ᴄᴀᴘ 11: ᴀʏᴜ́ᴅᴀᴍᴇ ᴀ ᴍᴀᴛᴀʀᴛᴇ

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Aisa 

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Aisa 

Entro a la habitación contigua a la de As, cierro la puerta y me deslizo hasta el suelo. Suspiro con pesar; estoy harta de que se la pase burlándose de mí, de que no me tome en serio en ningún sentido.

La oscuridad reina el lugar. Apenas puedo notar la pintura blanca en las paredes que está por caer. Las esquinas están mohosas, y las manchas dan un toque más escalofriante. Además, tengo la impresión de que el lugar aún huele a muerte. Miro la vieja camilla que está casi destartalada y me pregunto cuántas personas murieron ahí.

—No debería estar pensando en eso. —Me siento en la esquina de la cama, y al instante los viejos y desgastados metales de esta comienzan a chirriar.

No pienso en nada mientras miro al frente un buen tiempo. Ahora no sé qué se supone que voy a hacer.

«Después de escupir semejante discurso en la cara del asesino, no puedes quedarte sin hacer nada».

«Lo sé...».

—Bien, Aisa ¡a echarle todas las ganas! —exclamo, parándome de un jalón. Pero enseguida me arrepiento al sentir una fuerte punzada proveniente de mi herida.

Me deslizo de nuevo al suelo, abrazo mis rodillas y hundo mi rostro en los brazos. Dejo escapar un gran suspiro. ¿Exactamente qué pretendo al actuar tan valientemente, cuando sé que en verdad soy una cobarde? Jamás lograré vencer a As. No habrá justicia por la muerte de mis padres. Él seguirá manteniéndome con vida solo para burlarse de mí.

—Y seguiré viviendo de esta patética manera... —Tal vez debería solo ir a casa de América, comenzar de nuevo.

Debería, pero no puedo; en realidad no quiero.

Entre tanto pensamiento caótico escucho el chillar de mis tripas; el hueco en mi estómago se hace más y más grande. No sé cómo conseguir comida, dinero no tengo, dije que vencería a As, y no tengo suficiente energía para ello.

«Podrías dejarte morir de inanición».

«Sí, tal vez es la mejor opción. Sí, eso es... me dejaré morir».

Cierro los ojos y me concentro en dormir. Si lo hago, el tiempo pasará más rápido y sufriré menos; ese es mi pensamiento e intención inicial, pero tan solo cerrar mis ojos, mis padres y Dan vienen a mi mente. Tengo tanta necesidad de ir con ellos; pero nuevamente esa maldita incomodidad se hace presente. Tengo esta irracional necesidad de aferrarme a tan demencial existencia.

—Ah, ese idiota. —Abro los ojos y contemplo el techo—. Tengo que hacer algo. No puedo rendirme tan fácil.

Decidida, salgo de la habitación y voy a la de As. Dudo un poco antes de decidirme a tocar. Espero paciente a que abra, pero no obtengo respuesta, por lo que vuelvo a llamarlo.

Silencio.

Abro la puerta y me doy cuenta de que otra vez no está. Solo tomo la katana y vuelvo a la otra habitación. Me pongo a analizar la situación y se me ocurre una que otra idea loca, pero mi mente no da para mucho más y termino cediendo al cansancio.

Besos con sabor a muerte© (18+) ¡DISPONIBLE EN FÍSICO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora