Sátiro. [Stony, AU, +18]

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Advertencias: Contenido +18. Explícito y vulgar. Leer bajo tu responsabilidad.

Se suponía que era una especie de retiro. Sí, un retiro donde debía encontrar la paz con su mente, el alivio para su alma y dejar atrás aquella "mundana enfermedad" que lo estaba consumiendo.

Río bajito ante el pensamiento, al recordar el como el líder del grupo le había felicitado apenas unas horas atrás su gran avance y mostrado su pase de salida para dentro de una semana, estaba emocionado, excitado por ello, y eso debía ser celebrado, ¿no? Sí, claro que debía, lastimosamente solo había una forma de celebrar para Tony Stark, la cual, irónicamente, era también la razón de que estuviera ahí encerrado.

—¡Ah! Joder, ¡empuja más fuerte! — ordenó, aferrándose a las sábanas.

La almohada debajo de él estaba empapada por su presemen. La cama rechinaba un poco y sus gemidos cada vez eran más audibles.

—Deberíamos ir lentos al principio. ¿Y si te lastimo? — preguntó el rubio detrás de él, con cierto tinte de preocupación y Tony sonrió.

—¿En serio te preocupa algo como eso? — preguntó burlon, mirándole con una ceja levantada por encima de su hombro y con la espalda arqueada. — Tú solo jodeme, Rogers. Jodeme tan bien que valga absolutamente la pena, la maldita sanción que nos impongan si llegan a descubrirnos. — dijo, y se relamio los labios cuando vio aquella mirada azul cielo, oscurecerse como cuando esta a punto de azotar una tormenta.

Una tormenta que quería que lo empapara completamente.

Recordó vagamente la primera vez que vio a Steve. Sinceramente no había prestado mucha atención a las personas de su alrededor, pues no le interesaba en lo más mínimo grabarse el rostro de más hombres con Satiriasis. Eso era un poco demasiado asqueroso y vergonzoso casi en el mismo grado, sin mencionar la desesperación y pérdida de control que más de uno tuvo debido a la forzada abstinencia.

Los primero días fueron difíciles, tanto que encontrar a más de uno masturbandose, cogiendose a un cojín, o incluso un pepino al que le habían quitado la parte del centro fue el pan de cada día, tarde y noche en aquel lugar.

Aunque no fue su caso. Bueno, Tony si se había pajeado un par de veces pero era normal, ¿no? Ver tantos penes fuera le ponía un poco duro pero se controlo, porque a pesar de la etiqueta de Sátiro con la que su padre lo había clasificado solo por tener una vida sexualmente abierta, él no sufría Satiriasis.

Y no, no es negación. Simplemente, él no era como el resto de enfermos que estaban ahí. El tenía clase, pues no follaba cualquier cosa que tuviera agujero ni se metía cualquier cosa que entrará en el suyo. Si bien le gustaba coger y que se lo cogieran, hombres y mujeres en cantidades por igual, él sabía que no merecía estar ahí, con esos depravados que al inicio se paseaban con las pelotas al aire. En busca de alguien que les hiciera aunque fuera una felación sin pedirla para mantener su orgullo, aún cuando miraban las pollas de otros, babeando y tragando duro. Conteniendo las ganas de arrodillarse, de chupar un pene o ser penetrado por uno con tal de calmar ese deseo que les quemaba la entrepierna.

Asqueado, Tony no se acercaba a ninguno de ellos más que cuando él líder del grupo, el encargado de hacerlos regresar al camino, hacia sus pláticas colectivas para explicarles el por qué debían de dejar de considerar el sexo como un hábito, como una parte de su vida y quien sabe cuanta más mierda.

Había notado que más de uno le miraba con ojos predadores. Como si fuera la presa del día, y no los culpaba. Él era sexy. Todos sus amantes lo decían, y aunque no lo hicieran el tenía la seguridad de que lo era.

Egocéntrico, un poco narcisista, así se le antojaba ser, siempre. Más sin en cambio en esta ocasión no lo disfrutaba, al menos no del todo pues de todos esos hombres que le acompañaban en el susodicho retiro, ninguno era de su gusto o siquiera de su agrado, hasta que llegó él.

Stony Random Series Vol. 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora