Lucius estaba por comenzar a leer cuando el director se levantó, atrayendo consigo todas las miradas.
– Espere un momento por favor, ya estamos en la hora del almuerzo, así que será mejor que comamos y tomemos un descanso de tantas emociones juntas, sobre todo para algunos –exclamó mirando a la mesa de Gryffindor.
Todos estuvieron de acuerdo, ya algunos tenían hambre. Albus, con un movimiento de varita, hizo aparecer la comida.
Mesa de Gryffindor
Fleamont y Euphemia Potter estaban abrazados a unos asientos de su hijo, viéndolo con tristeza. Al parecer su hijo iba a morir y, como no los nombraron en el libro, lo más seguro es que ellos también. Compartieron una mirada y asintieron; si no llegaban a conocer a su nieto, iban a aprovechar esta oportunidad de conocerlo.
Por su parte, los Merodeadores y Lily estaban con una sonrisa triste, sin tocar los platos, tenían el estómago cerrado. Todos querían estar en los momentos más especiales e importantes de Harry. De repente, James sintió una mano en su hombro y, al voltear, vio a sus padres que lo miraban con una sonrisa triste, haciendo que en su cabeza sonará un clic. ¿Porqué no lo pensó antes?
Sus padres no habían sido mencionados, así que lo más probable es que no estuvieran vivos al igual que él.
– Lo siento, no me di cuenta – Murmuró con tristeza.
– No te preocupes, hijo, sabemos que es difícil para ti – Fleamont tenía una sonrisa triste.
– ¿Sabes, James? Nosotros creemos que esta es una gran oportunidad para ustedes y para nosotros. No estaremos para Harry y eso nos duele a todos, pero el libro es un regalo –Exclamó Euphemia mirando a los Merodeadores y a Lily, quienes le devolvieron la mirada con confusión.
– Es un regalo, ya que aunque no estemos para él, sabremos cómo será su vida, su personalidad, sus metas, sus sueños. Lo conoceremos, tal vez no personalmente, pero estaremos con él – Continuó Fleamont, mirando atentamente a todos, ya que aunque no se haya confirmado dónde están Remus y Sirius, lo más probable es que no estén presentes en la infancia de Harry.
Todos compartieron una mirada, pensando en lo dicho, sabiendo que tenían razón. No estarían para él, pero podrían conocerlo. Todos asintieron, más relajados. Después de todo, tenían razón: el libro es un regalo y lo iban a aprovechar.
– Gracias, tienen razón. El libro es un regalo y, como tal, lo vamos a aprovechar – James estaba abrazando por los hombros a Lily.
– Bien, por fin quitaron sus caras largas – Frank estaba sentándose con ellos, acompañado por su novia Alice.
– ¿Por eso no te habías acercado? – Sirius estaba divertido, más relajado.
– Sí, yo sé que esto es difícil para todos ustedes, sobre todo para ustedes – Apuntando a la pareja – Pero tienen que aprovechar esto para cambiarlo. El destino no está dicho, se puede cambiar – Terminó, sacándole una sonrisa a todos.
– Tienes razón, amigo, se puede cambiar y lo vamos a hacer – James estaba decidido, haría todo lo que estuviera a su alcance para cambiar el futuro y si no podía hacerlo, iba a aprovechar este regalo lo más que pudiera. Todos compartieron miradas con grandes sonrisas y esperanza en sus ojos.
– No vamos a rendirnos – dijo Sirius con determinación, mirando a sus amigos – Vamos a encontrar la manera de asegurarnos de que Harry crezca con nosotros.
– Y nosotros también – Añadió Lily, tomando la mano de James—. No solo por Harry, sino por todos los que vienen después de nosotros.
– El libro nos ha dado una ventaja – Remus tenía muchas esperanzas – Ahora sabemos lo que puede pasar, y seguramente nos vamos a enterar de muchas cosas más, vamos a usar ese conocimiento para cambiarlo.
Todos asintieron, llenos de una renovada esperanza y determinación. En eso empezaron a hablar de otros temas.
– ¿Ustedes piensan tener hijos, Alice? – Lily estaba sonriendo con picardía, haciendo que se sonrojara.
– Eh, a mí sí me gustaría tener hijos en un futuro – Murmuró tímida Alice.
– Pues no se diga más, por supuesto que tendremos hijos, ojalá salga en el libro – Mencionó Frank, dándole un beso en la mejilla a su sonrojada novia.
Mesa de Slytherin
Por otro lado, estaban Orion y Walburga Black, que miraban de reojo a Sirius, que charlaba alegre con sus amigos, pensando que como no lo habían mencionado, lo más probable es que esté muerto, y aunque no lo quieran admitir, en el fondo les preocupaba y mucho.
Pero a la vez, hay otra cosa que igual les preocupaba del mismo modo: su otro hijo, Regulus, uno de los mejores amigos de Severus. Tampoco salía mencionado en el libro y, a diferencia de Sirius, ahí sí tenían un mal presentimiento.
– Solamente hay que esperar – Susurró Orion, dándole la mano a su esposa bajo la mesa. Walburga solo asintió con la cabeza con una mirada determinada; si alguno de sus hijos estaba muerto en el futuro, haría todo para cambiarlo.
Walburga recordó con tristeza las veces que había presionado a Sirius para que siguiera el camino que ellos creían correcto. Ahora, viendo su risa despreocupada, se preguntaba si alguna vez había entendido realmente a su hijo mayor.
Orion, por su parte, observaba a Regulus, sentado un poco apartado, con una expresión pensativa en su rostro. Se sintió culpable por las expectativas que siempre había puesto sobre él.
– Regulus – Llamó suavemente, atrayendo la atención de su hijo menor – ¿Estás bien?
Regulus levantó la mirada, sorprendido por la preocupación en la voz de su padre. Asintió lentamente, aunque su mente estaba llena de dudas y miedos sobre lo que el libro podía revelar.
– Sí, padre, solo... pensando – Respondió con una voz apenas audible, recibiendo miradas preocupadas de sus amigos.
Orion le dio una palmada en el hombro, intentando transmitirle fuerza.
– Cualquiera que sea el futuro, lo enfrentaremos juntos – Afirmó Orion con determinación.
Walburga se inclinó hacia Regulus y tomó su otra mano con suavidad.
– No estamos solos en esto. Si algo amenaza a nuestra familia, encontraremos la manera de protegernos – Expresó con una determinación férrea en su voz.
Regulus asintió, sintiendo un poco de consuelo en las palabras de sus padres. La familia Black, con todas sus complicaciones y expectativas, era su refugio junto con sus amigos, y en ese momento, esa unidad era lo que más necesitaba.
– Hey, todo estará bien – Susurro Severus a su lado.
– Cualquier cosa que ocurra se puede cambiar – Afirmó Lucius, ganándose asentimientos de todos sus amigos.
– Bien, continuemos con la lectura, por favor señor Malfoy – Indicó Albos una vez que todos terminaron de comer, soltando el libro que levito hacia la mesa Slytherin.
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Leyendo "Una Historia Diferente"
FantasyEra un día como cualquier otro cuando, de repente, apareció un libro acompañado de una misteriosa carta, lo que provocó que se descubrieran varios secretos y misterios. Este inesperado hallazgo despertó la curiosidad de todos y desencadenó una serie...