—Vamos, apresurate, a menos de que quieras que nos vean.
Steve soltó un gruñido en protesta ante la presión y de un tirón se deshizo de su cinturón, desabotono su pantalón y su erección salió prominente aún con el bóxer de por medio. Tony se relamio los labios.
—¡Woah, Cap! Si que estas animado hoy. — dijo cuando Steve sacó su miembro por la abertura del bóxer.
Su punta estaba roja, y el pre-semen había comenzado a salir, dándole un brillo que le hacía ver apetitoso. Tony se mordió el labio y trago grueso. Quería darle una mamada. Sentirlo dentro de su boca, hasta el fonto de su garganta pero no había tiempo para ello. Nat y los demás estaban por llegar, así que solo tenían tiempo para un round rápido y adrenalinico en la cocina del Complejo.
—Cuando se trata de ti, siempre lo estoy.
Su voz sonó casi en un susurro, muy cerca de su oído mientras una de sus fuertes manos le tomaba por el cuello y su cuerpo le aprisionaba contra la encimera. Tony sintió claramente el latir del corazón de Steve en su espalda cuanto lo repego a su pecho para introducirse en él con una estocada suave y profunda.
Gimió, y un hilillo de saliva goteo por una de las comisuras de su boca cuando Steve comenzó a moverse lentamente en círculos, explorando su entrada, haciéndole sentir cada centímetro de ese miembro que tanto lo enloquecía.
Era simplemente exquisito.
La primera vez que lo hicieron fue estando borrachos. Culparon al alcohol del desliz, fingiendo no recordar nada del hecho durante un tiempo hasta que les tocó ir a una misión al otro lado del mundo, juntos y solos.
Después de pasar dos semanas en investigación, espionaje, y solucionando el problema finalmente, quedaron varados en un hotel de paso gracias al mal clima de la fría Alaska.
El destino les jugó sucio al hacerlos compartir una cama matrimonial durante su hospedaje. La primera noche solo durmieron, en la segunda, para sorpresa de ambos, Steve fue quien rompió la distancia al repegarse a Tony con la excusa de sentir frío para sólo terminar frotándose contra su trasero, diciéndole y pidiéndole más de lo que podría con palabras.
Con eso bastó para desencadenar los frecuentes encuentros furtuitos que tendrían de ahí en más, porque aunque ninguno de los dos fuera gay, la atracción que sentían por el otro era innegable, así que, ¿por qué no experimentar hasta saciarse? Porque eso ocurría, se deseaban y se saciaban como nunca antes con nadie. Ninguno de sus amantes pasados era como el otro, porque siempre les había faltado algo, algo que ya habían encontrado pero aún no tenía nombre para ellos.
—Mierda, se siente tan bien.
Steve afianzó el agarre en el cuello de Tony, que si bien ahorcar no era un fetiche para el rubio, era necesario para mantener esa posición, porque le gustaba sentir el calor que emanaba el cuerpo de Tony, le encantaba y le ponía demasiado inhalar el exquisito aroma que emanaba el castaño.
Com su mano libre tomó una de las piernas de Tony, recargandola contra la encimera, en alto, abriendo paso para hundirse con más profundidad en su excitante interior.
Dejó de lado los movimientos circulares para comenzar a penetrarlo, duro, profundo, en busca de aquel punto donde lo hacía gritar y llorar de placer. Aumentó el ritmo y finalmente dio con el, lo supo cuando Tony arqueo su espalda y gimió fuerte, sin temor a ser escuchado porque el placer que le provocaba ser golpeado en esa parte le nublaba cualquier atisbo de razón.
—Ahí, Rogers. Jodeme fuerte ahí. — pidió entre jadeos.
Sus manos se aferraron a la porcelana de la encimera con fuerza. Steve libero su agarre en su cuello y Tony se recargo completamente en la encimera, aún con la pierna levantada, dándole mayor accesibilidad a Steve para que siguiera golpeando ese punto en específico. Tenían que terminar rápido, si no sus compañeros los verían.
Steve lo sabía también, debían darse prisa o serían descubiertos, así que afianzó el agarre en la pierna de Tony, y con la otra se aferro fuertemente a su cintura para mantenerlo en esa pocosion al aumentar el ritmo de sus estocadas.
