecéis a salir, quiero ser el primero en enterarme, eh.
Si las miradas matasen, Mark ya estaría enterrado.
- Vale, vale. Mensaje pillado: no tienes una cita ni ningún novio secreto.
- Exactamente.
Durante el resto de la comida, siguen haciendo bromas sobre mi supuesta cita, hasta que me canso y me voy a mi última clase.
La clase pasa lenta y aburrida, hasta que por fin suena el timbre.
Estoy un pelín nerviosa, no se porque, pero lo estoy. No me acaba de convencer mucho el outtfit que he escogido: unos pantalones anchos de color negro, y una sudadera gris. Y algunos accesorios: anillos y algún que otro collar. Y por la mañana, mi cabeza había visto como buena idea llevar un bolso en vez de la mochila, elección por la que ahora estaba tremendamente arrepentida. Llevar bolso nunca a sido lo mío. Suelo llevar mi móvil y las llaves de casa en el bolsillo del anorak.
Si, siempre suelo ir igual vestida. Mi armario esta lleno de pantalones anchos y de sudaderas. Es con lo que voy todo el año vestida.
Cuando llego a la puerta en la que he quedado con Jan, veo su coche aparcado, así que voy hacia allí, cuando el sale del vehículo.
- Coja – dice a modo de saludo.
- Idiota.
Coge mis muletas, y las guarda en el maletero mientras yo me siento de copiloto.
Una vez guardadas, entra y se abrocha el cinturón.
- ¿A dónde vamos? – pregunto cuando arranca.
- Sorpresa.
- ¿No me lo vas a decir?
- Nop.
- ¿Y cómo sé que no me llevas a un sitio para matarme? – expongo graciosa.
- Habrás de confiar en mí.
- De acuerdo...
¿Confiar en él? Ni siquiera me fio de mi propia sombra, ja.
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GENES
RomanceElla quería ser feliz y el pensaba que jamás podría llegar a serlo. Felicidad. Oímos hablar de ella continuamente, pero pocas personas saben lo que es experimentar esa emoción. Solemos usarla para momentos en los que estamos felices, y si, es lo más...