⚠️ Advertencias ⚠️› Tony no puede ver.
› Se toca el tema del Su1c1d10 de forma superficial(?)
› Leer bajo tu propia responsabilidad.—
El sonido de la máquina que marcaba los latidos hacía eco en la habitación.
Steve intercalaba su mirada entre el rostro del castaño que yacía dormido en la cama, y sus muñucas vendadas.
Una oleada de sentimientos, que iban desde la ira hasta la culpa, pero no hacía Anthony, sino a sí mismo por no haber previsto esta situación, sacudió su cuerpo.
Porque si esa tarde no hubiera tenido que regresar a la casa por la lista de las compras que olvidó en la isla de la cocina, Anthony no estaría con vida ahora.
—Steve... — la voz de Virginia irrumpió sus pensamientos, ni siquiera escucho el momento en que abrió la puerta.
Se levantó de la silla donde estaba, no sin antes dedicarle una mirada más a Anthony para cerciorarse que seguía durmiendo.
—Podemos hablar afuera un segundo. — más que una pregunta fue una petición.
Steve asintió, y ambos salieron de la habitación al blanco e intransitado pasillo.
—¿Es la primera vez que hace algo como esto? — preguntó sin rodeos. Esa pregunta estaba martilleándole la cabeza. Necesitaba respuestas. Respuestas que ella podía darle.
Quería saber, si este intento de suicidi0 era el primero. Quería entender si se debía a que el chico no soportaba ser ciego.
La pelinaranja suspiró ante su mirada llena de determinación, no podía mentirle, no cuando su rostro lucía verdaderamente preocupado.
Negó suavemente con la cabeza y Steve sintió un sudor frío en su espalda.
—Lamento que tengas que ser parte de esto, Steve.
—¿Cuántas veces? — inquirió, con la voz baja y la mirada perdida en algún punto en la pared detrás de ella.
Sabía que no quería escuchar la respuesta, pero tenía que saber.
—Las suficientes para hacer que contratara a alguien para que estuviera cerca de él 24/7. — un suspiró escapó de la boca de Steve.
—¿Por qué no me lo mencionaste cuando me contrataste?
—Porque los otros se fueron al instante de saberlo, estaba desesperada. — dijo. Los ojos de la pelinaranja se cristalizaron.
Entendible, se dijo. Tal vez él también habría huído al saberlo. Lo último que necesitaba en ese momento era lidiar con los problemas de alguien más cuando él no podía lidiar con los suyos propios, sin embargo...
Steve no sabía mucho sobre la historia de Anthony.
El chico casi no conversaba, y las veces que lo hacía era demasiado grosero y en extremo sarcastico. A Steve no le gustaba eso, por eso no hizo esfuerzo por establecer un vínculo personal.
Así que todo lo que creía saber sobre la situación, eran meras especulaciones que sacaba a partir de los vagos detalles que Virginia le había dado a la hora de contratarlo.
Lo único que si sabía con certeza era que Anthony no era ciego de nacimiento. Lo sabía porque la frustración de no poder hacer las cosas que antes podías hacer por ti mismo, era una expresión constante en el rostro de Anthony.
—¿Por qué lo hace? Perder la vista de un día para otro es difícil, lo sé, pero intentar quitarse la vida por ello es...
No lo entendía. Tal vez porque no estaba en su posición pero, Anthony se veía como alguien decidido a luchar. Lo noto cuando vio que podía vestirse sin ayuda, moverse de su habitación, al final del pasillo, al cuarto de baño, que estaba en el primer piso. Desplazarse por la cocina para asaltar la nevera.