Capítulo 12

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Una fuerte llovizna azotaba la ciudad de Londres. Era casi media noche y todos los sirvientes se habían retirado hacía un rato, a sus respectivas habitaciones. Lady Vanesa Blair, hija de la ilustre y respetada condesa de Blair había decidido no asistir a la noche de ópera, alegando un fuerte dolor de cabeza.

No había nada en el mundo que pudiera aburrirla más que estar sentada en un pequeño palco por horas, escuchando cantar, o más bien gritar, a los supuestos mejores actores del reino. Nadie les prestaba atención realmente. Los nobles iban al teatro con el propósito de lucir sus mejores galas y chismear acerca de otros.

Definitivamente, la joven prefería ir a un baile. De hecho, en dos días, su casa estaría llena de aristócratas. La crema y nata de la sociedad londinense se presentaría en su salón. Ya se imaginaba a todos los caballeros que la invitarían a danzar una y otra vez. Su carné se llenaría muy rápido.

Su madre le había dicho que en la velada se anunciaría el compromiso de lady Stone, la hija del conde de Rothberg con un tal señor Barwick. La verdad es que no conocía al hombre, pero era sabido que lady Stone había conseguido un buen partido, aunque no fuese un par del reino.

Vanesa no había tenido la oportunidad de conocer a Isabella a fondo. Recordaba haber intercambiado unas palabras con ella, pero nada más.

Tomó el peine y lo pasó varias veces por su sedoso cabello. Era uno de sus mejores atributos. Era de un rubio suave y claro. Muchas de sus amigas la envidiaban por ello. Podía decir sin temor a equivocarse y sin sonar soberbia, que tenía el cabello más hermoso de Gran Bretaña. Puede que el próximo baile fuera en honor de Isabella Stone, pero quien brillaría realmente, sería Vanesa Blair.

Se levantó de la silla del tocador para dirigirse a la cama. Si no quería lucir unas horribles ojeras a la mañana siguiente, debía descansar como Dios mandaba.

Mientras se quitaba la bata que cubría su camisón, escuchó un ruido seco en la habitación de al lado. Frunció el ceño extrañada. Su doncella, Beatriz, se había retirado a descansar por orden suya hacía varias horas. No era posible que se levantara a mitad de la noche, no era común en la mujer. Miro unos segundos más la puerta que las separaba y al no percibir ruido o movimiento alguno desde el otro lado, siguió quitándose la bata, que se había quedado a mitad de camino entre sus brazos.

Cuando apartó las mantas para internarse en el lecho volvió a oír un golpe, esta vez respingó por lo fuerte del mismo. Un escalofrío le recorrió la espalda y se le erizó toda la piel. Vanesa no creía en fantasmas, no existían, no era posible que algún espíritu quisiera hacerle daño, ¿cierto?. Su mente le estaba jugando una mala pasada. No tenía que temer.

Con esa idea en la cabeza, recorrió la distancia corta que había hasta la puerta y la abrió con cuidado, tal vez los ruidos no provenían de allí y no quería despertar a su doncella. La escena que vio la dejó conmocionada. Había un hombre totalmente cubierto de ropas negras atando las manos de su sirvienta a la espalda y al mismo tiempo le presionaba la cara en el suelo con su bota. La chica no podía gritar porque estaba amordazada. Solo podía atisbar a ver la espalda del hombre, sabía que Beatriz le estaba dando batalla por la forma en la que se revolvía y trataba de patearlo. Los ojos de ambas mujeres se cruzaron, la doncella le lanzó una mirada desesperada.

Vanesa no supo lo que significaba, el miedo le recorría cada centímetro del cuerpo y pudo salir de su ensimismamiento cuando vio que el hombre golpeaba a Beatriz para que dejara de moverse. En este momento, cerró la puerta despacio y le puso el seguro. Tenía que ir por ayuda. Ese ladrón no iba a llevarse ni una sola de sus joyas.

Se acercó a la campana que llamaba al servicio desde su habitación y se quedó muy quieta cuando se fijó en que estaba rota. ¿Cómo había pasado aquello? Sin darle muchas vueltas a ello, salió de su cuarto con el propósito de buscar al mayordomo, a los criados, no importaba quien fuera. Beatriz estaba en peligro.

Huyendo de Barwick (COMPLETA) - Misterios de Londres IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora