PRÓLOGO.

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La tarde en Pueblo ballena llegaba rápidamente; las personas que vivían en las pequeñas casas dejaban la ventana abierta para que la fresca brisa entrará por el calor de verano, las aves revoloteaban sus alas alejándose de ahí para dirigirse a donde el viento las llevase.

El mar que se expandía en el horizonte sin dejar ver su final, solo reflejaba el fuerte azul del cielo y la luz deslumbrante del sol.

El mar que se expandía en el horizonte sin dejar ver su final, solo reflejaba el fuerte azul del cielo y la luz deslumbrante del sol

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La vida en aquel pacifico pueblo parecía de lo más placentero que cualquier persona podría tener. Justo en medio de aquel escondido lugar, yacía un árbol de cerezo ya algo viejo, las personas que vivieron por años construyeron una fuente frente a él con una ballena tallada en cuarzo que se mantenía con el paso del tiempo un poco maltratada pero manteniendo su brillo.

 Justo en medio de aquel escondido lugar, yacía un árbol de cerezo ya algo viejo, las personas que vivieron por años construyeron una fuente frente a él con una ballena tallada en cuarzo que se mantenía con el paso del tiempo un poco maltratada pe...

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Pero lo que importa en este momento es ese joven que solo permanecía sentado bajo la sombra de aquél árbol. Un chico rubio de piel pálida con un cuerpo bastante delgado mientras que su mirada era dirigida a aquellas aves que extendían sus alas dejándose llevar por el aire, alejándose para perderse en un simple punto apenas visible

 Un chico rubio de piel pálida con un cuerpo bastante delgado mientras que su mirada era dirigida a aquellas aves que extendían sus alas dejándose llevar por el aire, alejándose para perderse en un simple punto apenas visible

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-Kurapika, ¿cuánto tiempo más piensas quedarte ahí sentado?, necesito que me acompañes a preparar todo para la cena de esta noche.- decía un joven alto de negra cabellera que se acercaba poco a poco al chico distraído.

-Kurapika... - Se dirigió nuevamente aquel pelinegro percatandose de la situación, soltando un pequeño suspiro, acompañado de una tierna sonrisa.

La postura del sujeto cambió de repente.

Se acercó hasta donde el rubio se encontraba y tomo asiento junto a él. Lo más cerca que podría estar.

-Se que es por lo de esta noche.

No tenemos que hacerlo si tu no quieres.

Hablaré con ellos si te parece bien y les diré que tendrá que ser en otra ocasión.- Dijo Leorio un poco desanimado sin darse cuenta que al terminar de pronunciar esas palabras el rubio saldría de su trance.

-¡No lo hagas!... Tranquilo, estoy bien. Es solo que...- Dijo apartando la mirada al suelo.

-¿Es solo qué...?- Pregunto el pelinegro intrigado por su comportamiento.

-Es solo que no se como lo tomen tus padres. Esta situación. El que tu y yo...Ya sabes.

-¿Lo de estar saliendo juntos?.

¿Por qué tendrían que decir algo al respecto?.

¡Es mi vida y quiero pasarla contigo!.

¿Qué tendrían que decir de eso al respecto?. Kurapika, mis padres tienen una idea de lo que es una pareja y yo respeto eso, pero si no aceptan la relación que llevo contigo entonces no tengo por qué darles explicaciones. ¡Yo solo quiero estar contigo incluso si el mundo se pone en contra!- Las palabras de Leorio quedaron grabadas en el alma de aquel chico; pronto sus ojos se tornaron brillosos tratando de no romper en llanto.

-Leorio... ¡Lo siento en verdad!, Pero no quiero arruinar la relación con tus padres.

Quiero conocerlos mejor y que ellos me conozcan tal y como soy.

Quiero que podamos llevar nuestra relación sin que se aparten. Tengo miedo... De que yo no sea de su agrado. - Sus desesperadas palabras fueron detenidas por Leorio quien se acercó a sus labios, robándole un beso que tranquilizó sus nervios.

Sus ojos quedaron conectados en ese instante; el rubor en el rostro del rubio se disparaba por los aires y acto seguido tomó ambas mejillas de su pareja acercandolo nuevamente a el para conectar los suyos esta vez de una manera más adulta, más sincera, más real.

-Te prometo que les vas a agradar, ¡Dalo por hecho!- dijo Leorio mientras tomaba un descanso de aquel beso que lo dejó más rojo que un tomate.

Kurapika asintio con la mirada cerrando los ojos y besandolo lentamente mientras se abrazaba del cuello y el de su cintura.

-Leorio, ¿Puedo pedirte un favor?- Pregunto el rubio mientras miraba cara a cara al que permanecía confundido.

-Dime. ¿Qué es lo que necesitas?- dijo el pelinegro dándole un beso en su nariz.

-Si todo sale bien; quiero que lo hagamos juntos- recitó Kurapika mientras se recostaba en su hombro.

-Escucha, salga bien o no, lo vamos a hacer, de eso no hay duda, así que no te preocupes.

-Hablo de construir nuestra vida juntos sin preocupaciones- comento el rubio soltando una pequeña carcajada mientras Leorio parecía un poco molesto por aquella broma.

-¡Tranquilo!, si vamos a estar juntos...claro que vamos a poder hacer "eso", también.- aclaró alegremente mientras besaba la mejilla del pelinegro.

-Vamos, Se nos hace tarde.- dijo el rubio sosteniendo firmemente la mano del otro chico mientras caminaban de regreso a su hogar.



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