Capítulo once

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Simon Derricks 

*Un día antes de la muerte de Ammar*

Casa de luz - Madagascar.

. . .

Camine por los pasillos de la mansión del rey de luz para poder "congeniar" y distraerlos unos cuantos minutos. Eso se me había hecho difícil, los guardias no habían dejado de preguntarme una y otra vez cosas de mi vida personal antes de permitirme el acceso a la casa.

Solo espero y las chicas se encuentren en buen estado.

Los pasillos y todo el lugar parecían tallados en piedras de oro, plata y diamante. Cada armadura relucía al igual que el adorno de la bombilla de la esquina de la pared. Con este lugar podríamos alimentar a las personas de acá.

— Acá Liam.— Mi intercomunicador se activo dando señal y dándome acceso a escuchar la voz de un idiota.— No tengo la ubicación de las chicas, se perdieron de un momento a otro por problemas de señal y bajones extraños de luz que hicieron mi señal se hiciera lenta. ¿Las has visto por los pasillos de la casa?

— No, acabo de entrar. Me estaban interrogando los guardias.— Mire hacia todos lados en busca de alguna persona conocida o una desconocida.— ¿Última ubicación registrada?.— Susurre.

— Penúltimo piso de la casa, esta cerca de mi ubicación. Las vi venir por el rastreador, pero luego de unos segundos la señal se entrecorto y las perdí de ubicación, mi sistema se reinicio.— Menciono y ajuste los guantes negros que llevaban cubriendo mis manos.

— La señal se corta al llegar a los calabozos del sótano.— Comencé a caminar hacia aquella dirección. Era muy obvia aquella respuesta de mi parte, había planeado todo e incluso estudiado cada estructura, sabia sus trucos y sus trampas, de este lado las cámaras estaban desactivadas a esta hora.— ¿Seguro de qué no las viste salir o venir?

— No, solamente las vi caminar a las tres juntas y luego desaparecieron.— Dio un suspiro y note la preocupación con la que había dicho, era un desgraciado, pero no mal amigo.

— ¿Ocurre algo, Lim?.— Lo llame por aquel apodo estúpido que alguna vez usamos en nuestra adolescencia.— Puedes contarme, no voy a decir nada.

— Salvala, salvala por favor.— Murmuro.— Ella esta débil, no esta bien.— Sabia que algo le pasaba.— Esta embarazada, no digas nada, simplemente si tienes la oportunidad de salvarla, hazlo y tómala, no la dejes morir, no dejes morir a nuestro hijo.— Mierda, eso me estaba sobrecargando y podría decir que era mas grande de lo que imagine, pero no iba a negarme.— Da la señal a Silvestre de que ataquen ahora, eso los meterá en batalla a los guardias y a todos los demás, si la princesa esta acá podremos matarla. Alexander esta cerca, busquen a las chicas, yo voy saliendo allí, dejare a Monti a cargo del sistema, nos avisara.

No dije nada y corte aquel enunciado. Tome una de las espadas que estaban colgadas en la pared de cada rincón de la casa y prepare mi mente y cuerpo para comenzar a derramar sangre y tirar cuerpos al suelo. No me gustaba matar de manera rápida, pero no tenia opción.

Esto se pondrá entretenido y emocionante.

— ¿Jugando a las espaditas, Simon Derricks? Pensé y eras lo suficiente maduro como para jugar esas barbaridades, pero me equivoque al pensar aquello. No tienes culpa, cree grandes expectativas, simplemente eres un  puberto que juega con sus bolas a la media noche.— Frene mi caminata y me gire hacia el rubio. Por fin estábamos cara a cara luego de otros encuentros pasados. Su cabello estaba mucho mas largo y le llegaba a los hombros, rubio patito, junto a sus ojos color miel casi llegando a una tonalidad clara como lo era el amarillo. Una rara y no común color de ojos, pero muy normal para personas como las nuestras.— Bájala.

Primavera: Una realidad perversa y oscura [Libro #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora