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Ya iban prácticamente para el mes. Unas cuatro semanas con dos días para ser exactos. Y la señora Song no constataba llamadas y menos los mensajes que Yeop dejaba en su bandeja de entrada. Por poco, el chico iría a su casa en donde sabe quién a dejar una carta por escrito.
Sin embargo, Hwang In Yeop no quería recibir respuesta alguna de la dulce abuelita de MinGi, puesto que se sentía a gusto con la chica. Y el creía que era mutuo.

- ¿A dónde vas?- interrogó el pelinegro sentado en el sofá, acompañado de una cálida taza de café achocolatado. SunHee por su parte, estaba abrochando cada uno de los botones que formaban parte de su abrigo color café.

- A mi trabajo... ¿Y tú? ¿Te quedarás toda la mañana sentado viendo televisión?- él asintió- ¿me estás jodiendo?

- A ti con gusto...- Sun blanqueó los ojos ante esta respuesta- tengo día libre cariño.

- Eres... ¡ahhh! Insoportable Hwang.

- ¿A qué hora sales? Digo, para esperarte con la cena por último- Hwang no tenía ni la mínima idea del porqué de esa pregunta. Parecía una madre preguntando por ello.

- A las siete, creo- y tomando su mochila, salió por la puerta de madera que adornaba aquel apartamento. Sin siquiera despedirse.

Yeop suspiró y decidido, apagó la televisión. En parte, le aburrían los programas matinales.
Chasqueando sus dedos, se dirigió hacia la cocina, en donde dejó la taza sobre el fregadero, y comenzó a limpiar.
Ordenó lo que suponía que estuviera desordenado, porque debía de reconocer que SunHee era el orden en persona. Cada cosa es su lugar y ¡wow! Todo brillaba. Podría jurar que hasta su pene brillaba en la taza del baño.

Trapeó el piso de cerámica y limpió la madera que formaba parte del suelo de los dormitorios. Pero ni basura había en aquellos lugares. Para hacer más agradable todo esto, colocó música a un volumen algo fuerte, mientras cantaba a viva voz los temas que sonaban en la radio. Hecho a lavar la ropa que se encontraba en el canasto, en donde se percató, tras escarbar dentro de este, de los brasieres negros de la castaña. A modo de broma y sonriendo por la situación, tomó el brasier, colocándose dicha prenda y modelando su fino cuerpo con ella ¡Se sentía sexy! Tomó su celular y se sacó una fotografía. En algún momento de su vida serviría.

Ya con todo listo, se ducho y vistió. Pero todo esto, lo hizo velozmente puesto que estaba demasiado helado el ambiente y ante esto, surgió la idea de adquirir un calefactor. Sería algo que les serviría a ambos.
Con llaves en manos y una mochila con sus pertenencias, salió del hogar en dirección al centro comercial.

Recorrió todo el lugar, preguntando por precios y cual era el de mejor calidad. Usaría parte de su sueldo para ello. Y estaba más que decidido.
Mientras observaba el lugar, a lo lejos identificó a un chico que se le hizo particularmente conocido. Su cabello oscuro y esa sonrisa en particular, eran de un solo individuo en todo lo ancho y largo de Corea del Sur. Era ni más ni menos que Jeon Jungkook.

Sus dientes blancos y grandes resaltaban dentro de la tienda de blue jeans Levis. Bueno, no quería exagerar, pero el niño rata lucia muy atractivo al ojo humano. Y Yeop se declaraba heterosexual totalmente, pero le es bonito.

Sin decir más, se acercó silenciosamente hacia el chico, quien estaba tan centrado en observarse en el espejo que tenía en frente, que no notó al pelinegro tras suyo. Jungkook se sobresaltó al sentir un ligero apretón en su hombro derecho, pero cuando se volteó y notó a Yeop, lo miró de pies a cabeza. Jeon se encontró mucho más atractivo que el flacucho y poco agraciado Roomie de su hermosa SunHee.

- ¿Wang? ¿Como Jackson Wang?- habló a modo de broma, generando que el mayor frunciera sus cejas y rostro ante esto.

- Soy Hwang, o ¿acaso no conoces la puta letra H?

The Roomer - Hwang In YeopDonde viven las historias. Descúbrelo ahora