Atentado Parte 1

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La tormenta detenía a un joven a volver a Sapporo, realmente se encontraba desesperado se sentía impotente, se maldecía mil veces por haber tomado una decisión apresurada. Sango estaba desesperada ya que InuYasha parecía león enjaulado, e hizo algo que tal vez su amiga no le perdonaría pero en esos momentos era lo único que podía hacer, ya que su estancia en la casa de los Taisho en Tokio era sumamente confidencial, además la joven tenia su móvil apagado.

-InuYasha deja de hacer eso! - le dijo exasperada - me tienes con los nervios de punta.

-¿Y como quieres que este? Ni siquiera contesta el celular para advertirle.- Su tono de voz sonaba quebrada ante la preocupación. Sango lo miro, suspiro resignada y tomo asiento a su lado mientras palmeaba la espalda de su amigo.

-Esta bien, InuYasha, te ayudare, pero tienes que prometerme que después de esto jamás volverás a jugar con los sentimientos de Kagome. ¿Entendiste? -advirtio Sango firmemente.

-Esta bien. Sango tomo su celular y marcó el numero de Hojo, ya que lo conservaba por cualquier emergencia.

Al teléfono.

-Hojo, hola soy sango.

-Hola Sango, ¿Que sucede? Kagome se encuentra bien?

-Ah Hojo, creo que mañana Kagome no podrá acompañarte, veras se encuentra un poco indispuesta.

-Entiendo... Sera para otra ocasión.

Finalizaron la llamada e InuYasha le miro interrogante.

-¿Es todo?

-Verás Hojo es muy distraído, no creo que mañana vaya a buscar a Kagome. Seguiré intentando llamarle.

El día llego y la tormenta no paraba, Hatchi se negaba a llevarlo, además que ese joven también era un poco cobarde.

Decidido salio de la mansión conduciendo un automóvil, Sango y Miroku salieron tras él le siguieron en otro.

Tomo rumbo hacia el aeropuerto a toda velocidad y se dirigió a diferentes aerolíneas solo una podía salir a la hora que se había pronosticado que la lluvia disminuyera intensidad.

Lamentablemente ese único vuelo se encontraban los asientos agotados. Realmente estaba dispuesto a pilotear esa avioneta el sólo, ya que Hatchi ya ni siquiera se dignaba a contestar el teléfono.

Lo único que se le ocurrió era sobornar a alguien para que le cediera su lugar, fue demasiado complicado pero al cabo de cinco horas logro a un turista comprarle al triple de precio un boleto de clase turista a la isla de Hokkaido.

Miroku y Sango por obvias razones no lo acompañaron, y el partió hacia Sapporo. Al llegar inmediatamente se dirigió a la facultad, ya que se suponía que ella debía estar ahí Para su desgracia la joven no estaba, se dirigió al centro comercial mas cercano y tampoco la encontró, comenzaba a obscurecer y ni siquiera Kohaku había podido localizarla ya que su móvil lo había apagado y al parecer el reloj que le ayudaba a rastrear la se encontraba en la facultad.

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Mientras tanto una chica caminaba siguiendo su instinto, ya que ahora se daba cuenta de la conexión que tenia con la perla. Siguiendo ese instinto término encontrándose en un callejón obscuro poco transitable. Dos hombres con el rostro cubierto la interceptaron Obstruyendo le la salida, uno de ellos le apuntaba con el arma...

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El joven de cabellos plateados se encontraba caminando con dificultad, ya que sus heridas se habían vuelto a abrir. Caminaba sin rumbo cuando choco con otro muchacho, afortunadamente era Hojo.

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