Enamorada.

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RESPLANDOR CAPITULO XXV

El roce con sus labios le transmitió una sensación de calidez, su corazón latía aceleradamente y aunque era la primera vez que probaba aquellos labios ya se había vuelto adicta a ellos.
Tal vez no había sido el primero en su vida, pero juraba que jamás le habían transmitido aquella dulce sensación.

InuYasha sentía una inmensa necesidad de seguir besándola y no separarse de ella, estaba confundido ¿como podía sentir esa sensación con ella? Pero ahora tenía que resistir sus impulsos debía protegerla a toda costa.

InuYasha: Kagome ¿Tu crees que el fin justifique los medios? - Kagome le miraba confundida, en ese momento volvió a besarla y ambos declararon sus sentimientos con ese dulce beso.
El no quería que terminará. Pero no podía permitirse perder a otra mujer.

Kagome: Por... Porque lo dices? - tartamudeo, mientras miraba aquellos ojos dorados a lo que estaba segura de amar.

InuYasha, se sentía el ser mas repugnante del mundo, la verdad es que el ansiaba que todo lo que había sucedido momentos antes fuera en otra situación, tal vez en una linda noche en la que le pudiera declarar su amor y no separarse, pero por ahora lo mejor era permanecer lejos de ella. Le empujó haciendo que la chica se fuera de espaldas.

InuYasha: ¡Por esto! - dijo con la perla en sus manos. - ¡Y no quiero volverte a ver nunca! - Y ahora solo debía correr y escapar.

Kagome reacciono después de aquel mágico momento y le siguió, con todas las fuerzas que le daban sus piernas, pero fue imposible el se estaba marchando.

Frustrada, y aun conmocionada pensó en todo lo que había pasado, se sentía fatal; el solo la había ilusionado por un momento para robarle su valiosa joya. Camino hasta llegar al árbol nuevamente en el que había estado con ese hombre al que ella amaba, se sentía frustrada y comenzó a llorar. Al paso de unas horas ya muy entrada la noche decidió regresar a su habitación y el cansancio la venció.

InuYasha se dirigía hacia su mansión y al llegar se comunico con Miroku. A quien le contó lo sucedido, incluso lo del beso.

Al teléfono:

Miroku: ¡¿Que hiciste que?! - le dijo alterado. - ¿Como se te ocurre? Eres un patán.

InuYasha: Lo se, pero tenia que hacerlo, no puedo permitir que arriesgue su vida.

Miroku: Pero no debiste hacerlo, piensa en como se debe sentir, tu bien sabes que ella siente algo por ti y no debes jugar con sus sentimientos.

InuYasha: Ya basta! Necesito que vengas ahora mismo.

Miroku: La señorita Kagome, aun esta despierta, esta abajo en el árbol tengo que esperar a que se vaya.

InuYasha: Aquí te espero, mañana a primera hora regresamos a Tokio, no puedo permitir que ella me encuentre.

Miroku: En un momento salgo para allá.

Al percatarse que Kagome se había retirado salio de su habitación y se dirigió por su automóvil.

Al llegar a la mansión Myoga le hizo pasar a la habitación del joven.

Shippo estaba despierto y había escuchado todo lo ocurrido. Kaede se encontraba limpiando sus heridas.

InuYasha: No llores Shippo, es lo mejor.

Shippo: Eres una bestia repugnante, por tu culpa no la voy a ver. ¿De verdad no quieres volver a verla?

InuYasha: Ella corre peligro y tu lo sabes bien si ella se encuentra cerca de mi no podre estar tranquilo.

En ese momento Miroku entro a la habitación.

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