Capítulo 5: Los restos del protectorado II

14 3 0
                                    

"Cuatro cosas que no pueden ser ocultas a través del tiempo: la ciencia, la estupidez, la riqueza y la pobreza" (Averroes)

Pocas cosas podrían compararse a la alegría de un buen futuro, paz... la paz daba esperanza, y la esperanza, descanso para el corazón, mientras la paz se extendía por el universo, gracias a las acciones de todos, así como del protectorado, la esperanza crecía, el crimen se escondía, la maldad se retiraba...

Pero para Bastila y Jo, la esperanza se desmoronaba poco a poco, no porque no creyesen en la paz, sino porque en cuestión de un día esta parecía haberse esfumado, como el vapor en el aire... los restos de la base parecían la imagen de un futuro no muy lejano, no muy prometedor.

La nave flotaba inmóvil frente a la base, sus ocupantes ignoraban el polvo cósmico que acariciaba la nave, viendo el cansancio de cada uno y la desesperanza en sus ojos. ¿Qué de bueno podría salir de esto?

Los recuerdos volvían a tocar a las mentes de los pilotos, la destrucción del planeta, la posible muerte de sus conocidos, de cómo la humanidad se volvía una especie en peligro de extinción. Había furia, disfrazada del silencio que reinaba en la nave, y tristeza.

Aunque la visión de los restos parecía desoladora, a pesar del silencio cósmico, la esperanza se rehusaba a apagarse, la prueba aparecía en la computadora de la nave.

Una señal débil provenía desde adentro de la destruida base, como si fuese el único camino a seguir.

-Bastila...-

Bastila prácticamente le leyó la mente. -...Si, Jo, iremos allá, y que los dioses nos protejan.-

Jo tragó saliva, aunque empezó a sudar frío empezó a conducir a la pesada nave hacia alguno de los hangares de la base.

El analizador de la nave mandaba algunas advertencias. –Jo, Según los escáneres de la nave, el sistema vital de la base está dañada, por lo que tendremos que usar trajes espaciales.-

-¡Dime que al menos tenemos eso!-

-Si tenemos, nos hubieran servido más si tuviéramos escudos personales, pero esta nave es demasiado antigua, tendremos que apañárnoslas con los trajes que ya están aquí.-

-Espero que no estén rotos...-

La pobre Bastila, casi entre lágrimas le dio un manotazo a Jo. -¡No digas tonterías, ya estoy muy asustada, no lo hagas peor!

-¡Esta bien! ¡Está bien! Jaja... solo bromeaba...-

Parecía que nadie había pisado el lugar en décadas, tanto que una gran cantidad polvo se levantaba de los viejos hangares mientras la nave al fin se sostenía en ellos. Bastila y Jo sabían que explorar este lugar no sería cosa fácil, sería peligroso, sin oxígeno, sin gravedad artificial, lo último que querrían es que un animal espacial o que merodeadores irrumpieran.

Descender de la nave, encontrar la fuente de la señal, buscar entre las ruinas algún indicio de lo que pasaba, volver... parece más fácil decirlo que hacerlo. Mientras Bastila se encargaba de rastrear la señal, Jo se ocuparía de sostener la única arma que tenían.

Los dos sentían un aura muy extraña al bajar de la nave, pero sería totalmente normal para cualquiera sentir algo de incomodidad al explorar algún lugar desconocido y potencialmente peligroso.

Mientras sus linternas alumbraban el primer pasillo, fijaron su atención en la congelada consola que controlaba la entrada principal de la base, la cual estaba cerrada.

Bastila analizó con su escáner, era esencial saber el estado general de la base, ya que de esa forma podrían saber qué fue lo que pasó en este lugar. -¡Mira Jo! Según los escáneres, la consola no tiene señales de sobrecarga o corto circuito, si hubiese una forma de... hacerlo funcionar... ¡Eureka!-

Starbound - Estrellas Caídas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora