Capítulo 11

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Charlotte

Un diluvio caía afuera, la oscuridad llegó temprano llevándose consigo la electricidad, haciendo trabajar a los generadores de reserva en los establos. Había encontrado un lugar para esperar el regreso de Tyler cerca de la puerta de entrada, usando como asiento una vieja cubeta.

Leonor detuvo sus intentos de hacerme esperar en la oficina, en cambio me ofreció una buena taza de café y se sentó a mi lado en otra cubeta vieja. Agradecí su silencio.

La preocupación me consumía a cada minuto, con esta tormenta no era seguro salir a cabalgar. Quería ser optimista y pensar que Tyler tenía un refugio para protegerse de la tormenta, sin embargo, algo me decía que no estaba bien.

Agite mi cabeza, no quería invadir mi mente con imágenes fatalistas.

Las luces de una camioneta negra que se detuvo en la entrada me sacó de mis pensamientos, al instante me levanté de mi cubeta. De esa camioneta salieron los señores McKellen, Emma y Matthew.

Mi estómago se hundió y sentí un escalofrío recorrer mi espalda.

Corrieron hacia nosotras, Evan se unió al mismo tiempo que llegaron los McKellen.

—¿Cuál es la situación? —le preguntó Luke McKellen a Evan peinándose la cabeza mojada.

—He tratado de comunicarme con él a través del radio. —Miré a los McKellen, su cara mostró verdadera preocupación—. No tuve suerte, Tyler tomó la ruta de Duncan y sé qué él puede con esos senderos, pero... —Se rasco la nuca, luego continuó—. Salió con el caballo nuevo.

Aquello no le gustó para nada a Luke.

—¿El salvaje negro?

—Sí.

—Maldita sea.

—¿Que vamos a hacer? —preguntó Kate, que parecía haber envejecido 10 años en horas.

—No podemos salir, sería arriesgado. Con esta lluvia la vieja ruta de Duncan es como caminar en la cuerda floja a ciegas —declaró Luke, tomando la mano de su esposa—. Solo queda esperar y rezar.

Ni siquiera ví el momento en que Matthew llegó a mi lado para después abrazarme. Su pecho amortiguó el sollozo que brotó de mí y las lágrimas que siguieron.

****

Tyler

»Debes tener respeto por la tierra Ty, sobre todo está montaña.

—Sere como una cabra montesa, abuelo.

—Ja, ja, ja, una cabra montesa a caballo. Sólo mantén firme las riendas y los ojos al frente.

El recuerdo de aquella conversación llegó justo en el momento en que caía por el precipicio rocoso.

Subestime el sendero.

Dejé que Thor fuera libre y tomara el control de esta loca carrera.

Fue demasiado tarde cuando quise tomar las riendas a pesar de mis intentos por detener a Thor, pero no lo conseguí además de la inesperada tormenta que lo hizo correr más rápido y sin rumbo. Ni siquiera pude aferrarme a la silla cuando Thor me dejó caer.

Estaba siendo golpeado por cientos de rocas, traté de proteger mi cabeza, aunque también quería aferrarme a una piedra, hasta que finalmente me detuve, miré el cielo que se iluminó por un relámpago. Con las gotas de lluvia cayendo sobre mi cuerpo perdí la conciencia.

Halloween LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora