ᴄᴀᴘ 32: ʜᴇʀᴍᴀɴᴀs

179K 12.3K 16.6K
                                    

Aisa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Aisa

Contemplo mi cuerpo desnudo a través del espejo en mi habitación. Con mis dedos delineo las cicatrices y gimo con frustración al ver lo desfigurado que ha quedado mi abdomen. Ya no podré usar trajes de baño ni ropa que deje a la vista mucha piel.

Y pensar que antes me sentía orgullosa de mostrar mi vientre plano y ahora... no hay forma de que deje que alguien lo vuelva a ver.

—¡Estúpido As! —refunfuño.

Me pongo mi albornoz y ajusto bien el cinto antes de aventarme a la cama. Aplasto mi rostro con una almohada y ahogo un grito. Me encuentro tan triste, tan enojada, tan desesperada... me siento perdida por completo.

Hace una semana que As se marchó. Solo de pensar en eso quiero llorar, y en nada ayuda América, que también se la pasa chillando por él... ¡odio esto!

Me hice la fuerte aquel día que se despidió de mí, a pesar de que deseaba rogar para que no se fuera. Estaba muriendo por decirle que no me dejara, pero no lo hice. Me contuve y lo vi marchar, en tanto me repetía una y otra vez que era lo mejor.

Y aún intento convencerme de que fue así. Todo el tiempo me repito que hice lo correcto, pero eso no me hace sentir mejor. Hacer lo correcto no es lo que quiero, y luchar contra mis impulsos destructivos me resulta demasiado agotador. No puedo mantenerme firme y sucumbo ante la necedad del dolor. Es la manera que tengo de sentirlo cerca.

Mi necesidad de permanecer a su lado se deriva del retorcido pensamiento de que no merezco más que esto. Su compañía es la forma más dolorosa y satisfactoria en la que puedo seguir descendiendo hasta el lugar al quiero llegar.

Mas abajo, más abajo...

Su recuerdo mantiene viva mi agonía, y el dolor de las heridas es lo que me ayuda a estar tranquila, pero no podré estar satisfecha hasta que no sea él quien me someta. Soy como una maldita adicta sin su dosis diaria de droga.

No importa qué tan dañina sea la existencia de As en mi vida, tengo una enferma necesidad de seguir alimentando mi dolor con su presencia.

Me giro sobre la cama y miro la hora...

«00:45».

Llevo toda la semana sin poder dormir; mi mente no me da tregua y solo repite una y otra vez a modo de película todas las cosas que viví a su lado. A veces se siente como si hubiera pasado demasiado tiempo desde la última vez que le vi, tanto, que temo que haya sido solo una alucinación.

Pero no lo fue.

Las cicatrices en mi cuerpo me recuerdan que no es una mentira. No estoy alucinando. Él existe; sus besos, sus caricias, esa noche que fui suya, todo, todo ha sido real. Sí, fue real, pero ya no está, y tal vez no esté nunca más.

Me irrita solo pensarlo, se fue sin importarle que su copia barata ande por ahí. Si iba a desaparecer de esa manera, entonces, ¿por qué se quedó tanto tiempo en este lugar? ¿Qué fueron todas esas palabras vanas de que lo atraparía y le haría pagar?

Besos con sabor a muerte© (18+) ¡DISPONIBLE EN FÍSICO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora