Por Si Llego A Faltar.

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1 año antes.

Hospital General de York City.

Todo hubiera sido más tranquilo si ese doctor no hubiera dado aquella noticia que desplomó la esperanza del pelinegro. Un doctor que parecía que los años de experiencia no fueron en vano, siempre preparado para cualquier tipo de situación.

—Leorio, tienes que tomarlo con calma.
Se que no es fácil y trataré de decirlo lo más claro posible. Tu corazón... No durará mucho; tienes algo que llamamos "I. C", es la Insuficiencia Cardíaca la que provoca esos malestares y los constantes desplomes.
Actualmente no hay cura para ese padecimiento pero es tratable; lo siento muchacho, lo único que puedo recomendarte es que trates de sobrellevar una vida lejos de emociones fuertes.— las palabras de aquel doctor flotaban en el aire, los intensos matices grises de la vida acompañaban al pelinegro que clavo la mirada en el suelo completamente desorbitado, tratando de entender lo que acababa de escuchar.

—Estos problemas son tratables, quiero que entiendas eso muchacho, pero si te esfuerzas demasiado no duraras mucho.—dijo el el doctor que fue interrumpido en ese momento por una petición.

—Lo entiendo; solo por favor no diga nada de esto a mis padres. Se como son y no quiero verlos mal.— suplico en ese momento el chico apagando su mirada dejando que un suspiro lo acompañará.

—¡estaré bien doctor!, lo sé, quisiera empezar con el tratamiento lo antes posible así que dígame, ¿Qué sigue? — ambos cruzaron miradas; una firme sonrisa y un tierno gesto fue lo que recibió el joven por parte del especialista.

—De momento es todo muchacho, tienes que descansar, no te desgastes mucho.

—Bien, entonces, creo que iré a caminar un momento, quiero pensar en algunas cosas — dijo un tanto apagado mientras abría la puerta del consultorio desapareciendo entre los pasillos del hospital.

<<Bueno, ¿Ahora que hago?>> se preguntó así mismo Leorio mientras paseaba por las transitadas calles de la ciudad observando a la gente, viendo a los niños que corrian alrededor de sus padres. Gastando energía y alegrando el ambiente.

El chico perdido en sus pensamientos no había notado que una persona sacudía su mano en ademán de saludarlo siendo esta pasada de largo por el mismo. El ambiente se vio favorecido cuando esa chica pellizco la mejilla del pelinegro arrastrandolo cara a cara.

—¡¿pero qué demonios te pasa Leorio?! ¿Sabes cuántas veces te he estado llamando?.  Has estado actuando raro últimamente desde lo que sucedió el otro día en la universidad.— esa chica mantenía un aura un tanto destellante, su mirada de desprecio y a la vez de preocupación era puesta en Leorio que sobaba su mejilla por el pellizco.

—Neón. No pensé encontrarte por estos rumbos, Perdón por no contestar, este no es un buen momento.

—Nunca es un buen momento para ti, ¡maldición!, ¿crees que es normal desmayarse en medio de todos en la universidad?, algo no está bien Leorio.
Lo que no entiendo es por qué no dejas que tus padres se enteren de lo sucedido, por lo que se incluso rogaste a la enfermera del instituto que no llamara a nadie. — el preocupante semblante de la chica de pelo azulado y piel clara demostraba un claro interés por el bienestar de su amigo.

—Escucha Neón, no es algo que pueda decir como si nada. ¿Quieres saber que es lo que tengo?, ¡bien!, Solo espero que... — sus palabras desaparecieron en el aire opacando el brillo de sus ojos dejando que se desplomara en el suelo mientras que en el lugar un fuerte grito llamó la atención de todos.

—¡Leorio!, ¡Leorio contesta por favor!, ¡Leorio! — Neón pronunciaba desesperadamente el nombre de su amigo quien no parecía reaccionar en ese momento.

—¡una ambulancia!, ¡por favor!, ¡alguien llame una ambulancia!... ¡Rápido! — el llanto en su corazón despertó la mente perdida de las personas en su  alrededor quienes reaccionaron desconcertadas.

Rápido y sin perder tiempo, aquel chico fue llevado al hospital general esperando no ser grave la situación.
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El sol rojizo desprendía su luz que resbalaba por los cristales de aquel edificio, lentamente y con dificultad, Leorio trataba de abrir los ojos encontrándose con el tenue brillo de la lámpara de aquella habitación.

—¡por fin despiertas!— Grito la chica de pelo azulado sosteniendo firmemente la mano de su amigo.

—¿cuánto tiempo pasó? — preguntó el pelinegro mirando todo a su  alrededor tratando de identificar el lugar.

—Leorio, te fuiste por más de 5 horas, pero tranquilo. Estaras bien, además, Se que me odiaras por esto pero... Llame a tus padres.
Tienes que hablar claro con ellos. Estas mal, yo lo sé, pero prefiero que tu seas quien los ponga al tanto de tu salud. -— decía aquella chica peliazul con un brillo en sus ojos como si todo dependiera de ello.

— Supongo que no me dejaste otra opción, ¿no es así?. Neón... Mi corazón se debilitó, esta causando muchos problemas y cualquier situación fuerte puede ponerme de nuevo en el hospital.— Leorio mantenía esa postura firme al contarle la verdad a su amiga. El silencio aunque incómodo dejó que ambos conectarán miradas tratando de entender el por qué de ese momento y sin más, solo un abrazo selló el sentimiento.

—Se que tu eres fuerte Leorio, puedes con esto.
Yo confío en ti, tienes que hablar con tus padres, ellos piensan que todo es por otras situaciones. No quiero verte en una caja, entiéndelo. Tienes que cumplir tu promesa. — Neón apretaba con fuerza la mano del pelinegro haciendo que el asintiera con la cabeza mientras que dentro de la habitación resonaban unos pequeños golpes provenientes de la puerta.

—Deben ser ellos, iré enseguida. — Leorio se mostraba preocupado, no siempre se tiene la mala suerte de decirle a tus padres que tienes una enfermedad que compromete tu vida pensando así en la reacción que seria evidente y el estaba dispuesto a decirlo frente a frente después de lo sucedido.









Continuara.....












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