El sonido lascivo del trasero mojado de Tony chocando contra la pelvis de Steve sonaba demasiado bien. Tony gemía en voz alta y Steve soltaba gruñidos de cuando en cuando, cada que la entrada de Tony se apretaba más alrededor de su miembro, justo después de tocar su próstata con la punta.
Tony soltó una de sus manos cuando sintió una corriente eléctrica atravesarlo el cuerpo y su vientre se contrajo deliciosamente con una sensación ya conocida, la guió hasta su miembro y comenzó a mastrubarse.
Desde atrás, escucho como Steve gruñó en protesta por la acción. Y con un ágil pero brusco movimiento, le hizo girar aún con su pene dentro de él.
—¡Mierda, Steve! — Tony gimió ante la acción escandalosamente y Steve le sonrió con suficiencia.
—Comienzas a masturbarte y no me dejas ver, que egoísta eres Stark.
Fingio ofensa y con una mano lo obligó ahora a sentarse sobre la encimera, Tony ahogo un gemido mordiéndose los labios cuando Steve abrió sus piernas de par en par, no sólo para darle más espacio para moverse, sino para darle una mejor vista de su anatomía.
—Hazlo, tocate. — ordenó con voz firme y ronca a la vez.
Tony notó como sus ojos azul cielo se oscurecieron hasta tomar el color de la noche. Le encantaba eso, la forma en que el correcto y anticuado Capitán América se transformaba en un hombre tan sexual y sensual, por él y solo con él, así que lo obedeció. Comenzó a mastrubarse ante la mirada atenta de Steve, quien no parpadea a para no perderse detalle y sintió como él ritmo de las estocadas aumentaba nuevamente.
Los gemidos comenzaron a escapar de su boca y sus ojos se cristalizaron por tanto placer.
Cuando sintió de nuevo los síntomas del orgasmo recorrer su cuerpo, entre abrió sus labios, lamiemdolos y mordiendolos un poco en clara señal de que quería que Steve lo besara, y el rubio ni tonto ni perezoso, acato el pedido silente para comerle la boca en un fogoso beso.
Tony dejó su erección y enredo sus brazos alrededor del cuello de Steve cuando el orgasmo de ambos llegó. Para pegarlo más a su cuerpo y sentir el calor que este emanaba. Steve por su parte, soltó una de las piernas de Tony para enredar su brazo alrededor de su cintura, para luego separar sus labios tras una fuerte mordida que lo hizo gruñir y a Tony gemir al tiempo cuando ambos se vinieron.
Sus cuerpos se sacudieron escandalosamente, sus mentes quedaron vagando en los estragos del placer que sentían cada vez que se unían de esta manera y sus respiraciones agitadas eran los únicos sonidos que alcanzaban a percibir.
—Te amo, Tony. — soltó Steve de repente, aún con la respiración agitada, pegando su frente a la de Tony en un acto reflejo.
El corazón de Tony dio un vuelco a escuchar esas palabras.
Se suponia que sólo sería sexo, se suponia que sólo estaban experimentando pero eso sonó tan bien, tan cálido, tan hogareño, que solo pudo sonreír cuando lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.
—Yo también te amo, Steve. — respondió con una enorme sonrisa y se besaron.
Las carcajadas de sus amigos irrumpieron en el lugar pero ninguno de los dos se movió de donde estaban.
—Viernes... — llamó Tony a su fiel amiga artificial.
—Enseguida, Jefe.
Natasha y los demás Vengadores se sorprendieron al ver que el área de la cocina se cerraba con gruesas cortinas de metal cual caja fuerte.
—El Señor Stark y el Capitán Rogers no desean ser molestados. — habló la IA y más de uno pareció no entender la referencia.
—¿Por qué? ¿Qué es lo que están...?
Quizo preguntar Scott pero la respuesta llegó bajo unos fuertes gemidos que hicieron sonrojar a más de uno.
—Te odio. — le dijo Sam a Natasha mientras le entregaba 200 dólares.
Y en completo silencio debido a la perturbación, cada uno se retiro a su respectiva habitación, algunos pidiendo a Viernes en el transcurso de la noche que bloqueara el sonido del exterior para que si al menos no iban a dormir, los gemidos de Tony no se les quedaran grabados en su mente de por vida.