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De rodillas en el cálido suelo de madera de su habitación junto a su adorada estufa. Obviamente, ahora la calefacción estaba en lo que sería hasta el día de hoy, su alcoba.
Suspiro resignado mientras acomodaba en las cajas de cartón algunas de sus pertenencias, ya fueran libros, objetos decorativos que fue comprando con el pasar de los días, así como utensilios de cocina que eran suyos. Porque sí señores, no todas las ollas eran de su Roomie.

Aquella noche tras el incidente con Sun y Seonghwa, junto a JungKook se retiraron de aquel lugar en un silencio tétrico, bueno, no tanto como el de una película de terror o una escena en la que Chucky el muñeco diabólico saliera detrás de uno con un cuchillo enorme y filoso. Aquí el tema principal fue como lograr consolar a Jeon luego de aquella escena.
El pobre chico estaba devastado. En gran parte Hwang lo comprendía, puesto que él también tenía sentimientos dirigidos a Min, pero lamentablemente tampoco fueron correspondidos y solo fue un títere sexual. O así lo veía él.
El caso principal, es que esa noche antes de bajar a su apartamento, envió un mensaje de texto a cierto remitente, quien le respondió con un "Voy para allá". Sin duda, JungKook jamás esperó ver a su mejor amigo devorando a la chica que lo tenía perdidamente enamorado, porque dos años fueron los que el chico destino solo a ella. No conoció a otras chicas, rechazo cada una de las citas que YoonGi le programa o simplemente huía despavorido por las calles de la ciudad.
A Jeon le dolía, pero le dolía y quemaba a la vez. Sun sabía de sus sentimientos y jamás le dijo que parara de intentar cortejarla o con tan solo decirle "No me gustas" le hubiera sido de ayuda a su ahora lastimado corazón, pero lamentablemente para ella los obsequios eran más valiosos que las emociones y el bienestar de aquel chico.
Sobre todo Seonghwa, quien estaba más que al tanto de ello ¡Y le daba consejos de amor al menor! ¡Qué persona tan mierda pudo ser!

Terminaron en un minimarket de veinticuatro horas tomando una lata de cerveza cada uno. Mientras Yeop devoraba además un trozo de pizza, JungKook sonaba sus mocos que caían peor que una cascada junto a sus lagrimas. El pelinegro mayor pensó que aquel atractivo chico debería ser actor de algún dorama, puesto que además de ser lindo, su facilidad para explotar en el llanto le quedaba como anillo al dedo.

- Debes botar todo lo que quieras, te comprendo Jeon- susurró Hwang con la mirada perdida en la vitrina repleta de yogurt del fondo.

- Yo... yo la amaba Yeop, no sabes cuánto y Hwa lo sabía, él me apoyaba y el maldito...

- Se la follaba- completó el contrato bebiendo un sorbo de cerveza.

- ¿Sabías qué no somos los primeros? Antes de nosotros, hubieron más chicos.

- Como Jimin- el menor asintió mientras le robaba un trozo de pizza- ¡Oye! Eso es mío.

- Cuando lloro mi estómago sufre... ¡Me da un bajón! ¡Es inevitable!

- Eres especial Jeon- susurró el mayor. Ante esto, JungKook bajó la mirada hacia aquel trozo de pizza, cabizbajo y con una angustia palpable.

- Ella me decía que era especial.

- ¡Dios mío! No seas tan dramático... Jeon, eres un chico espectacular y vales oro ¿Entiendes eso?

- Ella me decía que valía oro- y a moco tendido, comenzó a llorar, con lágrimas escurridizas corriendo una maratón por sus mejillas.

Yeop prefirió omitir comentario alguno, guardando silencio y observando como JungKook lloraba peor que un bebé y a la vez, comía aquella deliciosa pizza.
Sabia de antemano el daño que quizás le había generado al menor, pero era mejor que el pelinegro supiera la verdad antes que nada. Más tarde que nunca decía EunWoo, pero debía de admitir que tenía cierto aprecio y cariño hacia Jeon. No era un mal chico, al contrario, era una persona dulce y con mucho valores, además de sus privilegiadas características físicas que le otorgaban cierto grado destacable entre la población femenina.

The Roomer - Hwang In YeopDonde viven las historias. Descúbrelo ahora