—¿¡Qué rayos te pasa, Lee Taeyong!? ¡Nosotros queriendo cuidarte y tu nos sales con eso!— Dijo Yuta muy indignado luego de que Taeyong les contara el favor que Suh le pidió ayer.
Lee permanecía callado y con la mirada al piso.
—Yuta Hyung, ya no lo regañe—
—¡Es que cómo no lo voy a regañar si el solo se busca sus males! Pero okay, me voy a relajar, o al menos trataré de hacerlo... — Suspiró. —Yong, por favor, cuando estés en casa de ese hombre mandanos mensaje para estar al pendiente de ti ¿okay? Y cualquier cosa extraña, llámanos—
—Gracias NaYu, yo espero que sea rápido para poder ir con ustedes a casa de Jihyo... —
...
Estaba solo.
Ya hace unas horas que ese hombre se había ido para hacer su trámite de divorcio.
Aún no trataba de asimilar que fue capaz de hacerle un favor, pero aparentemente ya se había olvidado un poco de ello.
Salió de sus pensamientos en cuanto aquel hermoso husky siberiano se sentó frente a el con una pelota entre sus dientes y detrás de el se acercaba un golden retriever.
Lee entendió que los cachorros querían seguir jugando, por lo que continuó un rato más en el patio con ellos.
Hasta que el sol empezaba a ponerse y mejor decidió entrar a la casa.
Sirvió algo de croquetas en los comederos de ambos perros, un poco de agua en un cuenco y se fue a sentar en el sillón de la sala mientras estos comían.
Tomó el control que estaba sobre la mesa de centro y encendió la televisión.
Esperaba que hubiera algo interesante en la tele, pero ningún programa lograba captar su atención del todo. Comenzaba a quedarse dormido por el aburrimiento y además, por el cansancio.
—Ah, que flojera. Y mientras tanto todos ellos deben estar yendo ya hacia la casa de Jihyo para divertirse—
¿Nunca te ha pasado que estás tranquilx y de repente te invade una tentación muy grande o curiosidad por hacer algo?
Taeyong de pronto recordó que no era la casa de cualquier persona, si no de un hombre al que soño por mucho tiempo y de una forma nada agradable.
¿Realmente Suh era una pesadilla?
Se levantó del sofá y comenzó a rondar por la casa, curioseando todo. Si realmente ese sujeto era una pesadilla, debía haber algo que lo delatara, y si no, solo fueron simples sueños sin sentido como los que todos hemos tenido.
Estaba muy nervioso, en cualquier momento podía llegar Suh.
Revisaba todas las habitaciones, hasta que llegó a la de el. Con la mano muy temblorosa, estaba a punto de girar la perilla y abrir, pero de pronto los perros salieron apresurados al patio, el portón de afuera se abrió.
Ya había llegado John.
Taeyong ni siquiera supo en que momento había regresado a sentarse en el sofá. Estaba pálido totalmente y sentía que su corazón iba a salir corriendo.
Estuvo cerca.
Demasiado cerca.
—He vuelto, chico... — Diría el entrando a la casa y caminando hasta donde estaba Taeyong.
Tratando de actuar normal. —S-Si profesor, me alegro—
—Gracias por cuidar de mis cachorros, te debo una— Sonrió levemente, pero pese a ello seguía notándose bastante triste, pues se acababa de divorciar. —
—N-No se preocupe por ello... — Suspiró. —Me tengo que ir—
—¿Gustas que te lleve?—
—Gracias profesor, pero esta vez me iré solo—
—Ah, cierto. Irás a esa fiesta de la que todos los de la clase hablaban desde la mañana. Vale, que te vaya bien, nos vemos el lunes, y gracias otra vez... —
—Por supuesto— Sonrió algo nervioso y posteriormente salió del lugar, no antes de despedirse de "Lobo" y "Mantequilla".
Se fue corriendo hasta la parada de autobuses para tomar el que lo llevaría a su casa. Debía arreglarse un poco si quería ir a la fiesta.
Al principio dudaba sobre si era buena idea, pero optó finalmente por hacerlo, ya que eso quizá le haría olvidar un rato aquella pregunta intrigante que empezó a rondar por su mente:
¿El profesor Suh ocultaría algo extraño en su habitación? ¿O solo estaba haciéndose ideas erróneas sobre el?