Vamos.

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La noche caía sin dejar nada en claro, las personas que pasaban por la calle, aunque pocas, saludaban al pelinegro que parecía un poco perdido; mirando el suelo iluminado por las casas de los alrededores.

Su mano sostuvo firmemente ese pequeño corazón rosado dejando que lo aprecie por unos momentos para después solo regresarlo a su lugar, como si tuviera en su poder algo de lo más importante en el mundo.

En su memoria, la comprometedora postura de su amiga le elevó el color hasta la coronilla, inquietando su paso mientras jugueteaba su mano con el regalo dentro de su bolsillo.

Leorio soltó un suspiro al aire dándose cuenta que en el tiempo recorrido no se había dado un momento para pensar en otra cosa que no fuera esa silueta que estaba por encima de todo, alucinando con deslizar la punta de sus dedos por su piel.

Su corazón comenzó a latir bruscamente dejándolo sin aliento mientras trataba de seguir con sus pasos; cerrando sus ojos y desvaneciendo el deseo en el aire de afuera.

Su atención fue captada cuando pasó por aquel lugar, ese parque donde todo se mantenía en calma. Su interés no fue más claro, adentrando su persona en lo profundo del mismo para encontrar algo que lo haga olvidar todo peligro.

Aún con la noche se apreciaba el danzar de las hojas con el aire frío del momento. Frente a sus ojos, una pequeña banca le brindaba asiento mientras que le dejaba contemplar las calles del pueblo con las luces brillantes que se miraban a lo lejos.

<<¿Qué es lo que hago aquí?>> se preguntaba asi mismo contemplando el paisaje que lo atrapó un momento en su belleza.

Sus oídos parecían jugarle una broma cuando alcanzó a escuchar el tierno tarareo de una persona en la cercanía haciéndole reaccionar al momento.

—¿Quién anda ahí?.—preguntó con esmero apretando su puño, dándose cuenta que la dulce melodia se había detenido.

Sus pies no lo dejaron esperar, llevándolo a revisar tras los árboles que le cubrían la vista, regalandole una imagen que no sacaría de su memoria.

Bajo ese árbol de abeto lo aguardaba una sorpresa; el  triste rubio frente a sus ojos se encontraba descansando, mirando a la nada sin sentir su presencia.

Leorio pronto recordó su rostro, enrojeciendo sus mejillas tras haberlo mantenido en su memoria toda esta tarde. Pero a Kurapika no pareció molestarle, tan sólo seguía perdido sin percatarse a su alrededor.

—¿Estas bien?. —preguntó el pelinegro para matar la tensión mientras tomaba asiento junto al chico.

El rubio parecía no estar en este mundo, dejando confundido a su acompañante que lo miraba detenidamente.

<<¿realmente era el?>> se preguntó Leorio a sus adentros un tanto asustado.

—Oye, creo que esto es tuyo.— resaltó con sus palabras mientras sostenía la billetera en su mano, en son de entregarla.

Kurapika desvío la mirada tras reconocer el objeto y enderezando su vista a quien la tenía en su mano.

Su reacción de asombro no pudo ocultarse recordando su día que no le dejó nada bueno, sabiendo que por su culpa ese chico se desplomó frente suyo.

—¿qué haces aquí? —preguntó con nerviosismo mientras sostenía su pertenencia acabando con la poca calma que cubría el ambiente.

—vaya... Perdón si te moleste, solo pasaba por el lugar. Jamás pensé encontrarte en este momento; la billetera...la encontré dentro de la fuente en el campus. Lo siento pero revisé un poco lo que tenía, era la única forma de saber de quien era. — explicó con torpeza mientras sostenía su mirada a quien se mostraba avergonzado.

Kurapika se enseñó serio ante sus palabras; aún preocupado por otra cosa.

—Tu...me viste, ¿verdad?. — dijo el rubio con curiosidad matándose de vergüenza.

—¿verte?....a decir verdad. Solo sentí un pequeño golpe, no recuerdo más. — respondió Leorio con calma sabiendo que le ayudaría a tranquilizarse, aunque claramente lo recordaba con detalle y asombro.

La tierna carcajada que soltó el menor en ese momento lo enternecio en el acto, recorriendo el rostro del chico que se expresaba un tanto alegre.

—Perdón, es solo que tuve un mal día, eso es todo.
Bueno, al menos de todo esto salió algo bueno; recupere mi billetera. Gracias. — termino con franqueza mientras se quedo un buen rato observando al otro con detalle.

—Bueno...solo quería entregartela. Supongo que nos veremos otro día. — resaltó apenado tratando de pararse en su sitio.

—¿por qué no te quedas un poco más?. — suplico el rubio regresando la mirada al frente casi sabiendo su respuesta.

—No quiero ser una molestia, parece que interrumpí algo.— recalcó el pelinegro suspirando indeciso.

—Tranquilo, no interrumpes nada. Vamos... Quedate un momento. — soltó su petición nuevamente mientras disfrutaba el paisaje.

—supongo... Que puedo quedarme un poco más. —respondió alegremente por su situación retomando su asiento.

—Leorio, ¿verdad?. ¿Vives por los alrededores?, no recuerdo haberte visto antes por aquí. — dijo el rubio con intriga en dirección al otro.

—No soy de aquí, de hecho vivo justo donde se alcanza a ver las luces del pueblo en esa dirección— señaló al lugar del frente cubierto por las luces.

—y....¿Qué haces aquí solo?, es un poco tarde para andar por estos sitios. — se dirigía Leorio con suspenso en su alrededor.

—No pasa nada, de hecho estaba con una amiga, pero ella decidió irse antes.
Eso me recuerda. Leorio... — con anhelo en su mirada y una tierna sonrisa tomó el interés del otro.

—Tu, ¿sales con alguien?. — soltó el rubio con rubor en su rostro sin saber lo que pasaría.

—¿Por qué lo preguntas?. ¿Te gustó?. — comentó con gracia apreciando al rubio quien lo acompañaba.

—¡olvidalo!, solo fijate más a tu alrededor, hay alguien que tiene mucho interés por ti y no lo has notado. — Kurapika resaltó sus palabras esperando que el otro las entendiera, o se diera una idea de quien se trataba.

Leorio guardo silencio tras lo escuchado, grabando una expresión de ternura en su rostro dejando que todo surgiera en su tiempo.

Sus manos reposadadas en la tierra de las raíces de ese árbol, dieron un giro en su otra dirección, quedando cara a cara con el rubio clavando sus labios.

Su reacción turbia y desenfrenada con la intención de zafarse hacia que Leorio se despegara en el momento sin entender la situación.

—¡¿qué demonios te pasa?! — preguntó alzando su voz, asustado por lo anterior.

—solo estoy prestando atención. Pensé que tu... — el pelinegro sostuvo confundido sin arrepentirse de lo que hizo.

—¡a mi no tonto!. —recalcó el rubio con tristeza tras darse cuenta de algo.

—En verdad...pensé que era un mal día. — dijo desanimado, apartando la mirada del pelinegro.







Continuará....

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⏰ Última actualización: Feb 24, 2021 ⏰

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