Capítulo 8

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Tyler McKellen

Días más tarde

Apagué el motor de mi camioneta, tomé mi termo con café y mi mochila, cuando salí el frio me hizo estremecer aún estaba oscuro, y solo el sonido de los animales nocturnos estaba presente. Esta había sido mi rutina durante estos días, venir a las caballerías antes del amanecer y ser él último en ir a casa. Todo porque cierto matrimonio seguía en Firefly.

Caminé por el pasillo de las caballerías con pasos tranquilos hasta llegar al fondo donde estaba mi pequeña oficina. Giré la llave y entré, enseguida la luz se encendió.

—¡Carajo! —grité al ver a mi madre en mi silla detrás del escritorio.

—Tyler, ese lenguaje.

—Me has dado un susto de muerte, creo que puedo soltar una grosería, mamá. Además, ¿qué haces aquí, en medio de la oscuridad? Y, ¿Cómo lograste entrar?

—Bueno sabes que tú padre tiene llaves de todo, no me fue difícil tomarlas un rato y entrar —dijo, encogiéndose de hombros—. Y estaba esperándote porque me has estado evitando.

—No te estoy evitando mamá. —Al menos no a ella.

—Entonces por qué no me respondes el teléfono, no vas a nuestra casa y no has pisado el hotel.

—Tengo demasiado trabajo —respondí dejando mi termo en el escritorio y mi mochila en el suelo. Conocía a mi madre y sabía que no me dejaría hasta obtener respuestas. Así que tomé asiento en la vieja silla de enfrente.

—¿Demasiado trabajo?

—Si, he estado buscándole un novio a Valkiria. —Eso era verdad, Val estaba lista para reproducirse. Así que necesitaba buscar al mejor caballo para ella. De hecho, tenía al candidato perfecto, solo que tenía que viajar a Londres para cerrar el trato y comprarlo.

—Así que es por Val y no porque he insistido en hacerte una cita con Leonor.

—Mamá ya te dije que no me interesa tener una cita con la hija de Cailean y con ninguna otra chica.

Solo me interesa una mujer rubia. Que no deja de presentarse en cada pensamiento que tengo.

—Yo solo lo hago, porque te la pasas todos los días aquí con los caballos o sólo en tu cabaña. Desde que terminaste con Sabrina no hubo otra chica. Pienso que Leonor es la chica indicada para ti. —Iba a interrumpir, pero ella no me lo permitió—. Se que dije lo mismo con Jazmín...

—Jazmín, Sara, Olivia —agregué.

—Está bien, lo dije con todas. Pero Leonor es diferente a ellas creo que te gustará. ¿Sabías que ella tuvo que abandonar la carrera de veterinaria para regresar a casa y hacerse cargo de la boutique después del infarto de su padre?

—No lo sabía.

—Lo sabrías si respondieras a mis mensajes —dijo mi madre enfadada—. El pobre Cailean se siente culpable por ello.

Mi madre hizo un puchero triste, la conocía lo bastante para saber que detrás de aquella mueca venia una idea digna de Katherine McKellen. Una que no me iba a gustar.

—¿Qué hiciste? —pregunté inseguro de conocer la respuesta.

Ella se encogió de hombros y respondió.

—Puede que le haya dicho a Cailean que Leonor es bienvenida a poner en práctica sus conocimientos mientras esta en Inverness.

—¡Mamá! —dije enfadado, negué un par de veces con la cabeza mientras apretaba el puente de mi nariz. Respire un par de veces.

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