ᴄᴀᴘ 49: ʟᴏ sɪᴇɴᴛᴏ,ᴍᴇ ʜᴇ ᴇɴᴀᴍᴏʀᴀᴅᴏ ᴅᴇ ᴛɪ

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Mis dedos golpean una y otra vez el colchón y mis ojos van de un lado a otro buscando algo no especifico; la ansiedad está acabando conmigo. Estoy desesperado. El deseo de manchar mis manos de sangre se vuelve cada vez más difícil de controlar.

Matar es como una adicción, y cada vez se vuelve más difícil de controlar. Entre más lo hago, más quiero hacerlo, y después de haber tomado la vida de Eduardo, no hago más que pensar en cómo repetir la experiencia de nuevo.

Gruño de enojo y desesperación. La pequeña idiota no ha dado señales de vida. Quería que se alejara de mí, pero pensé que no lo haría. Siempre viene tras de mí sin importar nada y creí que esta vez sería igual. Pero creo que me he equivocado, pues no ha aparecido. Tal vez sí la asusté demasiado al matar a Eduardo frente a ella. Río un poco ante tan absurda situación; hice todo para alejarla y me pongo de mal humor porque sigue sin venir. Pero, solo de recordar su expresión aterrada, sus ojos azules llenos de lágrimas, su cuerpo tembloroso y todo su rostro lleno de sangre, hace que desee tenerla en este instante aquí. Me encanta verla de esa manera, tan débil y vulnerable; solo de pensarlo e imaginarla hace que me agite demasiado.

Me levanto de un salto de la cama y salgo en busca de un poco de serenidad, porque las ideas en mi cabeza van tan rápido que mi realidad se distorsiona de una manera peligrosa. Meto las manos en los bolsillos de mi pantalón y camino con la mirada al frente. Llego a un pequeño parque y me siento, pero me encuentro demasiado eufórico como para estar quieto en un solo sitio, así que me vuelvo a poner de pie y comienzo a caminar sin un rumbo en específico. Pronto me doy cuenta de que poco a poco me voy acercando a donde Gretel vive con la pequeña idiota y el maldito de Marc. Giro sobre mis talones para irme en dirección contraria de ese lugar, pero al pasar por afuera de un pequeño café me quedo parado, ladeo la cabeza y miro hacia dentro. Sonrío al ver a la pequeña; está en compañía del estúpido de Zac.

Al instante vienen a mí unas tremendas ganas de apoderarme de ella y hacerla llorar. Quiero que grite mientras me dedico a cubrir su cuerpo de sangre. ¿Hace cuánto que no plasmo mi arte sobre ella? Paso la lengua sobre mis labios ante mis pensamientos y sigo observando. Por la expresión en sus rostros sé que no hablan de algo agradable. La pequeña está como asustada y Zac enojado. Le dice algunas cosas que hace que ella niegue con efusividad. Suspiro con fastidio y pienso que lo mejor es retirarme, pero las ganas de tenerla en mis brazos y bajo mi poder me tientan demasiado.

No puedo evitar enojarme cuando Zac la toma de las manos. Después ambos se ponen de pie y se abrazan. Ella se aferra a él con fuerza y eso me molesta. No sé cuándo comenzó este sentir, ni en qué momento quise que ella fuera solo mía, pero en estos momentos odio que otro la toque... lo odio en gran manera.

Me hago hacia un lado cuando caminan hacia la salida, me escondo detrás de una columna y ellos intercambian palabras antes de separar sus caminos. Vuelvo a apretar la mandíbula cuando él besa su frente. Lo mejor sería dejar de mirar y largarme, pero no puedo, y la verdad, tampoco quiero hacerlo.

Besos con sabor a muerte© (18+) ¡DISPONIBLE EN FÍSICO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora