ᴄᴀᴘ 5: ᴅᴇᴄɪsɪᴏ́ɴ sᴜɪᴄɪᴅᴀ

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Al llegar a casa de América intento entrar por la puerta principal, ya que no puedo cargar la maleta y al mismo tiempo trepar por la enredadera

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Al llegar a casa de América intento entrar por la puerta principal, ya que no puedo cargar la maleta y al mismo tiempo trepar por la enredadera. Con mucho cuidado y queriendo hacer el menor ruido posible, intento abrir la puerta, pero ésta está cerrada con seguro. Debí intuir que así sería.

Sin más, dejo la maleta escondida detrás de una gran maceta junto a la puerta y doy la vuelta a la casa, de regreso a la enredadera. Trepo y entro sin ningún percance; América sigue profundamente dormida, acurrucada cual bebé debajo de las cobijas.

Sin hacer ruido salgo de la habitación para dirigirme a la puerta principal a recoger mi maleta, pero al bajar las escaleras me doy cuenta de que Ágata y su esposo ya están despiertos; ambos conversan en la cocina. Me muevo con cautela y cruzo la sala, pero antes de llegar al recibidor me detengo por completo al escuchar mi nombre. Entonces caigo en cuenta de que están hablando de mí y no puedo resistirme a averiguar qué es lo que dicen, así que cambio de dirección y me acerco lo suficiente a la cocina para escuchar su conversación:

—Estoy haciendo todo lo posible por encontrarle. Creo que es lo mejor para Aisa —escucho decir al señor Carlos.

—Pero me gustaría que se quedara aquí —dice Ágata con algo de pesar.

—A mí también, pero nosotros no podemos cuidarla debidamente, ¿qué haremos si el asesino vuelve por ella?

—Quiero creer que ese monstruo ya está lejos de esta ciudad.

—Aun así, no quiero arriesgarme.

Por un instante tengo el impulso de salir de mi escondite y decirles que no deben preocuparse de eso, que el asesino no tiene interés en mí, pero me detengo, porque, claro, no pueden saber que me he topado con el asesino. ¿Cómo puedo explicar de manera coherente lo sucedido? ¿Cómo justificaré el haberle dejado ir, el no haber llamado a la policía?

Me alejo de la cocina hacia la puerta principal, la abro con cuidado, tomo mi maleta y me escabullo con rapidez a la habitación de América. Me siento a la orilla de mi cama y me hundo en mis confusos pensamientos. ¿A quién está buscando el padre de América? ¿Realmente quiere que me vaya? Supongo que sí; mi estancia en este lugar supone un peligro.

Había planeado ir a la policía y decirles de mi encuentro con el asesino, dejando ciertos detalles solo para mí, ya que mi único objetivo era obligarlo a que me buscara; pero ahora me doy cuenta de la mala idea que es, porque al hacer eso solo arriesgaría a la familia de América, y yo no quiero que nada les pase a ellos.

Me dejo caer sobre la cama. Refriego mis ojos con fuerza debido a la frustración, pero, al hacerlo, recuerdo que aún están manchadas de sangre. Comienzo a sentir gran aflicción, culpa más que nada. ¿Qué fue lo que hice?

Mi corazón se estruja ante el imperdonable acto de traición hacia mi propia familia, pero se estruja aún más por desear que mi alma sea arrastrada a lo más profundo del infierno.

Besos con sabor a muerte© (18+) ¡DISPONIBLE EN FÍSICO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora