Secuestro.

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RESPLANDOR CAPITULO VIII

Al llegar al Hangar de Sapporo, InuYasha intento despertar a Kagome, pero Myoga le detuvo.

Myoga: Déjala ha sido una experiencia un tanto difícil, será mejor que la llevemos a la mansión, ya es tarde y en la Facultad está prohibido llegar a altas horas de la noche.- InuYasha asintió, y la tomo entre sus brazos, lo que la hacía contemplarla bien, como nunca antes lo había hecho, y ahora la encontraba dormida, tan indefensa entre sus brazos.

Al fin llegaron a la mansión y la dejo en su recamara la recostó y el decidió retirarse, se sentía incómodo, ya que recordaba que algunas noches Kikyo había estado ahí, solo habían sido dos veces, pero habían sido las noches más hermosas de toda su vida. Al salir de allí decidió buscar a Myoga para preguntarle algunas cosas.

InuYasha: Myoga, necesito hablar contigo.

Myoga: Amo le aseguro que yo le llevaría, e incluso le iba a aconsejar que llevara a la señorita Kikyo, ya que mi amo el señor Inu No Taisho, me dijo que tendría que ir usted con su madre, pero lamentablemente la señora Izayoi murió antes, y por segunda opción me dijo que le acompañara su joven prometida ya que debía ser una mujer la que sacara esa valiosa espada.

InuYasha: Ahora lo entiendo, pero sabes hay algo más que me intriga. ¿Qué paso con la valiosa perla de Shikon de mi madre?
Myoga: Amo esa perla se rompió justo cuando usted era un pequeño bebé recién nacido, justo antes de morir mi amo el señor Inu No Taisho. Y el fragmento que quedo se lo entregaron a la Señora Izayoi, ya que el amo dio esas órdenes.

InuYasha: Recuerdas que Kikyo también tenía una perla, cuyo resplendor a mí me parecía impactante, pero el cual tu nunca le notaste.

Myoga: Si amo, lo recuerdo perfectamente.

InuYasha: Sabes, esa mujer que está dormida en mi recamara, tiene un gran trozo de la misma perla.

InuYasha: ¿Y qué piensa hacer amo? - pregunto.

InuYasha: Pienso quitársela, tengo que saber la verdad de mi pasado, hay muchas cosas que me ocultan y tengo que investigarlas por mi cuenta. Y si ella tiene algo que ver, la mataré. Buenas noches Myoga.

Diciendo esto se retiró a un cuarto vecino al suyo y se quedó profundamente dormido. Myoga se quedó pensando en que algún día entendería el porqué de todo lo que había hecho su padre y que él tenía que descubrir por su cuenta, tanto el cómo Sesshomaru.

El sol se filtraba por las blancas cortinas de una lujosa habitación, en la cual dormía plácidamente una joven de cabellos azabaches, y cuando abrió los ojos no pudo reconocer aquel lugar en el que se encontraba, y fue así como recordó todo lo que había pasado la noche anterior. Se levantó y se encontró en un lugar muy acogedor y todo tenía un aroma al que logro reconocer, ese aroma que logro percatar en el momento en que ella le abrazo, cuando el hombre con la cara tapada le apunto con una pistola. Logro asegurarse cuando vio las katanas y diferentes espadas que estaban colgadas en una pared. Si, había dormido en la habitación del hombre de bellos ojos dorados. Sintiéndose confiada se metió al baño y se ducho.

Salió del cuarto y se encontró con el anciano Myoga quien le invito a pasar a desayunar.

Kagome: ¡Buenos días señor Myoga!
Myoga: ¡Buenos días señorita Kagome!, el amo la está esperando en el comedor para desayunar. Digamos que a él también se le pegaron las sabanas.

Kagome: ¿Me podrías decir que hora es?

Myoga: Son exactamente las 12 pm.

Kagome: Muchas gracias Myoga, desayunare rápido, tengo que regresar a la facultad Sango debe de estar preocupada por mí.

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