Capítulo 2: Klaus Mikaelson

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Ese día llevaba puesto unos pantalones de piel de color negro con una blusa de tirantes de piel y unas botas negras.Ese día tenía ganas de estar de negro, como si fuera una rebelde.

Camino por Nueva Orleans sin saber muy bien a donde ir. Seguí caminado hasta que encontré un lugar, miro bien el letrero y era un bar. Solo caminé y entré.

Dentro había varias mesas. Me senté y a lo lejos vi que un chico me estaba mirando. Llevaba puesta una camisa gris con unos pantalones negros y zapatos negros; tenía el cabello rubio oscuro, sus ojos eran de color azul verdoso oscuro;una piel pálida. Era muy atractivo. Dejé de observar y me volteé a otro lado, no muy segura de qué hacer o qué decir. No sabía quién era ese chico misterioso.

Después de unos minutos esta caminado hacia donde yo estaba, se acercó mirándome y me dijo amable.
—Hola,amor. Me presento: Klaus Mikaelson. Es un placer.
—¿Cómo te llamas,preciosa?–preguntó mirándome.
—Soy Danica Jones. Apenas acabo de llegar a Nueva Orleans—dije sonriendo
Se me quedó mirando. Luego respondió:
—Con razón preciosa, no te había visto.
Nos quedamos mirando. Una parte de mí tenía curiosidad, qué pasaría si me quedara un rato más; pero ya era hora de volver a casa a desempacar.

Nuestras miradas se volvieron a encontrar, me le quedé mirando y le dije segura:
—Te veo luego, Klaus.
—Te veré pronto,amor—respondió sonriendo . Me tomó de la mano y me dio su número de teléfono. Lo guardé.
—Llámame si necesitas algo, amor—respondió sonriendo de manera coqueta.
Asentí con la cabeza. Empecé a caminar hacia la salida. Cuando salí estaba todo oscuro. La calle estaba casi vacía, cuando de repente sentí cómo alguien fuerte me pegó a la pared del edificio. Sentí un escalofrío y miedo a la vez, tenia que hacer algo.
Miré a mi atacante, sus ojos eran de color sangre, parecía ser un vampiro quien me atacaba. No identifiqué su rostro, lo único que hice fue gritar suplicante:
—¡Ayuda! ¡Klaus!
Me estaba desvaneciendo lentamente cuando de repente caí al suelo. Alguien me tomó en sus brazos y dijo suavemente:
—Tranquila, amor, ya estás a salvo.

Eso fue lo único que escuché. Cuando desperté estaba acostada; me di cuenta que mi blusa estaba rota y que tenía una mordida profunda en el cuello. A lo lejos se veía una persona.
Estaba completamente segura de que era Klaus, porque se acercó a una velocidad sobrenatural.

Lo observé y pregunté:
—¿Dónde estoy?
Se me quedó mirando de manera preocupada y respondió con tranquilidad:
—Estás en mi casa, estás segura aquí; estamos a las afueras de Nueva Orleans.
Se sentó en la cama, tomó un vaso con agua y me lo dio. Yo solo tomé lentamente el agua. Después me observó preocupado, vio mi rostro sudado y su rostro se veía expresivo, sus ojos se volvieron de un color ámbar por unos segundos y su mano sanó; de inmediato se mordió la muñeca salió sangre la puso en un vaso y me respondió tranquilo:
—¡Ya sé que esto es raro para ti!, pero mi sangre te va a curar.
Me le quedé viendo confundida. Solo agarré el vaso y me tomé la sangre. Poco a poco se fue cerrando la herida de mi cuello, estaba sorprendida por lo que estaba pasando, esto no era real. Se acercó a mi lado y me acomodó cerca de  él. 

Me acomodó el pelo y me tendió una blusa nueva, me acarició lentamente el cachete, me miró suspirando:
—Si...no hubiera llegado antes, no habrías sobrevivido.
—¿Eres un vampiro?—pregunto
—en realidad, amor, soy un híbrido, soy en parte vampiro y en parte soy un lobo.—respondió seguro
—entonces las leyendas son ciertas—respondo casi susurrando
—Sí. Yo soy uno de los originales vampiros. El híbrido original.—respondió con claridad

Lo miré asombrada. Él estaba observando mi reacción, cómo procesaba la información, solo se acercó a mi rostro me acomodó de nuevo el pelo y me dio un beso en la frente.

Me miró y agarro mi mano firme como dando su apoyo y calma, a lo cual dijo después:
—Toma una ducha, amor, y después descansa,estaré aquí cuando acabes.
Se levantó de la cama para dejarme sola. Me fui a al baño a darme una ducha y después me cambié con una blusa negra de tirantes con mi pantalón de anoche y dejé mis botas negras en el suelo. Caminé hacia la cama, me recosté en la almohada y me quede dormida. Por alguna razón no tenía fuerzas.

La chica del Híbrido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora